Aventuras y ocio en los árboles

¡Allá voy!', grita alegremente un niño justo en el momento de lanzarse en un pequeño cochecito de madera que discurre por un juego de tirolinas. Su sonriente abuelo, que lo observa atentemente, piensa que esta experiencia es "fenomenal para los niños. Les enseña a superar miedos y aprender nuevas habilidades".

Esta nueva experiencia, lejana de videoconsolas y televisores, se desarrolla en el parque de aventuras en los árboles, Entre Ramas (www.entreramasaventura.com). Situado a la entrada de la urbanización de Roche (Conil), en él se pueden realizar diferentes recorridos a través de los árboles, deslizándose de uno a otro por medio de tirolinas, puentes colgantes o tibetanos, estos últimos toda una prueba de equilibrio. En total dispone de 55 juegos y 23 tirolinas, y se presenta como una gran alternativa para el ocio, abierto en doble horario de mañana y tarde,además de los días festivos y fines de semana. También aparece como un buen plan para los días de levante en los que se hace imposible ir a la playa.

Para los más pequeños especialmente divertidos resultan la red deslizante, montarse sobre la bola que se balancea hacia el árbol de enfrente o la celda de la primera foto. Pero personas de todas las edades encontrarán aquí un lugar para su recreo, pudiendo probar, por ejemplo, una agradable sensación aérea gracias a una tirolina de más de 100 metros de longitud. Y es que los circuitos desarrollados, seis en total, varían en función de su dificultad y la edad mínima, disponiendo de hasta tres horas para realizar los recorridos todas las veces que se desee.

Comenzando por el más sencillo, el de iniciación, los primeros itinerarios, más adecuados para los niños, no poseen mucha altura ni dificultad. Sin embargo, el recorrido negro, solo apto para mayores, ya es otra cosa. De hecho, pocos se atraven a completarlo, pues para ello han de estar dispuestos a lanzarse a lo Tarzán hacia una red que posteriormente tendrán que escalar. Toda una prueba de aptitud física para los más atrevidos.

Lucas Searle, propietario de la instalación junto a Paula Carmona, explicó a este diario que desde la apertura hace dos semanas, tras dos meses de paciente trabajo, la sensación entre los asistentes es muy positiva. "Muchos de ellos vuelven, algunos han llegado a venir incluso hasta cinco veces en dos semanas". La actividad tiene también un aspecto educativo, pues "los mayores y niños aprenden tanto sobre seguridad como a enfrentarse a las alturas".

En el recinto, de unos 18.000 metros cuadrados, se aplica "un concepto muy ecológico". Además de emplear placas solares para obtener energía, se busca que las estructuras no dañen a los árboles gracias a que son fijadas mediante un sistema de presión. Incluso se lleva a cabo por expertos una ficha individualizada de cada árbol en la que se realiza una control sanitario y de su desarrollo.

La gran seguridad del parque es también una nota muy positiva, empezando por los numerosos seguros contratados . Tras un cursillo de iniciación, cada visitante recorrerá a su gusto los circuitos que desee, de manera autónoma y a su propio ritmo, acompañados en todo momento por monitores equipados con mochilas de asistencia. La seguridad personal es continua, pues el arnés posee un doble sistema de anclaje: el que el propio usuario reengancha en cada estación, junto a otro mosquetón de seguridad que no puede ser abierto excepto mediante el uso de una llave especial. La instalación respeta la normativa europea, y posee el permiso de la Consejería de Medio Ambiente y el Ayuntamiento de Conil.

El personal contratado es experto en este tipo de actividades como el propio Lucas, quien también ha sido guía de montaña y ha realizado múltiples trabajos de ocio en la naturaleza. David, de Benicassim, ha hecho circuitos de nieve en Andorra o excursiones y puenting en Tarragona. Para él se trata de una "muy buena experiencia con los chavales", mejorada por la belleza particular de la costa gaditana.

Por otro lado, entre las personas asistentes se podía observar la satisfacción con la vivencia. Una madre alemana comentó que a su hija, que recorría firme pero graciosamente el circuito cual buena exploradora, "le encanta este lugar". Otro padre de Algeciras, que llevaba una hora contemplando, recomendaría el lugar pues los niños "disfrutan todo lo que pueden y más". Es de hecho reseñable que un pequeño, temoroso en una de las estaciones, tras los ánimos de su monitor, "¡ya has hecho lo más complicado!", y su padre, decidiera lanzarse por la última tirolina y descubrir que, en realidad, le encantaba la experiencia.