En 2012 fueron interceptados y  rescatados en el Estrecho unos 800 inmigrantes. En lo que va de año ya son cerca de 1.300. Ytodavía quedan por cerrarse agosto y septiembre, los meses en los que más entradas se registran. “Estamos ante un acontecimiento que tiene como telón de fondo la desesperación”, explica Gabriel Delgado, secretario diocesano de Migraciones del Obispado de Cádiz y Ceuta.Esa desesperación se hace aún más patente ante la proliferación del uso de balsas de juguete, o toys, que multiplican por mil el riesgo de perecer en el intento.

Gabriel Delgado hace varias reflexiones sobre este “resurgir” de la ruta del Estrecho. Primero, que de ninguna manera se puede hablar de “oleada” o “avalancha”, porque sigue siendo mayoritaria la inmigración legal, que llega a España por otras vías. Segundo, que a pesar las dificultades que se viven en España, perfectamente conocidas en los países de procedencia, “la gente, sobre todo los jóvenes, sigue pensando que pasar de una orilla a otra supone un salto vital en sus vidas que va a mejorar su situación económica y social”. Tercero, que hay un evidente abaratamiento del medio de transporte. “Pasamos de las zodiacs, a las pateras y de estas, a precarias embarcaciones que pueden comprar cinco o seis personas por unos 300 euros. Las travesías deben ser más cortas, y por eso se abandonan las rutas más largas, como las de las costas de Almería, Granada y las Canarias. Esto conlleva un importante incremento del riesgo. Y eso es lo que más nos preocupa. Ya hay varios muertos”. Cuarto, que las redadas que está llevando a cabo la Gendarmería marroquí en el norte del país y el traslado de los inmigrantes subsaharianos a las fronteras pueden estar alentando la huida. Por último, también influye el buen tiempo y que haya terminado el Ramadán.

El Secretariado Diocesano de Migraciones sigue desplegando una ingente tarea de sensibilización, de atención a los inmigrantes y a las familias de las víctimas mortales, a quienes garantizan un entierro religioso.