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Crítica 'La batalla de Solferino'

Trama y trauma

La batalla de Solferino. Drama, Francia, 2013, 103 min. Dirección: Justine Triet. Intérpretes: Laetitia Dosch, Vincent Macaigne, Arthur Harari, Virgil Vernier.

El relevo generacional en el cine francés "de autor" llega con nombres como los de Peretjatko, Brac o Triet, que tras cortos y mediometrajes se abren a la larga duración con los lógicos problemas rítmicos y conceptuales. De Triet nos había gustado Vilaine fille, mauvais garçon (2012), y justo por aquello que le falla aquí, por el juego entre caos y control, por la apuesta descarada por actores singulares que conseguían cortocircuitar el canon fotogénico reinante y suspender la película en un limbo espacio/temporal. El riesgo es sin duda mayor en La batalla de Solferino, donde la hibridación entre documento y ficción es más ambiciosa y se persigue a tumba abierta que las bondades del directo engrandezcan de alguna manera lo previa y férreamente escrito. Y Triet, lista en el bricolaje de planos -de la anterior Solférino (2008)- y rápida en el robo al exceso de estímulos alrededor de la escena, va saliendo indemne del combate increscendo hasta que la lógica acumulativa e histérica alcanza un nivel que la desborda.

Hacer cine como Cassavetes o Pialat no es lo más sencillo del mundo que digamos, y no tanto porque a veces el azar se niegue a echar una mano, sino porque da la impresión de que para sacar lo mejor de un actor cuando éste no tiene red debajo hay que ser duro y tiránico con él, y aquí Triet les da tanto amor que los intérpretes se le terminan subiendo un poco a las barbas, olvidando tanto la una como los otros que improvisar no es sinónimo de gritar o perder el control, que se trata de una estrategia que exige una gran experiencia para que dé frutos maduros. La batalla de Solferino demuestra que Triet posee un cierto don para capturar la intimidad, también que aún es pronto para que su cine haga enmudecer como sólo la vida es capaz.

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