El etarra al que nadie recogió
Mientras Kubati causaba revuelo en Puerto 1, un ex del Comando Vizcaya salía de Puerto 3 sin que ninguna persona le esperara
Después de 27 años en la cárcel, la libertad era la soledad. Diez de la noche en Puerto 3. A menos de 50 metros de allí víctimas del terrorismo increpan a José María López, el sanguinario Kubati, que ha salido con una gran bolsa con su ropa y una caja con una televisión de plasma. Además del medio centenar de personas que le esperaba para llamarle asesino, Kubati se vio acompañado en su salida por un cordón policial, un abogado enviado por la coordinadora de presos que estuvo varias horas esperando junto a la garita de entrada y dos familiares. Toda una multitud.
José Félix Zabarte, al que no se le conoce mote y, si lo tiene, desde luego, no es famoso, se encontró a esa misma hora junto a la silenciosa garita de Puerto 3, donde había pasado los seis últimos años de su condena. Los teletipos mencionaban su nombre entre los trece etarras excarcelados por la Audiencia Nacional a pie de la relación, quizá debido a la 'Z' de su apellido. No se informaba de en qué prisión se encontraba. Esa 'sombra' para los medios de comunicación parecía extenderse a la organización abertzale que se está encargando de recoger por toda España a todos los miembros de ETA que la revocación de la 'doctrina Parot' por Estrasburgo está dejando en libertad. Absolutamente nadie se encontraba en la puerta para recoger a Zabarte ni para prestarle asistencia letrada. Después de 27 años, la oscuridad del campo y los focos de la prisión dándole la espalda. Toda una fiesta.
Fuentes policiales han comentado a este medio la estupefacción en la cara de Zabarte, de 56 años, al encontrarse en plena noche fuera de la prisión sin que nadie acudiera a recogerle. Unos treinta minutos tuvo que esperar, después de los incidentes que se habían producido con Kubati, a que alguien se acordara de él.
Zabarte nunca fue nadie demasiado importante en la organización criminal ni fuera ni dentro de la cárcel, aunque no era ningún santo. Perteneció al Comando Vizcaya en los años 80 y fue condenado en su día a 262 años por tres asesinatos y varios atentados y robos. Por beneficios penitenciarios tendría que haber salido de la cárcel hace cinco años, pero se le aplicó la 'doctrina Parot' para evitar su excarcelación.
En su historial destaca la sangre fría con la que en 1983 asesinó al policía nacional Julio Segarra en pleno centro de Bilbao cuando la víctima iba acompañada de su mujer, en avanzado estado de gestación. Ese mismo año la banda le ordenó acabar con otro policía, el cabo Pedro Barquero. Cumplió con precisión. El tercer crimen directo que se le atribuye ocurrió en 1985. En esta ocasión se trató de un pescador de Lequeitio, Ignacio Montes, que regresaba a su casa tras haber tomado unas cuantas copas en un bar de la localidad. Fue cazado en el portal de su casa por Zabarte, que actuó solo. Primero le disparó una vez desde lejos, luego se acercó despacio al herido y le remató con siete tiros más, la mitad de ellos innecesarios. En el juicio por este crimen confesó haberlo realizado, pero la única razón que esgrimió fue que se trataba de un mandato recibido por la organización. Es decir, no conocía de nada a Montes y su ensañamiento podía obedecer, se dijo en su tiempo, a la sospecha de ETA de que Montes quizá estuviera colaborando con la policía. Hubo muchos crímenes de este tipo en aquella época contra trabajadores que nada parecían tener que ver con la 'lucha armada'. Con la misma arma que acabó con la vida de Montes, ETA mató a cinco personas más. Tras su detención, denunció a la policía por torturas.
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