Rafael Contreras, empresario y vicepresidente del Cádiz CF: “El proyecto del Cádiz recuperará mucho empleo perdido en la Bahía”
entrevista
“Con Sportech City tenemos que ser capaces de crear una industria blanca vinculada a la tecnología, el deporte y la salud que genere riqueza en la Bahía”
Después de una larga trayectoria empresarial, en la que fue capaz de alumbrar empresas como Carbures, Rafael Contreras llegó al Cádiz hace dos años con intención de contribuir a su crecimiento económico y deportivo. El proyecto de Sportech, que debe avanzar en los antiguos terrenos de Delphi y generar empleo en la Bahía de Cádiz, es la joya de la corona. Esta semana concedió una entrevista en la que habló de sus vivencias, de sus momentos más difíciles con la caída en los mercados bursátiles de Carbures o de sus ideas en el mundo de los negocios.
–¿Se puede dirigir un club de fútbol como una empresa?
–Cuando se dice que un club se gestiona como una empresa parece que es un término negativo, incluso peyorativo, pero a día de hoy todas las organizaciones del mundo se gestionan como empresas. Esto no es más que una disciplina y un conocimiento. No pienso que un club, o cualquier organización, pierda su esencia por gestionarse como una empresa, al contrario, gana en eficiencia en sus objetivos. Y en el caso del fútbol tiene todas las connotaciones, por las características propias de su sector. Ahí el Cádiz cuenta con una ventaja competitiva enorme, que muchas veces no somos, y me incluyo, capaces de apreciar, como es la experiencia en el sector. En este caso Manolo Vizcaíno la tiene y la aporta al club. Es muy difícil encontrar gestores en el mundo del fútbol que tengan más de 20 años de experiencia. Eso es un activo, un intangible, que muchas veces no sabemos valorar, pero yo, que estoy en la gestión diaria, lo percibo. Nuestra posición gana muchísimo de ello.
–¿Y los sentimientos?
–Ese es un elemento que no se puede olvidar. Y más en el Cádiz. Soy gaditano, es el equipo de mi tierra, y esto hace que vaya acompañado de otros muchos elementos. No es una gestión aséptica empresarial. Tienes ese sentimiento, pero es lo único diferencial.
–¿Cómo comienza vuestra historia, ese cuando Contreras encontró a Vizcaíno?
–Viene de atrás porque yo soy patrocinador del Cádiz desde tiempos inmemoriales. Carbures estuvo en la camiseta hace mucho tiempo, luego Torrot, Airtificial… Aunque he estado mucho tiempo viajando, desde mis empresas he estado siempre apoyando al Cádiz. Teníamos una relación más distante pero a partir de un momento en que Manolo me llama y me cuenta su proyecto, su visión, y coincide con un momento vital en que tengo ganas de volver a casa, iniciamos esta nueva fase. Estuvimos casi un año y medio de conversaciones, de ver la realidad del Cádiz, de noviazgo, y ahora además de mi presidente, de un proyecto al que me sumo, pues es ya un muy buen amigo con una visión preclara de lo que podríamos hacer en el mundo del fútbol con el Cádiz. Está trabajando de denodadamente para lograrlo. Vengo a jugar ese papel con él de vicepresidente y de ayudarle a la transformación de ese modelo de la industria del fútbol en general.
–Cuando empezó en la Universidad de Cádiz con aquella idea de Carbures ¿se imaginó vinculado al deporte?
–Profesionalmente como gestor nunca. Yo jugué en categoría nacional en los juveniles en Cádiz, he estado en el Safa San Luis, equipo del que han salido jugadores como Pinto o Iza, luego he jugado mucho a fútbol sala. Nunca he llegado a ser profesional pero sí he jugado en categorías chusqueras, por decirlo así. He estado vinculado al fútbol pero no en términos de gestión. No era algo que me plantease ni que estuviera en mi horizonte. El fútbol profesional ha cambiado muchísimo, es otra realidad, está muy reglado, está creciendo a nivel mundial por encima de los dos dígitos, es un sector atractivo. Pero, bueno, a tu pregunta: No. Yo vengo del sector aeronáutico, donde montamos Carbures, con mi catedrático Manuel Galán Vallejo en la Universidad, vivimos nuestra propia historia, pasamos de una plantilla de cuatro personas a otra de casi 1.200 en todo el mundo, a tener fábricas en 17 países, a ser una empresa cotizada en el mercado continuo, y ahí sigue, ahora ya como Airtificial pero sigue su historia.
