Coronavirus en Cádiz: incidencia en la hostelería

La merienda regresa a la vida

  • Las cafeterías de Cádiz celebran la rectificación de la Junta permitiendo la apertura de sus establecimientos entre las seis y las ocho de tarde, un tramo vital para el negocio

Una camarera sirve unas raciones de churros en La Marina.

Una camarera sirve unas raciones de churros en La Marina. / Jesús Marín

El cierre de la hostelería a las seis de la tarde supuso un jarro de agua fría para estos negocios ya de por sí, como tantos otros de distintos sectores económicos, castigados por el historial de limitaciones que están viviendo desde marzo. Y el cierre, decretado hace una semana, entre las seis y las ocho de la tarde mientras el resto del comercio ampliaba su horario arrojó todo un cubo de hielo a establecimientos como las cafeterías, un negocio que depende y mucho de este tramo horario por las meriendas, que ahora regresan a la vida cotidiana, y a las cafeterías, con la rectificación llevada a cabo por la Junta de Andalucía.

Carmen Criado Pérez es propietaria de La Marina, la señera cafetería de la plaza de las Flores de Cádiz, esquina a Libertad, de cuya cocina salen cada día centenares de platos de churros que se acompañan de cafés y un chocolate bien caliente. El negocio recuperó ayer tarde esas dos horas, en un cambio de rumbo “necesario” de los responsables de la Junta.

En una buena tarde, y en un cálculo rápido, Carmen Criado explica que entre las seis y las ocho de la tarde el churrero de La Marina puede emplear alrededor de unos 20 kilos de harina, una cifra significativa que es variable en función del día de la semana del que hablemos y que en estos días, con el comercio de nuevo abierto y los regalos navideños en el horizonte de todas las familias, puede convertirse en un gasto habitual.

La responsable de este establecimiento agradece la flexibilidad horaria para recuperar las meriendas sobre todo por el personal, por una plantilla castigada desde que la pandemia mostró su peor versión y que mantiene, no sin dificultades, con cuatro personas acogida a un ERTE y otras siete trabajando. Pero con el cierre a las seis, La Marina optó por cerrar sus puertas a las tres de la tarde al entender que no tendría sentido mantener abierto en un horario en el que el negocio no funciona bien. “El cambio me ha dado mucha alegría por el personal, que lo está pasando muy mal”, explica la dueña del negocio.

Carmen Criado afirma que los clientes han mostrado también su “satisfacción” por la reapertura en esta franja horaria, “una luz en medio de este año tan malo”.

Al otro lado de Cádiz, en Puertatierra por tanto, está La Regadera, la pequeña cafetería de la calle García de Sola con sello e identidad propia que también ayer recuperó la costumbre perdida en las últimas semanas de servir meriendas, en este caso con una repostería casera de excelente nivel.

Olga Barroso, su responsable, admite que el jueves se llevó “un gran sorpresa y una gran alegría” cuando conoció la rectificación del horario: “Sinceramente, no sabía cómo iba a subsistir. Esto es un pequeño aliento para seguir luchando, pequeño porque con el aforo limitado tenemos muchos menos ingresos. Pero estas dos horas, al menos, nos permiten recuperar las meriendas, que son el 65% de nuestro sustento”.

Hasta ahora, tras cerrar al mediodía, La Regadera ha abierto de cuatro a seis de la tarde con escasa actividad: hasta las cinco servían algunos cafés y hasta las seis, alguna merienda, pero pocas. Sus elaboraciones, con materias primas naturales y de calidad, se han visto afectadas por las restricciones de la pandemia, con una repostería diaria que han tenido que reducir casi en un 70% para seguir manteniendo los productos frescos. “Estas dos horas nos dan más fuerza y un poco de respiro”, sentencia Olga.

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