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"Cuando bebía no vivía, no pienso volver atrás"

Una persona rehabilitada lamenta que la sociedad vea el alcoholismo como un vicio y no como una enfermedad

A.Ruiz

15 de noviembre 2015 - 05:01

Salgo de mi encuentro con P., la inicial de un nombre ficticio cualquiera, en un municipio cualquiera de la provincia, más alegre que entristecida. P. tiene detrás una historia dura, muy dura, pero el final es lo mejor. Me presenta a su familia que tanto le ha ayudado a salir adelante. Me dice que tiene trabajo y me cuenta que vive. "Ahora vivo, esa es la diferencia, no te lo puedo explicar de otra manera, es increíble".

Esta mujer está rehabilitada de su adicción al alcohol. Lleva ya varios años sin acercarse a una botella. Ella explica con detalles cómo entró en este círculo, cómo decidió tratarse y cómo logró salir después de verse muerta. Pero más que estos detalles, su experiencia pone de relieve como está instalada en la sociedad la cultura del alcohol y, a su vez, cómo luego desplaza a una persona con problemas por el abuso de esta sustancia, "y más si eres mujer", apuntó P. Si afecta a la salud, y "mucho, no sólo al hígado como se piensa", igual afecta "a las neuronas y a tu entorno".

Esta persona perdió el trabajo una vez al conocerse la enfermedad que padecía y "a pesar de que ya estaba rehabilitada". "La gente no se da cuenta, se cree que bebemos porque queremos, que es un vicio y no lo ven como lo que es, una enfermedad. Tú eres una borracha y punto", afirma. También hubo reticencias para que lo aceptaran en su familia política. "Pero cuando me conocen de verdad, y saben como soy, no quieren que me vayan", bromea en la conversación.

Por eso tiene claro que habría que insistir mucho más en concienciar a la gente, "no se está haciendo bastante y creo que en el futuro puede haber muchos más alcohólicos que ahora", considera. "La persona que tiene un problema con la heroína no puede ir con la jeringuilla por el mundo, pero con el alcohol... No se concibe un almuerzo sin tu vino, una celebración sin una botella por delante". Al alcohol se llega de muchas manera s- "lo sé porque he visto a personas de todo tipo y condición", añade-, "desde una depresión por algo importante que ha pasado en tu vida hasta simplemente por tu estatus social". "Que si cenas, que si eventos y una cosa lleva a la otra. Hay quienes no pueden dejarlo porque en su trabajo tienen comidas de negocios donde el alcohol no puede faltar", incide.

P. se ha llevado años en que lo primero que pensaba era en levantarse e ir rápido a comprar whisky, "era una necesidad". Con varios ingresos y delirium tremens, echa la vista atrás y piensa en lo mal que lo pasó su familia, más que en lo mal que lo pasó ella, que, aseguro tras su relato, fue mucho. "Es muy, muy duro. Volvía a beber sin saber por qué. Yo he tenido la suerte de tenerlos a ellos, a mi padre. Muchos sé que están solos en esto".

Ahora lleva años disfrutando de una cosa "tan simple" como ir al trabajo, "y mirar las casas cuando voy por la calle, no mirar dónde está el almacén que abre más temprano". "Si te digo la verdad, es muy difícil pero no hay excusas. ¿Has visto a la familia qué tengo? No vuelvo atrás, qué va". "Y espero que lo que escribas sirva para que lo vea la sociedad", me dice antes de despedirnos.

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