El veterinario admite que usó Mioflex en los sacrificios de los animales
El facultativo asegura que empleó este medicamento, estipulado para uso humano, junto con un anestésico
La fiscal sostiene que esta sustancia provoca una muerte agónica por ahogamiento
El juicio por el caso de la perrera de Puerto Real se celebró ayer en el Juzgado de lo Penal número 4 de Cádiz de diez de la mañana a cuatro de la tarde. Durante la vista han prestado declaración dos de los tres acusados, la directora del centro y uno de los veterinarios.
En concreto, este veterinario ha explicado que en el desarrollo de los sacrificios animales utilizaba dos tipos de medicamentos: el primero, un anestésico administrado en grandes dosis, el Tiobarbital, que provocaba la pérdida de conciencia del animal; y el segundo, el controvertido Mioflex, un componente eutanásico que actuaba a modo de relajante muscular para evitar el rigor mortis de los ejemplares y así facilitar su posterior incineración en el horno crematorio de la perrera puertorrealeña (que era de pequeñas dimensiones).
Según la versión ofrecida por este facultativo, en el momento de inyectar el Mioflex, el animal "estaba clínicamente vivo" si bien se encontraba "próximo a la muerte" e "inconsciente". "Era cuestión de 15 ó 20 segundos que falleciera", manifestó.
El especialista ha señalado que el protocolo que llevaba a cabo en las eutanasias animales era el adecuado. "Eran procedimientos indoloros", ha aseverado. En ningún momento, dijo, recibió órdenes de sus superiores para realizar los sacrificios con Mioflex con objeto de abaratar costes a la empresa. "Mis decisiones clínicas respondían a una cuestión metodológica, no económica".
La fiscal mantiene, sin embargo, que el Mioflex es un poderoso y barato paralizante muscular. Esta sustancia, especifica en su escrito de acusación, provoca en los animales un bloqueo progresivo del aparato respiratorio pero no del corazón, por lo que, después del pinchazo, los ejemplares agonizaban hasta su muerte por ahogamiento en plena consciencia.
El veterinario procesado, que trabajó en El Refugio de 2004 a 2006, ha confirmado la existencia de un informe del Colegio Oficial de Veterinarios donde se concreta que, según las directivas europeas, el Mioflex es un medicamento estipulado para uso humano y no para el sacrificio animal. Aún así, el especialista ha insistido en que siempre aplicó este relajante muscular "junto con otros medicamentos" (el anestésico Tiobarbital, el eutanásico T-16 o el sedante Calmo Neosan, todos ellos admitidos en las eutanasias éticas y regladas); nunca, dice, inyectó Mioflex de forma aislada. "El trato al animal fue bueno, nunca hubo ensañamiento".
Al final de su interrogatorio, el facultativo ha subrayado el especial interés del gerente de la perrera para que todos los trabajadores acatasen los protocolos veterinarios, esto es, que las intervenciones asistenciales se desarrollasen conforme a la legalidad.
De otra parte, la directora de El Refugio ha defendido su papel meramente administrativo en la empresa durante los 17 años que ejerció en ella. Ha dicho que su función se limitaba a tareas de registro de animales y de contacto con los proveedores. No sabía nada de las técnicas empleadas en los procedimientos eutanásicos. Asimismo, esta procesada -al igual que el veterinario- ha indicado que los equipamientos de El Refugio se encontraban en unas condiciones higiénicas óptimas, que las jaulas disponían de unas dimensiones amplias y que los ejemplares sanos siempre estaban separados de los que padecían alguna enfermedad y de los cadáveres.
Es más, la procesada ha dicho que en El Refugio recibían visitas de centros escolares y que la Policía Local de Puerto Real formaba allí a sus perros patrulla. Incluso ha afirmado que el Seprona emprendía inspecciones en las instalaciones de forma asidua y sorpresiva y que nunca formularon denuncia contra ellos.
El juicio por el caso de la perrera continuará el día 17 de este mes con la declaración del tercer acusado, el gerente de El Refugio, y del resto de los testigos, así como con la exposición de las pruebas periciales practicadas.
El Refugio, satisfecho con el primer juicio en España contra una perrera"Mis perros pasaron por un infierno", asevera Simone Righi
Simone Righi y su pareja Ángela Giovanna Fiore están personados en este causa como acusación particular a raíz de una denuncia que formularon en 2007 tras la desaparición de dos de sus perros y la muerte de un tercero. Según relataron ayer por videoconferencia, los italianos decidieron dejar a sus mascotas en El Refugio durante un fin de semana en régimen de residencia. Cuando el lunes fueron a recogerlos, un veterinario (acusado pero declarado en rebeldía) les explicó que alguien había entrado en el centro y había robado varios ejemplares, mientras que otros habían muerto tras pelearse entre ellos. Una de las víctimas era uno de sus canes. El animal estaba dentro de un congelador y no presentaba signos de lucha, aseguraron. "Mis perros pasaron por un infierno".
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por Hospitales Pascual
Hablamos con Dr. Francisco Bermúdez Ordoñez, Urólogo del Hospital Virgen de las Montañas