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Considerada la ciudad puerta de la Sierra, Arcos ofrece al visitante una ubicación privilegiada a medio camino entra la costa y la montaña. Patrimonio, cultura y naturaleza y un conjunto monumental singular son sus mejores cartas de visita
En Arcos no hay playa, pero sí playita. En la zona de la Molinera, el Ayuntamiento tiene acondicionado un espacio para el baño en la cola del embalse, que ofrece además la oportunidad de realizar deportes náuticos.
Arcos no se entiende sin su rico patrimonio cultural. Buena cuenta de ello se puede apreciar entrando en alguna de sus iglesias. El altar de la basílica menor de Santa María o la iglesia de San Pedro, en el Casco Antiguo, son un ejemplo de ello.
Torres y miradores. Cualquier rincón de la Peña de Arcos puede ser un buen sitio para admirar el horizonte. La ciudad ofrece vistas desde las torres de las iglesias de Santa María y San Pedro, que están abiertas al público. También hay miradores genuinos como el balcón de la plaza del Cabildo.
Si hay un edificio que habla del auge del turismo en Arcos ese es su Parador Nacional, que lleva más de medio siglo ofreciendo lo mejor al visitante. Su terraza al amanecer o al atardecer es un lujo para los sentidos.
La gastronomía en Arcos es de obligado cumplimiento para el foráneo que quiera aproximarse a la cultura de los platos de cuchara, la huerta, la chacina, quesos y los vinos de la zona. Tanto en restaurantes, bares de toda la vida y ventas rurales dan buena cuenta de ello.
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