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Cultura

"Borges se jactaba de los libros que había leído, no de los que había escrito"

  • María Kodama, viuda del escritor argentino, confiesa que aún se emociona con la difusión que hace de su obra por el mundo: "Es una maravilla hacer algo así por alguien que es la mitad del alma de uno"

Es la tercera vez que María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges, visita Cádiz, una tierra en la que se accede al grandísimo escritor argentino a través de Fernando Quiñones: "Borges lo quería muchísimo, se divertía muchísimo con él". Ahora está en la capital para participar de los actos que la 26 edición de la Feria del Libro ha organizado en torno al autor de El Aleph.

-Usted viaja continuamente por medio mundo para difundir la obra de Borges, ¿aún se emociona con su trabajo o la costumbre se lo impide?

-No, no, si uno no hace las cosas con emoción, las hace mecánicamente y no resultaría nada. Pienso que hay que tener un motor, en mi caso el amor, para seguir haciendo un tipo de vida así que no es a veces tan cómoda; porque a veces se está cansado, uno no se siente bien; como todo el mundo, uno es un ser humano. O a veces llega de un viaje largo y tiene que hacer otro viaje largo, con el problema de los atrasos de horarios, las coordinaciones entre aeropuertos. Entonces es una vida bastante compleja, pero es una maravilla hacer algo así por alguien que es la mitad del alma de uno.

-¿Cuáles cree que son los fundamentos del legado literario de Borges?

-En mi caso, lo que yo siento como fundamental es que la difusión de su obra sea perfecta, lo más cercana a la perfección posible, que las ediciones estén cuidadas. Esto lo hago a través del agente literario porque yo desconozco todo ese mundo, que hay que manejarlo profesionalmente, como todo en la vida, y que la obra no sea bastardeada. Por ejemplo, hace un año y medio o dos yo inicié un juicio penal por estafa a la propiedad intelectual porque dos personas, Alejandro Vaccaro y Roberto Alifano, que se dicen conocer a Borges, habían falsificado su obra haciendo collages, es decir cortaban textos de Borges que se habían publicado en diarios y revistas y los vendían a diarios y revistas del exterior como inéditos. Se descubrió porque yo hice una recopilación de textos de ensayos de Borges en diarios y revistas, para unos estudiantes que querían hacer unas tesis pero no sabían en qué años habían sido publicados, y me pidieron si podía hacer eso. Y el editor me puso un paquete delante de mí y me dijo: "Cuando quieras puedes declarar". "¿Qué pasa?". "Han falsificado". Se había dado cuenta tras leer mi recopilación. Habían hecho hasta 25 textos tomando trozos de entrevistas de Borges.

-Tiene entonces su trabajo algo de vigilante.

-Imagínense si el editor me dice: "María, ¿qué hacemos con esto?". No es vigilante, es que usted trata de hacer algo para el bien, para el estudio, como aquella recopilación, y con todo ese material el editor descubre que hay 25 textos falsificados a través de collages. Y esa tarea salta cuando uno trata de hacer algo en positivo.

-¿Qué sensaciones produce darse cuenta de que en su vida no sólo se ha cruzado un genio, sino que incluso se ha instalado en su existencia?

-No sé, cuando yo lo conocí era una chica, tenía 16 años, y a esa edad todos sabemos que los genios..., que hay otra historia, no son genios. En mí era una enorme curiosidad por aprender, yo adoro estudiar, me encanta, siempre trato de estudiar algo. Pienso que eso me hace ver las cosas desde otro punto de vista y me ayuda a entender el mundo. Para mí fue muy importante el momento de conocer a Borges, estudiar con él, porque él me propuso estudiar anglosajón y después seguimos con el islandés. Yo no sé si lo sentía como un genio, para mí era como el conejo de Alicia en el país de las maravillas, porque era como ese conejo que lleva a Alicia a aquel mundo, a mí me llevaba a todo un mundo de conocimiento que era fascinante.

-Creo que prefiere conmemorar el nacimiento de Borges a su muerte, que por eso la Fundación nació un 24 de agosto.

-Sí, supongo que será un poco por la formación sintoísta de mi padre. Por ejemplo, en Japón no había rito para la muerte, no había una cosa especialísima. Creo que quienes adoptan eso son personas para las cuales la vida es lo más importante, y la vida es el momento en que uno nace y uno quiere recordar eso.

