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Cultura

Los proyectos y animaciones de Juan Carlos Bracho y Andi Rivas, en Cajasol

  • Los dos artistas gaditanos cierran la serie expositiva del XLIII certamen artístico de Cajasol · Rivas recorre el camino que va del dibujo a la animación y Bracho combina pintura, fotografía y performance

La vanguardia en blanco y negro. Impactante. Abierta a múltiples interpretaciones. Es la atmósfera que exhala desde ayer la Casa Pemán, donde se exhiben los proyectos por los que dos de los artistas gaditanos con mayor proyección -Juan Carlos Bracho (La Línea, 1970) y Andi Rivas (Cádiz, 1975)- resultaron finalistas del XLIII Certamen de artes plásticas de Cajasol. Con ellos se cierra un ciclo expositivo que ha acercado también el quehacer de Miguel Soler, Rubén Guerrero, Cristina Lucas y Miguel Ángel Tornero.

El hecho de protagonizar el final de trayecto dos artistas de la provincia propició un generoso desembarco de amigos que se apiñaron en las salas de la entidad para felicitar a sus colegas, como el colectivo Vendaval, el pintor Luis Quintero y el diseñador Raúl Gómez, la otra mitad del tándem artístico Emotiveproject al que pertenece Andi Rivas.

Francisco del Río, el responsable de exposiciones y patrimonio de Cajasol, confirmaba su satisfacción: "Bracho y Rivas son dos de los mejores artistas andaluces y aquí podemos enfrentarnos a sus métodos de producción y conocer las inquietudes que dan cuerpo a sus trabajos".

La muestra se abre con un impactante dibujo de Andi Rivas y en las dos primeras estancias podemos ver distintas aproximaciones del artista a un motivo cárnico y escatológico (las tripas) que, por presentarse muy estilizado, resulta estéticamente agradable. "Me gusta trabajar en asuntos que, siendo decorativos, encierran muchas otras lecturas", resume Rivas, para quien el humor es la clave para abordar situaciones no siempre agradables. En su proyecto convive la imagen estática con el dibujo en movimiento, que reproducen varias pantallas de distinto tamaño, una poblada por dos gemelas mutantes.

Juan Carlos Bracho, por su parte, estrena una pieza hermosa y siniestra: una fotografía que resume su intervención en Hangar, un centro de producción de artes visuales barcelonés. Allí, el artista realizó durante siete días un dibujo sobre una pantalla de proyección que luego borró. Su acción y la presencia o ausencia de los espectadores anónimos que trabajaban en la sala son captados en una veintena de imágenes que recoge una publicación. Un segundo proyecto, La bola de nieve, ilustra sus reflexiones sobre la nostalgia del paisaje, el azar, la voluntad y el error; cuestiones que surgieron durante los meses que Bracho pasó becado en Quebec.

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