A salvo por narices

seguridad ciudadana Los perros policías que actúan en la Bahía de Cádiz

Se han hartado de trabajar en la campaña electoral, buscando posibles explosivos antes de los grandes mítines · 4 policías y 10 perros conforman la Unidad Canina del CNP, creada hace 5 años

Andrés, uno de los policías de la Unidad, jugando con Hutch, su perro especializado en detección de droga.
Rosa Romero / Cádiz

20 de noviembre 2011 - 05:01

Se coloca el uniforme a todo correr para poder atendernos. Es miércoles al mediodía y acaba de llegar de San Fernando, donde ha tenido que ir a hacer una minuciosa inspección antes de un acto electoral del cabeza de lista del PSOE por Cádiz al Congreso de los Diputados, Manuel Chaves. Ha ido con su compañero, aunque este último no va uniformado. Son Andrés, uno de los cuatro agentes que conforman la Unidad Canina del Cuerpo Nacional de Policía, y Argos, su perro especializado en la detección de explosivos.

Y es que no sólo son los políticos los que trabajan a destajo en las campañas electorales. Andrés y Argos, así como los otros tres agentes de la Unidad Canina, Francisco Javier, Ricardo y Pedro, con sus respectivos perros, se han hartado de currar en esta campaña que llegó a su fin este pasado viernes por la noche.

No ha habido mitin importante que se precie o cónclave de gerifaltes cuyos escenarios no hayan sido previamente inspeccionados por los agentes de esta unidad con sus animales.

"Busca, Argos, busca". Busca en escenario, busca en tribuna, busca en coche. Busca que te busca, todo y todos a salvo. Por narices. Y nunca mejor dicho en este caso.

Porque, explica Andrés, un perro, para poder ser entrenado para detectar explosivos, tiene que tener antes que otra cosa buen olfato. También muchas ganas de agradar a su dueño y, sobre todo, ganas de jugar con su juguete, en su caso, una bola de goma llena de mordiscos que delatan el trasiego continuo, el adiestramiento incesante.

Estamos en el polígono de tiro Janer, propiedad de la Armada. en la curva de Torregorda, a caballo entre los términos de Cádiz y San Fernando, donde la Unidad Canina del Cuerpo Nacional de Policía de Cádiz tiene su sede. En unas instalaciones más que dignas y acordes sin duda para sus necesidades. Entramos dentro y Andrés nos va mostrando las dependencias.

Desde fuera, se escuchan ladridos. Y uno de los otros 'funcionarios' de esta Unidad, una revoltosa perra labradora, asoma su hocico a través de la ventana. Ella y los demás están fuera, distribuidos en jaulas anexas.

En total, ahora mismo esta unidad, que se creó hace cinco años, cuenta con 10 perros. Lo normal sería que fueran ocho, ya que cada agente cuenta con dos perros a su cargo. Uno, para la búsqueda de explosivos. Y el otro, para la búsqueda de drogas e incluso de dinero, de papel moneda, las dos funciones principales que tienen asignadas estos agentes.

Pero hay dos perros más porque otros dos están en 'trámites de jubilación'. Uno de ellos es el único perro de raza cocker con que cuenta la Unidad, Randy, cuya veteranía queda al descubierto, no sólo por las canas que cubren buena parte de su pelaje antaño negro, sino por su respiración, que suena ya casi asmática. Tara, una coqueta labradora, ha ocupado su puesto. Randy va a tener sin embargo un retiro dorado: le han buscado un chalecito en Chiclana. Los demás perros son un golden retriever (el de Andrés, que busca explosivos), dos pastores alemanes, uno de ellos, de línea checa, y los restantes, labradores de color canela. Porque no los eligen por su estética, sino por sus aptitudes. Y el olfato y las ganas de juerga priman sobre todas las cosas.

Dentro, Andrés sigue enseñando las dependencias mientras fuera, se les oye saltar y brincar en sus jaulas, contentos por la visita.

Primero, un vistazo a la sala de reuniones, donde pocas veces pueden reunirse ya que trabajo nos les falta. Las dependencias de almacén, en las que guardan sobre todo la comida de los perros junto a los juguetes y las correas. El agente aprovecha para hacer un inciso: quiere dejar meridianamente claro que es totalmente incierta la leyenda urbana de que a los canes se les suministran drogas, y que por eso, porque tienen el 'mono', las detectan. "Si a un perro le das un estupefaciente, seguro que se muere. Es totalmente mentira, y es absurdo. Sólo comen pienso", dice señalando a la montaña de paquetes de pienso especial para perros que se amontonan en la habitación.

