Jugando a 'buenos' y 'malos'
La Comandancia de Cádiz se convierte por un día en un miniparque temático policial · Decenas de niños 'disfrutan' de vehículos con sirenas, armas, material antidisturbios y un perro detector de explosivos
"No hay ninguno que pase por aquí que no se quiera poner el traje de Geyperman", confiesa Manuel González, el agente responsable de la Oficina Periférica de Comunicación de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz. Ayer por la mañana ejerció de conductor de las terceras jornadas de puertas abiertas que se organizan en la sede del Instituto Armado. Enmedio de un ruido ensordecedor de sirenas, decenas de niños se arremolinan alrededor de un stand en el que se expone parte del atuendo y las 'herramientas' de los agentes de las unidades de seguridad ciudadana: material antidisturbios (cascos, chalecos, escudos, fusiles para el lanzamiento de botes de humo y pelotas de goma, máscaras antigás y porras, que en argot policial llaman defensas), subfusiles automáticos y arietes para el derribo de puertas. Les cuesta esperar y pronto se hacen con alguna de las armas (descargadas, comprobadas y con su seguro echado, claro), bajo la atenta vigilancia de un guardia y de sus padres. Emulando a Rambo, algunos no dudan en apuntar a diestro y siniestro. Aunque uno lo intenta -no sin cierta prevención- resulta imposible hablar con ellos. La excitación es la de una mañana de Reyes: de nada sirven las preguntas. Tampoco las explicaciones didácticas.
Otros posan a caballo de una moto de agua o a bordo de una embarcación auxiliar del Servicio Marítimo y los de más allá disfrutan montados en los quads del Seprona y de las patrullas fiscales . O en una de las BMW de la Agrupación de Tráfico. Mientras, un nutrido grupo muestra una extraña predilección por encerrarse en el claustrofóbico autobús celular y en el furgón de traslado de presos y detenidos. Y por sentirse esposados más tiempo del que parece razonable.
Los más apacibles -seguramente, seguidores de CSI- prefieren aprender cómo se toman huellas dactilares y palmarias (de las palmas de la manos) en el expositor de la Policía Judicial. Allí les expiden un carnet de guardia civil infantil. Un todoterreno hace de cochecito leré. Y una de las visitantes sopla ante el furgón de atestados de Tráfico, demostrando a su acompañante que hasta ese momento solo ha tomado café. Al tiempo, en una sala cercana se proyecta un vídeo sobre la labor del Cuerpo.
"Estamos integrados en la ciudad.Con otras acciones más específicas como el Plan director para la mejora de la seguridad escolar y el Plan mayor seguridad, somos nosotros quienes nos acercamos a los colectivos. Por eso el objetivo de esta jornada es tratar de que la ciudadanía de Cádiz se acerque al trabajo de la Guardia Civil y conozca nuestros medios", comenta González. "A la gente le gusta y cuando sale de aquí lo hace con una imagen de la Guardia Civil un poco distinta... Siempre se nos ve en la carretera, en el campo, patrullando...queremos que la gente vea que somos iguales que ellos, que también nos reimos y nos gastamos bromas". El año pasado asistieron a las jornadas unas 650 personas.
El momento estrella de la mañana lo protagonizó Arce, un pastor belga de ocho años, del Equipo cinológico, a cuyo olfato no se le resiste el aroma de ningún explosivo. Acompañado por su instructor, consiguió descubrir en menos de cinco minutos una muestra de amonal previamente escondida en la delantera de un coche.
La jornada se cerró con una comida solidaria con el proyecto de un misionero español en Nicaragua. "Hasta hace poco regentaba un hogar de acogida para niños de madres trabajadoras. Pero fue trasladado a Comalapa, una región muy deprimida del país, donde ahora impulsa un proyecto formativo de escuelas taller", explica el responsable de comunicación. ¿Mejoran estos actos la imagen de la Guardia Civil?. "Lo que sí es cierto es que acercan nuestra labor al ciudadano....Ahora mismo hay muchísima gente interesada en ingresar en el Cuerpo... y el gran problema es que la oferta de empleo público es la que es".
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