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Provincia de Cádiz

El agujero negro

  • No sólo el proyecto, sino los cargos políticos que han pasado por Las Aletas, han perdido poder con el paso del tiempo

Agujero negro: Región del espacio-tiempo provocada por una gran concentración de masa en su interior, con enorme aumento de la densidad, lo que genera un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones de luz, pueden escapar de dicha región. Así lo define la conocida Wikipedia.

¿Podría extrapolarse dicha definición a algo tan material e inmaterial a la vez como el proyecto Aletas? Observemos la imagen que acompaña a estas líneas. Fue allá por septiembre de 2009. Era un día grande para toda la clase política gaditana y andaluza. Ese día comenzaban las obras de Las Aletas. Años, tal vez más de una década esperando y, ese día, las máquinas comenzaban su trabajo sobre las 527 hectáreas de terreno más cotizadas de Puerto Real, Cádiz y casi Andalucía.

Pero el efecto del agujero negro comenzó prácticamente ese mismo día. Al poco tiempo, las máquinas tuvieron que detenerse. Una denuncia de Adena (hoy WWF) llevaba a la sentencia del Tribunal Supremo que obligaba al Consorcio de Las Aletas a detener las actuaciones y revisar su proyecto. En ello estamos todavía. Pero, entretanto, el efecto de ese agujero negro ha engullido a Antonio Fernández (ex consejero de Empleo y segundo vicepresidente del consejo rector de Las Aletas); a Francisco González Cabaña, como presidente de la Diputación de Cádiz (órgano por el que comparecía); a José Antonio Barroso (alcalde de Puerto Real durante los últimos 28 años y que perdió su puesto en las pasadas elecciones municipales); a Luis Pizarro (que comparecía en este acto como consejero de la Junta y que fue apartado de todo órgano de poder por su propio partido); a Sebastián Saucedo (subdelegado del Gobierno central en Cádiz durante muchos años, que decidió dar un paso al lado); y, por último, la eterna presidenta del consejo rector de Las Aletas, Juana Lázaro, subsecretaria de Estado de Hacienda durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que cesó en su cargo tras las elecciones del 20-N.

Todo cambio motivado por elecciones o decisiones de partidos son lógicas. El problema es que, en el caso de Las Aletas, el relevo en Madrid no ha conllevado un relevo natural en cargos y órganos. De momento, Las Aletas está flotando en el cosmos, hasta que alguien decida hacia dónde va.

Juana Lázaro fue testigo, allá por 2007, del llamado espíritu de Las Aletas. Ese espíritu, según decía hace pocos días el presidente provincial del PP y de la Diputación, José Loaiza, ha dejado de existir por obra y gracia del último vicepresidente conocido del consejo rector de Las Aletas, el socialista y consejero de Gobernación de la Junta, Francisco Menacho. Aprovechando ese rumbo inerte del Consorcio, convocó para el lunes una reunión en función de su cargo de segundo de abordo.

El papel de la Junta de Andalucía en los últimos cinco años también es digno de análisis. Desde el mismo instante en que el Gobierno central asumió este proyecto como propio, también lo hizo desde el punto de vista de los cargos y de la financiación. Es decir, el presidente o presidenta, sería designado por el Gobierno central. El segundo puesto, sería cosa de la Junta.

El primer escalón no ha cambiado hasta las pasadas elecciones generales. Pero, entretanto, la Junta ha colocado hasta cuatro responsables en este órgano, ya sea por ceses, dimisiones o ascensos. El primero, nombrado el 13 de julio de 2007, fue el entonces viceconsejero de Obras Públicas, Luis García Garrido. Con él nació el consejo rector.

El siguiente en llegar a ese puesto fue Antonio Fernández, en su calidad de consejero de Empleo. Su cese provocó su salida de la vicepresidencia de Las Aletas, aunque fue el que más duró, casi dos años. Le sucedió Luis Pizarro, que llegó a la vicepresidencia de este órgano en abril de 2010. Y justo un año después, en abril de 2011, llegó el último vicepresidente, el actual, Francisco Menacho. Aunque asumió su posición sin hacer ruido, con una labor continuista con respecto a su antecesor, su último giro ha cogido por sorpresa a todos los integrantes de un Consorcio que, por el momento, no saben si tendrán continuidad.

Por cierto, que la sede de Las Aletas, en la capital gaditana, junto al edificio de la Confederación de Empresarios y en el mismo lugar que ocupa la Delegación de Innovación, al menos hasta hace una semana, seguía operativa.

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