En la puerta de junto, está la 'enfermería', la sala de curas, en la que los animales reciben los cuidados necesarios por parte de veterinarios. Y, para finalizar, los vestuarios para el personal. Dos. Para mujeres (por si alguna vez llega alguna agente de policía) y para hombres. Ahora mismo, los único cuatro agentes utilizan indistintamente ambos. Van más que sobrados. Porque en realidad, el catálogo para esta Unidad contempla una plantilla de seis personas, dos con mando, un subinspector y un oficial, plazas que están vacantes, y cuatro agentes rasos.

Por turnos, dos de ellos tienen que estar localizables las 24 horas del día. Para cualquier emergencia que pueda surgir. Como la acaecida sólo dos días atrás, cuando precisamente Andrés tuvo que ir a registrar un chalé en El Puerto. En esta ocasión, sin embargo, el elegido para la misión no era su golden retriever, su perro de explosivos. Era su otro compañero, Hutch, el pastor alemán especializado en el hallazgo de drogas.

Argos y Hutch se llevan bien. Tanto, que no sólo comparten a su guía, sino también juguete. Andrés siempre se los lleva a los dos en cualquier misión que le toque. Aunque sólo uno de ellos vaya a trabajar.

Tras las explicaciones, llega la hora de las demostraciones. Empieza la acción. Salimos para fuera y Andrés saca primero a Hutch. Le lanza el juguete y el pastor alemán corre que se las pela hasta alcanzarlo. Lo recoge y vuelve junto a su dueño. En este momento no dispone de ningún trozo de hachís para que podamos ver cómo lo detecta Hutch. En caso contrario, explica, el perro se habría lanzado rápidamente sobre su presa, arañando el lugar e incluso, llegando a morder el fardo o paquete de hachís. O de cocaína. O de lo que sea. Porque estos perros están adiestrados para detectar cualquier tipo de droga y junto a ella, posibles fajos de billetes que algún narco halla ocultado en cualquier sitio.

Otro tanto de lo mismo ocurre con los explosivos. Los animales de la Unidad Canina de Cádiz, que atiende a todo el ámbito de la Bahía (en la zona del Campo de Gibraltar hay otras dos, una en Algeciras y otra en La Línea, dada la complejidad de la provincia gaditana), han sido entrenados para alertar de la presencia de PG2 (explosivo que utilizan los militares), la tradicional goma 2 que durante años utilizó ETA, el clorato potásico y el nitrato amónico. En este caso, tenemos suerte y hay una muestra de PG2 a mano. Le toca trabajar a Argos.

Sin que el perro se dé cuenta, Andrés ha escondido en el maletero una pequeña muestra del explosivo. Después, lo llama. "Busca en coche, Argos, busca". El perro se acerca con parsimonia. No en vano está buscando una posible bomba. Da una vuelta completa al coche y se sienta justo al lado de la zona del maletero donde está el señuelo. Lo marca sin hacer ruido. "Bien, Argos, bien". Y Argos recibe su bola sin parar de mover la cola.

Después, le toca disfrutar. Jugar. Y demuestra que es el más zalamero. Le tiran la bola y como Lourdes, la fotógrafa, se ha agachado para hacerle una foto, llega corriendo con su juguete hasta ella y se le sienta delante. Esperando su caricia. Su premio por su trabajo.

Allí todos disfrutan con su trabajo. Los perros, porque para ellos todo es un juego. Los agentes, porque para ellos es muy satisfactorio contemplar cómo sus animales, a los que se encargan ellos en exclusiva de entrenar, aprenden cada día algo nuevo. "Siempre hay cosas nuevas por enseñarles. Nuevos explosivos o drogas, escondites nuevos, lugares desconocidos que hay que inspeccionar".

A diario, los agentes e la Unidad Canina efectúan lo que se denomina requisas, inspecciones en los lugares que pueden ser objetivo de atentados. Los fines de semana, cuando juega el Cádiz en el Carranza, toca batida previa. Para prevenir. Y siempre que pueden, están abiertos a todas las demostraciones que les solicitan asociaciones o colegios. En campaña electoral, imposible. Ya hemos dicho que en esta última no han parado. Y el año que viene, 2012, con el Bicentenario, ya vaticinan que estarán más que saturados. Aunque, entonces, lógicamente, contarán con refuerzos de Madrid o de Sevilla.

El anuncio de ETA de que ya va a dejar de matar, realizado hace un mes, no les ha hecho bajar la guardia. "Nosotros siempre trabajamos con la máxima alerta. La tensión es máxima cada vez que nos llaman para actuar. Porque ya sabemos lo que puede ocurrir cuando se baja la guardia. Ya se han dado algunos casos, como el perro que murió en Barcelona al inspeccionar una mochila". Busca, Argos, busca. Bien, sit, toma tu pelota, que te las has ganado.

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