las repercusiones del desafío independentista

"Barcelona ya no es la que era"

  • La cocinera barbateña Trinidad Aragón anuncia su vuelta a casa y el cierre del restaurante El Rincón de Cádiz que abrió hace cinco años en el barrio de El Clot

"En esa foto estoy con mis dos hermanas y en esa otra brindamos con unos clientes de toda la vida que son un encanto; esa del gorro de chef soy yo, y en la siguiente salgo con Peter Vives, un actor de Barcelona que también ha pasado por mi restaurante. Si es que aquí siempre hemos estado muy a gusto... hasta ahora. Qué pena lo que está pasando aquí, porque Barcelona ya no es la que era". Al otro lado del teléfono habla la barbateña Trinidad Aragón y su acento ya no es gaditano, pero tampoco catalán. Su acento desprende tristeza, desesperación, coraje y hasta derrota. Sí, derrota, porque la marea independentista se la ha terminado llevando por delante. Tanto que ya ha tomado la decisión firme de regresar a su casa, a Barbate, y de cerrar El Rincón de Cádiz, el restaurante que abrió hace ahora cinco años en pleno corazón de la Ciudad Condal y en cuyos fogones se ha dejado el alma y más de media vida.

Dice Trini con cierto orgullo que ella no es de morderse la lengua, que dice siempre lo que piensa. Será por eso que empieza a hablar de la situación política y social que ahora atraviesa la capital catalana, reflexiona sobre la influencia en el local que regenta, coge carrerilla, se enciende, pero también sabe frenarse en seco "porque mi clientela es sagrada y no puedo faltarle al respeto", subraya orgullosa.

La hostelera gaditana calcula que en el último mes su clientela ha descendido un 35%Claro que le he cogido cariño a los catalanes, pero ya no me dejan trabajar y no puedo más"

Trini Aragón tiene hoy 41 años y hace 17 que aterrizó en Barcelona. Sus dos hermanas ya lo habían hecho antes y ella siguió sus pasos buscando una vida mejor. Y entre fogones, sartenes y cacerolas se fue enamorando de Barcelona. Y hace cinco años cumplió su gran sueño al conseguir abrir las puertas de El Rincón de Cádiz, una especie de embajada culinaria gaditana que pronto caló en el barrio de El Clot, en el distrito de San Martí. Tan bien iba el negocio que hace poco abrió otro local al convertirse en la distribuidora en Barcelona de La Chanca, la empresa barbateña especializada en salazones.

Pero todo empezó a truncarse hace poco más de un mes, coincidiendo con el referéndum ilegal del 1 de octubre. En un barrio eminentemente independentista, El Rincón de Cádiz empezó a perder la alegría. "Aquí siempre ha habido independentistas, yo he hablado y me he reído con ellos, y jamás ha habido problemas. Pero ahora todo se ha roto. Los independentistas pueden decir lo que quieran pero a los que no lo somos ni nos dejan abrir la boca. Es como si les diéramos pena. Y yo lo que les digo es que si estoy aquí, viviendo y trabajando en Barcelona, es porque quiero y no por necesidad", dice esta cocinera barbateña que reconoce que ahora se siente "harta, incómoda y a disgusto" en esta ciudad. Porque después de 17 años "claro que le he cogido cariño a los catalanes, pero ya no me dejan trabajar y no puedo más".

No se considera una persona miedosa pero sí explica que a menudo se producen en el día a día situaciones muy tensas que antes eran impensables en esta ciudad. "Y una entra en el metro y no sabe si se va a liar algo gordo porque uno lleva una bandera, y a lo mejor vas en el autobús y un grupo de chavales empieza a zarandearlo en señal de protesta, y cosas así", cuenta con tristeza.

Todo eso conforma la parte emocional, que es importante, pero también lo es la vertiente económica. Y Trini ya ha hecho sus cuentas, esas que le dicen que el mes pasado su clientela descendió en un 35%. "Si hay una manifestación de las gordas, el barrio se va a otro punto de la ciudad y aquí no entra nadie; y si pasa algo fuera de lo normal como el referéndum, la Declaración de Independencia o los ingresos en las cárceles, lo mismo, tengo que cerrar las puertas para evitar más disgustos", explica. Y añade la barbateña que en el mes de octubre "se puede decir que he trabajado gratis, y eso no me hunde, pero me jode mucho, claro".

El Rincón de Cádiz tiene tres empleados, además de Trini, y ella dice orgullosa que ni ha tenido que despedir a nadie, ni piensa hacerlo "porque somos una familia y ellos, si quieren, se pueden venir donde yo vaya". Será rodeada de ellos con los que esta gaditana que habla, sigue hablando y no para de hablar, emprenderá una nueva aventura. Posiblemente será en su tierra, en el entorno de Barbate. Detrás dejará media vida, muchos amigos y un independentismo desbocado que sigue arrasándolo todo.

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