–Recorrió los EEUU con su primo vendiendo su idea.
–No sólo los EEUU, también China, Alemania, México… viviendo lo que en aquel momento era un sueño.
–¿Actualmente está desvinculado de Airtificial?
–Soy accionista, soy un espectador. Veo la gestión desde fuera, conozco lógicamente a todos los que la están dirigiendo pero nada más.
–¿Tiene la sensación de que le han quitado algo suyo?
–Tengo más la sensación de cuando tu hija se casa, se va con su pareja, hace su propia vida y va a verte los fines de semana. Algo así.
–¿Y se ha casado bien la niña?
–Muy bien. Es una empresa sólida, está en el mercado continuo, donde yo la dejé, y la veo con cierta nostalgia, me gustaría verla más a menudo, pero hasta ahí. He vivido una historia de crecimiento. Carbures nace aquí, éramos cuatro en un grupo de investigación de la facultad, facturando seis millones de las antiguas pesetas, la dejamos facturando ciento y pico de millones de euros, con más de 1.000 empleados, con 480 empleos en el eje Sevilla-Cádiz, la planta de Jerez no existía y ahora mismo está junto a la Escuela de Pilotos y los resultados y la realidad están ahí. Hay creación de empleo.
–Entonces, los que decían que su empresa no existía y casi la comparaban con Gowex, una firma de telecomunicaciones que vendía humo en forma de wifi para los pueblos, y que arrastró sus acciones en caída, ¿estaban equivocados?
–Nosotros demostramos meses después de aquello que éramos una empresa real que producía cosas reales, lo que pasa que los mercados financieros funcionan como lo hacen y habían tormentas perfectas. Nosotros somos una empresa proveedora de Airbus de primer nivel, que hemos entregado piezas de aviones desde el primer día, pero bueno, leyendas urbanas hay muchísimas.
–¿Y se han incrementado al llegar al Cádiz?
–Pues sí, muchísimo, por esa visualización de la que antes le hablaba. Parecía que no existía nada pero hay mucho empleo, muchas familias viviendo de esa empresa que creamos, de ese germen que hicimos, y de la que me siento muy orgulloso. Tampoco yo le hago mucho caso. Al 95% de la gente que dice en tertulias que me conoce yo no la conozco de nada. Pasamos de cuatro empleados a 1.200. Con la pandemia se puso en 900, entre Aeropolis y El Puerto ha llegado a haber 600 trabajadores, en fin. Escuchas cosas que no entiendes pero tampoco pierdo el tiempo demasiado.
–El último premio Pulitzer de literatura se titula Fortuna, de Hernán Díaz, y gira sobre el crack del 29. Usted sufrió su particular crack del 29 con el desplome de las acciones de Carbures en horas. ¿Cómo vivió aquello?
–Lógicamente con muchísima tensión, sobre todo porque te coge demasiado joven y demasiado inexperto. En aquellos momentos mi preocupación era más el desarrollo de la empresa que el propio rendimiento económico. La empresa llegó a cotizar por un valor de casi 800 millones de euros, y claro, piensas que en aquel momento era una valoración personal brutal. Pero yo me dediqué a seguir viajando a China, a EEUU, en fin, lo que sí es verdad es que ahí aprendí muchísimo del plano corporativo, del crecimiento, de un mercado financiero donde yo, honestamente, estaba muy verde. Lo viví con tensión personal pero supe rodearme de gente para aguantar el tirón. Fue mi crack del 29 particular pero me enseñó mucho. Porque si ves la historia de Carbures empieza como un spinoff y ya te he contado cómo creció. Al final, los economistas leemos la historia por la tendencia, los picos de la vida no existen. Los picos altos y bajos de Carbures fueron abundante, pero si miras la tendencia es otra cosa. Si me hubieras cogido a mí en la universidad, cuando yo monto la empresa, y me dices: dentro de 15 años la empresa va a estar aquí, cotizando en el mercado continuo, valiendo 180 millones y con tantos empleados, yo lo habría firmado. Cuando tocas el pico de 700 crees que esa es tu realidad, pero lo que importa es un proyecto por detrás. Y la realidad es que haces piezas de verdad para aviones de verdad, de los que vuelan. Eso es real. Estamos en aviones de todo el mundo, hemos creado empleo, a mí me ha ido bien, provengo de una familia normal de funcionarios, no vengo de una familia rica, no lo digo como demérito sino como la realidad que es, y en términos de gestión de empresas ahí estamos.