-Imagínese que se le acerca una persona que nunca ha leído a Borges y le pide un itinerario de iniciación a su obra.

-Yo le recomendaría que comenzara por Los conjurados, un libro parte en prosa y parte en poemas, y con un estilo mucho más despojado que el que el tiene en aquellas cosas que le dieron la fama universal, ¿no es cierto?. Como me decía a veces, que era muy barroco, pero yo adoro ese estilo . Pero luego el fue despojando, digamos, su prosa sobre todo, y les aconsejaría ese. Después podrían seguir con El libro de arena o El informe de Brodie, y después ir hacia el principio.

Ahora, por ejemplo, hay una cosa muy interesante que ya se terminó y se va a presentar pronto: las obras completas con notas. Entonces eso va a ayudar mucho. Muchos estudiantes me preguntan a veces cómo pueden hacer, porque son estudiantes de 16 ó 17 años que no tienen formación filosófica, en Buenos Aires o a veces en otros países también, y allí van a encontrar todo, mucha ayuda, porque las notas fueron pensadas precisamente para que el libro pueda ser útil. Al lector hay que presentarle algo que no sea totalmente académico. Entonces, las notas pueden ser consultadas y ser útiles para chicos desde los últimos años de Secundaria o Bachiller y por investigadores o estudiantes de la carrera de literatura, o por el lector curioso que quiere saber más.

-¿Tendríamos entonces un Borges mucho más accesible?

-Pienso que eso ayuda mucho. Yo pensé justamente hacer ese tipo de obra cuando con el tiempo fui viendo cuáles eran las necesidades de los estudiantes e incluso a veces de los profesores. Con eso tienen una ayuda muy grande, aunque luego está la sensibilidad de cada uno, que la lectura fundamentalmente es eso.

-Leo en internet, y no sé si dar crédito, que Borges siempre soñó con que la posteridad le perdonara sus errores y le concediera la gloria de que se le recordarse por sus mejores textos, ¿es cierto?

-No creo que haya dicho eso, no. Él decía justamente que de lo que él se jactaba era de los libros que había leído y no de los que había escrito, y lo que él quería era el olvido, cosa un poco difícil, pero en fin, era lo que él quería.

-¿No parece que le hayan hecho ustedes caso?

-No (ríe), pero ya su obra estaba, era complicado: únicamente quedaba sacarla de circulación.

-Anunció usted un próximo libro sobre su vida junto a Borges.

-Bueno, no, me lo han pedido. Hace varios años que me vienen pidiendo eso, y posiblemente lo haga. Pero es un libro complejo, porque hay una parte que va a ser la parte de mi conocimiento, y como me dice la gente: hasta donde quiera y como yo quiera, mi relato de mi vida con Borges desde mi conocimiento con él. Y otra parte, y ahí viene el problema, va a ser lo que ocurre a partir de la muerte de Borges en mi vida, que fue una vergüenza, un escándalo que debo aclarar y dejar sentado. No me dijo, que me contó, que lo leí, sino con las pruebas legales que acompañen a esa segunda parte. Ahora bien, esa segunda parte no la puedo hacer desde mí, entonces tengo que buscar o bien un interlocutor válido con el cual dialogar, o bien, que va a ser mucho mejor y eso es lo que estamos pensando, si todo eso queda en manos de los abogados que se han ocupado de toda esa infamia, y después, entonces, hacer con el relato de ellos, digamos que con correctores de estilo, tratar de que ellos expliquen lo ocurrido, sin que llegue a ser farragoso, y que alguien todo aquello que ellos digan de una manera, guardando la esencia, por supuesto, la escriba de otra. Y en la tercera parte es donde estarán los fallos judiciales.

-¿Lo considera ya necesario?

-Yo creo que sí, después de 24 años con una serie de sinvergüenzas metiéndose conmigo creo que tengo derecho a hacerlo. La obligación, como me dice el abogado, de hacerlo.

-¿Lo pasó muy mal en todos esos momentos?

-Bueno, no sé, ustedes son periodistas y si han leído las cosas que han inventado, calculen si hubieran inventado lo mismo de ustedes qué hubiera pasado. Yo tengo una paciencia infinita, pero en algún momento la paciencia se termina. Veinticuatro años es mucha paciencia, yo creo que el Buda no la hubiera tenido.

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