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Provincia de Cádiz

Cambio de ciclo en la provincia con más dudas que expectativas

  • La crisis económica ha cortado con brusquedad el periodo de crecimiento de la provincia, que ahora encara una nueva etapa con serios problemas en sus sectores productivos que no deben esperar más a disiparse

Observar. Observar y escuchar. Analizar y después contar. Es el ejercicio del periodismo, el día a día en la redacción, ese loco corazón de cada ciudad que quiere acompasar su latido al de la calle, ser su termómetro y también su espejo, y marcar su desarrollo. Pero cada jornada se cuentan por cientos las noticias que se generan sólo en Cádiz, una provincia populosa, con 1,2 millones de habitantes pero, sobre todo, con un crisol de realidades que la diversifican, la multiplican y, también, la complican. Dos bahías como dos mundos, una gran campiña, una Sierra, un Parque Nacional y todo costa... muchas piezas para un mismo engranaje informativo.

Para salir de este bosque, de esta maraña de inauguraciones, sucesos, estudios, y ver la vida gaditana con perspectiva, nace hoy el Observatorio de la Provincia, una publicación especial de Diario de Cádiz que, con carácter trimestral, tratará de dar respuesta a algo tan simple y, la vez, tremendamente complejo como: ¿Cómo se vive en Cádiz? Tenemos sol, luz, agua, verde, fiesta... pero ¿cómo es verdaderamente nuestra calidad de vida? ¿Qué se ha hecho, y qué no se ha hecho, en los últimos tres meses para mejorarla? ¿En qué hemos avanzado? ¿Cuáles son los nuevos problemas? ¿Y los antiguos sin resolver aún? Son preguntas universales y atemporales, pero la vorágine en que se ha convertido la coyuntura mundial obliga a actualizarse casi semanalmente, a revisar lo último o, incluso, a hacer borrón y cuenta nueva porque las previsiones ya no son válidas. Son días en que puede decirse aquello de “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Y la reiterada pregunta estos días: ¿qué vendrá después? En este contexto, la provincia es una más sometida a los vaivenes internacionales, pero tiene una fragilidad económico-laboral que, aunque mitigada a lo largo de la década, reapareció el año pasado con el cierre de Delphi como si fuera el telón que caía como el fin de una época de fuerte crecimiento.

La construcción y el sector servicios, en su lucha contra la estacionalidad, han tirado de la economía provincial, pero ambos son, precisamente, los más afectados por dos crisis vinculadas: la financiera global, que ha traído consigo el endurecimiento de los créditos, la desestabilización de todo el mercado y por el frenazo del consumo; y otra interna, agudizada por la anterior, como ha sido el insostenible fenómeno especulativo de la vivienda.

Debilitados los dos motores principales, la industria parece ser la clave para levantar el vuelo y rescatar a los nuevos miles de parados, pero la incógnita evidente es: ¿cuánto podrá crecer este sector? ¿Será suficiente para acoger al excedente de obreros que seguirá habiendo incluso cuando se reactive el negocio inmobiliario? ¿Conseguirá la reindustrialización de la Bahía de Cádiz, ya no cosechar, sino al menos abonar el terreno productivo como lo hiciera en el Campo de Gibraltar? ¿Llegarán o, se mantendrán las inversiones anunciadas? Y, sobre todo, ¿cuánto durará esta transición (¿trance?) económica y cuál será el desenlace?

Por ahora, el balance más inmediato no es favorable. La provincia ha pasado de crecer anualmente como pocas en España a aproximarse a los números rojos con un crecimiento estimado en el segundo trimestre del 0,9% –Analistas Financieros de Andalucía–. Ya avanza más renqueante que Andalucía y la mitad de veloz que España. El viernes la oleada de la Encuesta de Población Activa correspondiente al verano arrojaba un saldo de 104.500 parados, casi 5.000 más que al inicio de la temporada alta y 30.400 más que hace un año. El resultado es que 19 de cada 100 personas activas (mayores de 16 años y en disposición de trabajar) no tienen un empleo. En 12 meses se ha evaporado toda la mejora laboral conseguida poco a poco durante la legislatura pasada. Se rebajó hasta la cota de los 70.000, pero la crisis ha devuelto el paro en tres zancadas trimestrales a la barrera de los 100.000, convirtiendo aquella marca en una ilusión, porque aunque fue real, resultó tan efímera y fugaz que quedará como una anécdota estadística.

La buena noticia es que el sector turístico ha resistido. Ha sufrido pero el aterrizaje ha sido finalmente suave, con una bajada de las pernoctaciones de sólo el 3,3%. La temporada ha sido una prueba de fuego, un reto para los empresarios locales, que, eso sí, han tenido que lanzar ofertas inéditas para mantener al cliente.

El sector primario no espera tampoco buenas noticias, aunque sale de un año de respiro con buenos resultados en casi todos los cultivos. El gran temor está en los bancos. La agricultura se apoya en los créditos y el cierre del grifo puede condicionar los datos de la próxima campaña tanto como el clima. Y eso se reflejará en los datos de empleo que pueda arrojar este sector. Lo que sí se ha notado es una estabilización de los precios en lo que se refiere a los márgenes entre el producto en origen y en destino. Baremos ilustrativos como el precio de la tierra se mantienen estables y Cádiz sigue teniendo los segundos precios más altos en la hectárea de regadío.

En el sector pesquero se ha experimentado un notable descenso de capturas con respecto al año anterior. Aquí, el problema es el mismo que en la agricultura, no es tanto el cómo estamos como el cómo estaremos.

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