Provincia de Cádiz

Sangre de Cádiz en Rusia

  • En el frente ruso cayeron 61 gaditanos. Esta es la historia de algunos de los que hace 70 años se alistaron en la provincia para luchar junto a los nazis y volvieron, derrotados, para contar la mayor aventura de sus vidas

En internet se puede comprar por 400 euros el distintivo usado por el coronel gaditano José Pettenghi en el frente ruso, durante su campaña con la División Azul. Son los restos de la historia a subasta. Este verano se cumplirá el 70 aniversario de la marcha de un grupo de chavales camino de Rusia a vivir la aventura de sus vidas... o a morir en ella. Henchidos de orgullo patrio acudían a la llamada de la Falange para formar un cuerpo de soldados españoles que apoyaran la campaña alemana. La División Azul fue diseñada por el cuñado de Franco, Serrano Suñer, el español más germanófilo, para apoyar a Hitler sin vulnerar la supuesta neutralidad en la contienda.

"¿Dónde vais?" "¡Hendaya tiros!", gritaban los gaditanos camino de la frontera francesa. No hay un número preciso de cuántos fueron, pero sí se sabe los que no volvieron. 21 de Cádiz, tres de Chiclana, dos de Chipiona, uno de Grazalema, 13 de Jerez, 11 de San Fernando, tres de Sanlúcar, dos de Torre Alháquime, uno de Villamartín, cuatro de Algeciras... 61 caídos en total.

Muchos otros sobrevivieron a la derrota alemana, al invierno, al infierno de Krasny Bor, la más sangrienta noche, una noche eterna de tres días. Durante un tiempo se siguieron viendo en sus hermandades de ex combatientes y recordaban esos días extraños en los que confraternizaron con el pueblo ruso, luego fueron reduciéndose sus miembros. Hoy, esas hermandades no existen porque ya no queda casi ningún divisionario. Sólo testimonios recogidos a lo largo de los años.

Así contaba en 1991 José Antonio Hormaechea, que se alistó recién casado en Cádiz, la relación con sus aliados y con sus enemigos: "Los alemanes siempre mantenían una humillante superioridad sobre los españoles, pero sí que congeniamos con el pueblo ruso. Ellos lloraban cuando nos íbamos y venían los alemanes. El pueblo ruso no nos trataba como invasores".

Así parece ser en fotos de los años 90 en los que ex combatientes de la División Azul acudieron a Moscú para encontrarse con ex combatientes comunistas. Todos sonríen juntos en la Plaza Roja.

Nueve gaditanos fueron hechos prisioneros durante la contienda. Uno de ellos fue el isleño José Moreno, que con 17 años se alistó en el Tercio de Requetés Nuestra señora de la Merced de Jerez y fue herido de bala en Córdoba. Terminada la contienda civil, Moreno todavía tenía ganas de guerrear. El 10 de octubre de 1941 el Batallón Román, al que pertenecía José, fue designado para abrir una cabeza de puente al otro lado del río Voljov, en el pueblo de Sitno. 14 días después estaba en una trinchera cuando los rusos avanzaron en abanico hacia ellos. Cayeron sus compañeros a su lado y a él una bala le cruzó la clavícula y salió por su espalda. Estaba muerto. O eso le pareció. Los rusos, tras la refriega, observaron que respiraba y fue trasladado a un hospital en Leningrado y luego a otro en Manito Gorov. Unos niños españoles, los niños de la República, le visitaron para desearle suerte. Su suerte fue acabar en el campamento de prisioneros número 58 de Moscú. Fueron doce años de cautiverio. Él estaba en el Semiramis, el barco que en 1954 trajo a los últimos prisioneros españoles en Rusia. Cuando, al fin, después de tanto tiempo, llegó a San Fernando descubrió que otro hombre había usurpado su casa y su nombre. Tenía 35 años y había perdido hasta su identidad. Así se lo contó al periodista Miguel García en el año 2004.

El capitán Manuel Ordás, conocido como el prusiano, fue el artífice de la gesta del río Ilmen, que todavía se estudia en las academias militares. Con doce hombres, Ordás consiguió avanzar sobre el hielo y bajo las bombas hasta el lugar que les habían indicado: "Teníamos orden de llegar y eso fue lo que hicimos". Incidía también Ordás, en una entrevista publicada en Diario de Cádiz, en su relación con la población rusa: "Los españoles no luchábamos contra los rusos, sino contra el comunismo. Casi nadie compartía la ideología nazi, sabíamos que su jefe era un loco. Tratábamos a los rusos como personas porque lo eran, pero los alemanes los trataban como bestias".

Enrique del Castillo pasó dos años como soldado del Regimiento de Granaderos, alistándose después de escuchar a Ramón Serrano Suñer arengar a los jóvenes con traje falangista de verano: "Rusia es la culpable de nuestra guerra civil", dijo, y al joven universitario Enrique se le inflamó el corazón de pasión y corrió al banderín de enganche como tantos otros universitarios: "Las universidades se quedaron vacías".

El episodio de la División Azul, a la que acudieron también muchos republicanos para limpiar su expediente ante el nuevo Régimen, está saliendo de su rincón en la Historia. Nuevos libros aparecen con más y más testimonios. Algunos rezuman nostalgia, otros se adentran con rigor histórico, pero en todos ellos se coincide en aquella juventud que lo dejó todo para ir a la otra punta de Europa a sumergirse en el hielo. Todos coinciden en que muchos volvieron, pero ya no eran los mismos que se fueron. Lo dice José González: "Yo no odiaba al enemigo, odiaba la guerra".

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