–¿Empresarialmente cómo ve al Cádiz?
–Lo vería como una startup potente, que puede crecer muchísimo en una industria que crece y eso implica beneficio para el entorno.
–Y como economista, ¿estamos en un pico del Cádiz o su realidad es esta, ese asentamiento en Primera?
–Aquí hay dos planos. El Cádiz está en un pico deportivo, por segunda vez en su historia está manteniéndose varios años en Primera, y ahora estamos trabajando en la consolidación empresarial. Esto supone que la próxima vez que el Cádiz tenga una crisis deportiva sea un resfriado, no una pulmonía.
–¿Tiene potencial de crecimiento?
–Ahora mismo el Cádiz está copado en términos de ingresos, no tiene más capacidad de crecimiento. Podríamos crecer pero no queremos hacerlo sobre el abonado o el socio de Cádiz. La venta de entradas igual. El estadio está lleno, otra cosa es que el que tiene un abono venga o no. Y luego están los patrocinios. Desgraciadamente en términos empresariales la provincia de Cádiz no es Pamplona, por ejemplo, o Getafe. Nosotros tenemos que ver como competimos con nuestra realidad. En eso tengo muchísima experiencia, porque he construido una empresa en Cádiz, y hay que tener una visión global. A día de hoy el Cádiz tiene que buscar maneras para seguir creciendo en lo deportivo.
–¿En qué situación está el proyecto Sportech en los antiguos terrenos de Delphi? ¿Varía algo su hoja de ruta con el nuevo partido que va a gobernar en Puerto Real?
–Nos puede afectar el cambio de gobierno en Puerto Real o en Cádiz. Reanalizaremos la situación pero a efectos globales del proyecto no veo grandes diferencias. Yo soy un convencido de que vamos a llegar a un acuerdo con la administración para que todos los proyectos tengan cabida. Mi percepción es que eso va a ocurrir. Ya hemos acabado las tareas de limpieza de la zona y el paso siguiente es acomodar todos los proyectos. Si mañana viene Google y dice que necesita esos terrenos para montar una historia en Cádiz seremos los primeros en ponerlos a su disposición, pero el Cádiz tiene su propio proyecto y buscaremos las alternativas mejores, y esa es real y es nuestra, más allá de intoxicaciones interesadas. La realidad es que el proyecto sigue adelante. Hemos tenido reuniones en Madrid con inversores, tenemos dinero, la capacidad de recuperación de empleo que se ha perdido, somos uno de los exponentes claros para recuperarlos y podemos colocar la primera piedra mañana.
–La Liga Impulso busca precisamente encontrar esas nuevas formas de ingresos para los clubes.
–Es que el mismo problema que nosotros lo tienen otros clubes, que los ingresos tradicionales están tocando ese límite. Todo el mundo está trabajando en qué ingreso extraordinario es capaz de generar. El Cádiz tiene que aprovechar la potencia de la provincia y de su posicionamiento estratégico, tenemos que ser capaces de crear una industria blanca que nos permita generar esos ingresos aprovechando también la Marca Cádiz, que nosotros contribuimos a crearla estando en Primera. Eso revertirá en la calidad deportiva que, a su vez, retroalimentará la parte económica. Ese es el modelo en que estamos trabajando y los suelos de Delphi, de Sportech, son una parte estratégica de ese crecimiento. Soy optimista.
–¿Le ha devuelto el Cádiz la ilusión tras algunos desengaños como Torrot o Muving?
–Al principio, hablando con Manolo Vizcaíno, siempre me decía que sólo he cometido un error principal: querer traer inversiones a Cádiz. Hay dos cuestiones diferentes, una Torrot, que llevábamos 23 años sin que viniera ninguna industria a Cádiz. Yo peleé por traerla, y lo conseguí en la fase inicial, pero donde se toman las decisiones, que es en consejos de administración con gente de muchos lugares, se priorizó volver a Girona. Ahí, entre comillas, yo perdí la batalla política dentro de ese consejo, y lo que era una inversión que iba a llegar finalmente se torció. Pero en el camino dejó dinero, dejó parte de inversión y al final es cierto que fue un proyecto fallido. Esa es la realidad de la pelea. ¿Es culpa mía? Probablemente, porque si la inversión la llevo a Soria y al final no sale pues ahí termina. Pero el aspecto de ser de aquí tiene esa connotación negativa. Tengo más sensación de fracaso social que empresarial. Lo que la gente no sabe es que esa decisión de salirse de Cádiz me costó a mí irme de Torrot, porque yo personalmente elegí irme y me costó dinero y mi posición.
