-El bit es la unidad mínima de información en la informática. ¿Cuántos datos necesita el público para descifrar esta obra?

-Al minuto de haber empezado ya ven que es un espectáculo más de Tricicle, una garantía de que los 79 minutos restantes se lo van a pasar bien. Los bits son personajes inventados por nosotros que habitan en el teatro y hacen real lo virtual. Es una sucesión de sketches que empiezan en una página web y se convierten en realidad en el escenario, situaciones que ocurren en internet. Hemos traído la Red al teatro.

-Después de 35 años trabajando en la escena teatral, ¿ha flaqueado en algún momento la creatividad?

-Diría que no. De lo contrario tendíamos críticas diciéndolo y hubiéramos sufrido un bajón de público. Sin embargo, siguen riendo y muchos dicen que este último espectáculo es el mejor.

-Lo digo porque se ha publicado que este es su "último espectáculo de creación".

-Tenemos una edad y hay ganas de hacer otras cosas, aunque ya producimos, dirigimos y llevamos la programación de dos teatros. Estar 10 meses fuera de casa es grato cuando actúas pero el resto de horas se hace largo. Este es el último espectáculo de creación y haremos otro de grandes éxitos, como placer.

-¿Cómo definiría a sus seguidores tras tanto tiempo de comunión con las butacas?

-Somos como Tintín, para un público de 9 a 99 años. Hace 30 años vino un señor a vernos que tenía también 30 y le ha dado tiempo de tener un hijo y un nieto y es grato que puedan venir juntos a vernos al teatro y se rían de las mismas historias. Cuando salimos a saludar al publico hay desde señoras con abrigos de piel a un tío con cresta. Es gente que no se ha quedado anclada. Hay artistas que han crecido y su público también. Nosotros atraemos a la juventud y a los niños.

-Han cronometrado ustedes las risas de esta obra cada 10 segundos. ¿Hay lugar para la improvisación?

-No improvisamos sino que hacemos lo mismo con la frescura del día a día. A veces probamos cosas y si funcionan se quedan ahí. Hay un tanto por ciento pequeño de improvisación porque cada día el público es diferente, el ritmo es distinto y debemos aumentarlo según haya gente que se ríe o está más seria, si no nos aburriríamos.

-En este trabajo, además, actualizan personajes de montajes anteriores. ¿En qué se muestran distintos?

-Hacemos algunos autohomenajes. En el espectáculo Exit, del año 84, había tres viejecitas francesas que iban al Vaticano de viaje. Ahora, 30 años después, nos apetece rescatarlas y las situamos en un supermercado: una es cleptómana, otra tiene diabetes y compra chocolate y la tercera es alcohólica. Tienen un carácter que no tenían antes y por eso nos divierte mucho volverlas a hacer. También hemos recuperado a otros personajes y hay un homenaje a Les Luthiers porque tenemos muchas afinidades por el tipo de humor, aunque la palabra sea su medio de expresión y no el nuestro.

-¿Bits es una crítica o un elogio a la sociedad de la información que nos rodea?

-Nosotros no solemos hacer crítica y si lo hacemos, es amable. Somos observadores de la vida y traducimos a nuestro humor lo que vemos. Me gusta que la gente salga del teatro habiéndolo pasado bien.

-¿Y ustedes cómo se manejan en esta sociedad digital?

-Más o menos bien pero no estamos enganchados, no tuiteamos. Y tenemos Facebook porque puedes ver contenidos de la gente pero no para contar qué hacemos a las 10 de la mañana. Pero sí usamos el teléfono y los ordenadores.

-Pioneros del humor gestual, ¿hay algún heredero de Tricicle en este país? ¿A quién siguen?

-Intentamos ver todo el teatro que nos es posible. Yllana sigue nuestra línea pero la verdad es que no hay demasiadas compañías que lo hacen. Hay muchos actores que nos vienen a ver por primera vez y ahora son buenos actores pero no han cogido nuestra rama. Me gustan Faemino y Cansado, Buenafuente y el ritmo de Leo Harlem. Veo también muchas series americanas buenas: Shameless es muy destroyer, retrata la realidad no tan bonita de la sociedad americana. Y sigo al humorista Jimmy Fallon.

-Del silencio verbal de sus obras al humor deslenguado de Cádiz. ¿Les impone el actuar ante nuestro público?

-No, el humor es un lenguaje para comunicarnos. Y qué mejor que hacerlo en Cádiz donde es una de las bases de vida. La gente que normalmente se ríe está mucho mas abierta al humor. Nos reímos de nosotros mismos, por eso comulgamos con Cádiz.

-Y ante el espectáculo catalán en torno a la independencia, ¿se quedan mudos o se intentan morder la lengua?

-Hace años el independentismo era un 10 por ciento y ahora más de un 50. Cataluña necesitaba dialogar y negociar y desde el Gobierno central ha habido hermetismo y un mirar hacia otro lado. Es algo que debería solucionarse por las dos partes. No estoy a favor ni del no cerrado ni de la independencia.