“Hace unos meses temíamos una desaceleración, pero el parón no termina de llegar”. Así resume Jorge Fernández, secretario general de la Federación Provincial de Empresarios de la Construcción, el momento del mercado inmobiliario gaditano. Pese al aumento de precios –hasta un 14% respecto al año anterior- y las dificultades de los jóvenes para comprar una vivienda, la demanda sigue siendo muy superior a la oferta.

La demanda embalsada de la pandemia reactivó el mercado entre 2021 y 2022, cuando se batieron varios récords de operaciones desde la crisis de 2008. El encarecimiento y la subida de tipos de interés hacía temer al sector un parón, aunque, tras un descenso de las operaciones del “15 o el 20%” en el primer trimestre, “estamos de nuevo en el ritmo de ventas del año pasado”.

Paradójicamente, la inflación en Europa juega a favor de las inmobiliarias gaditanas. Los centroeuropeos ven devaluados sus ahorros y encuentran en Cádiz una apuesta segura, según explica Fernández, quien señala a Sotogrande, Roche, Zahara o El Puerto, la costa gaditana en general, como los principales objetivos de quienes buscan viviendas “casi de lujo”.

“El turismo residencial es una oportunidad y la oferta sigue siendo mucho mayor que la demanda, que además es de tipo adquisitivo alto”, apunta el representante de los empresarios de la construcción, que ha puesto en marcha un proyecto para atraer capital extranjero y que los visitantes se queden a vivir. En el turismo residencial también destaca el comprador del norte de España, Madrid o Sevilla.

Costa Ballena es uno de los destinos que ha captado el interés de los inversores, tal y como muestra el entorno del hotel Best, donde en los últimos meses se han proyectado tres promociones casi seguidas. Acciona Inmobiliaria, Grupo Soluciones y Amenábar –una promotora del País Vasco que se estrena en la provincia- ejecutarán más de 200 viviendas en esos suelos. Cádiz capital, según destacan desde la Federación, es otro municipio con un “gran dinamismo” en estos momentos.

Todo ello, pese a que cada vez menos jóvenes pueden acceder a una vivienda. “Generalmente, el perfil de comprador de obra nueva es, desde hace años, un comprador de reposición. En resumen, el propietario que vende una y compra otra o que invierte porque tiene la solvencia económica para hacerlo”, resume Fernández.

El drama, apunta, está en las nuevas generaciones. “No pueden acceder y el problema sigue sin resolverse. Es una demanda que no está atendida y necesita activar la oferta, pero para eso se requiere la ayuda de la administración”, cuenta.