–¿Y Muving?
–Es otra historia completamente diferente. Muving es un servicio que sólo tienen las grandes ciudades del mundo, y el único motivo que estuviera aquí es porque yo soy de Cádiz. Hemos estado cinco años, estaban dados de alta cerca de 20.000 usuarios, funcionaba muy bien, pero a Muving se lo lleva por delante una pandemia donde pasamos a ingresos cero. Pero se la lleva de aquí y de otros muchos sitios, a Muving y a otras empresas de movilidad. Es una pena pero es así.
–¿Tiene la sensación de que nadie es profeta en su tierra?
–Sí, pero no me lo tomo mal. Lo que sí es verdad que de mi entrada en el Cádiz, la compra de los terrenos, la visión empresarial, se hace una lectura muy sesgada. Pero al final ha habido creación de empleo también. A veces los españoles, los andaluces y los gaditanos especialmente somos muy cainitas. Tengo una gran visión de la provincia, tiene un potencial de fuego brutal, que si fuéramos capaces de actuar de manera conjunta y de convencernos nos haría aún más competitivos. Si en vez de ponerle energía en demostrar que el vecino es malo se la pusiéramos a venderlo pues seríamos mucho mejor. Pero en Cádiz se vive demasiado bien para quejarse lo más mínimo.
–Me decía antes que el Cádiz tiene los ingresos copados. ¿Tienen algo en mente para insuflarle dinero?
–Hay dos partes: una, que es la que vamos a hacer, que es ampliar capital, que los accionistas actuales sigamos poniendo dinero en el club, esa es una vía que te da un cierto recorrido, aunque no debe ser la apuesta permanente, porque eso nos dejaría en manos del fondo de turno o del extranjero de turno, esa es una amenaza real.
–Y aparte de esa ampliación de capital, ¿cuál es la otra forma de crecer?
–El proyecto de Sportech del que ya he hablado. Una industria blanca relacionada con el mundo de la salud y el deporte, donde el Cádiz tenga un papel inversor. Es decir, lo vamos a hacer con otros operadores sectoriales potentes, vamos avanzando en esa línea de trabajo. El objetivo es incorporar esos 30-40 millones al presupuesto, que es lo que haría darle el salto de calidad al club.
–¿Les llegan ofertas para comprar el club?
–Llegan sí, con cierta periodicidad, pero no es algo que estamos considerando. El Cádiz es ahora un club muy apetitoso, pero ni Manolo ni yo estamos en esa foto, estamos en el ejercicio de consolidación deportiva y económica. Trabajaremos de la mano del ecosistema de Cádiz y de las administraciones con este proyecto de Sportech.
–¿Se valorará lo que están haciendo con el Cádiz en algún momento?
–Eso espero, sobre todo lo que está haciendo Manolo, que se está desviviendo por el club y por lo que representa socialmente por su identidad, porque recupere su historia. Está sentando unas bases de construcción del club reales, esos cimientos están ahí. Manolo está poniendo la base de un Cádiz potente no sólo en nivel deportivo sino también institucional, por eso me he sumado al proyecto y estoy en la propiedad con Manolo, que es el socio mayoritario junto a mí y Ben Harburg, no hay discusión en esto. Ese debate sólo se plantea cuando alguien se quiere meter con Manolo. Sé cómo estamos trabajando, como estamos invirtiendo no sólo como club deportivo sino como institución. La masa social del Cádiz tiene una valoración positiva de nuestra labor, recibimos mucho apoyo y el nivel de aceptación es muy alto, pero si hay 200 que chillan se imponen a esa mayoría silenciosa. La última parte de la temporada ha sido un espectáculo en el estadio, más allá del fútbol. Una comunión impresionante.
–¿Han abandonado la idea de construir un nuevo campo?
–En ningún caso. Estamos pendiente de las opciones y las posibilidades. Nunca sería fuera de la ciudad de Cádiz, ya lo ha dicho Manolo. Creo que sería bueno para la ciudad, para el Cádiz y para el cadismo. Tenemos 17.000 abonados pero inscritas en todo lo que es el ecosistema del Cádiz ahora mismo hay 42.000 personas, y representamos una población equivalente a la del Sevilla o el Betis. Consideramos que 900.000 personas de la provincia son nuestro ámbito de actuación, esa masa social. Hay que darles posibilidades de vivirlo y a día de hoy no lo tenemos.
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