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Cultura

Belmondo: "Hay herederos míos por todas partes. Yo ya he acabado"

  • El actor recibe un León de Oro honorífico en el Festival de Venecia, donde cautivó con su carisma y dijo no pensar "jamás en el pasado"

Con 83 años y una carrera de éxito ya cerrada, Jean-Paul Belmondo podría haber elegido esconderse como muchas estrellas y no mostrar su ocaso, pero el actor francés acudió ayer a Venecia, pese a sus problemas físicos, para recoger un León de Oro de honor y asegurar que sólo mira hacia delante. "No pienso jamás en el pasado. Adelante, adelante, adelante", afirmó Belmondo, con una gran dignidad y una enorme sonrisa.

Era su primera visita a la Mostra y se mostró "muy contento y honrado" de recibir el León de Oro por una carrera en el cine que despegó cuando Jean Luc Godard le ofreció protagonizar Al final de la escapada (1960). "Ahí comenzó todo", afirmó Belmondo sobre una película clave en la Nouvelle Vague francesa y en la historia del cine.

El actor llevaba ya nueve años haciendo teatro y con pequeños trabajos en el cine, pero fue Godard el que le dio el papel que marcó su carrera.

Después llegarían colaboraciones con directores como Phillipe de Broca -Godard y él fueron los dos realizadores más importantes de su carrera, reconoció-, François Truffaut, Louis Malle, Vittorio De Sica, Claude Chabrol, Alain Resnais o Peter Brook.

En sus casi 60 años de carrera -se retiró oficialmente el año pasado- no echa de menos ningún papel. "He hecho todo lo que he querido. Ahora amo el sol y el mar". Se muestra rotundo cuando dice que hay herederos suyos "por todas partes. Yo ya he acabado, es el turno de los demás". Palabras sólidas pero breves, difíciles de entender por los problemas provocados por un accidente cardiovascular que sufrió en 2001. Necesita ayuda para caminar y aunque entiende todas las cuestiones, limita al máximo sus respuestas porque le cuesta articular las palabras. Y se intuyen sus ganas de alargarse más sobre su primera visita a Venecia, de turista, con su entonces esposa, en 1960, o cuando le preguntan por la eterna rivalidad/amistad con Alain Delon, con el que realizó la inolvidable Borsalino (1970). "Hemos sido amigos y lo seremos para siempre", dijo Belmondo, aunque agregó un irónico "ahora". Una rivalidad alimentada por los fans, que se dividían entre la belleza absoluta de Delon y la atractiva fealdad de Belmondo, con esa nariz esculpida durante su etapa de boxeador amateur.

La arrolladora simpatía de Belmondo se llevó de calle a los franceses y le hizo trabajar con algunas de las actrices más bellas, como Sophia Loren, Catherine Deneuve o Jean Seberg, como recordó ayer Sophie Marceau al entregarle el León de Oro. Marceau lo calificó de genio, de estrella popular, de incorregible. Un espíritu libre que siempre ejerció "una libertad absoluta. Es un profesional del arte y del amor", dijo la actriz.

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