Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Pablo Antonio Fernández Sánchez

Director del Instituto de Estudios sobre América Latina de la Universidad de Sevilla y miembro de la Dirección del Consejo Andaluz del Movimiento Europeo

Declaración del Consejo Europeo de Granada

El autor alerta de que América Latina y África son las grandes olvidadas de las estrategias globales de la UE

Vista cenital de la reunión informal del Consejo Europeo, celebrado el viernes en Granada.

Vista cenital de la reunión informal del Consejo Europeo, celebrado el viernes en Granada. / Javier Etxezarreta · Efe

COMO ya sabe casi todo el mundo, el Consejo Europeo se ha reunido en la ciudad de Granada, bajo la Presidencia rotatoria de España, con el objetivo de estudiar líneas estratégicas, definir orientaciones o establecer las prioridades políticas para el futuro de la UE.  

Un buen resumen sería muchas palabras (algunas incluso machaconamente repetidas), pocas nueces, y ninguna acción. Ahora bien, eso no significa que haya sido una reunión irrelevante. Había dimensiones muy diversas sobre la mesa: la defensa y las capacidades militares de la UE, el crecimiento sostenible, la transición ecológica y digital, el cambio climático, el mercado interior cohesionado, los problemas energéticos, los medicamentos esenciales, los retos demográficos, las cadenas de suministros, la ampliación de la UE, etcétera.  

Lo que no ha sorprendido ha sido la ausencia de la expresión inmigración o asilo. Ha quedado clara la posición de Hungría y Polonia, con la complicidad de Italia.  

Lo que yo he valorado de la Declaración ha sido esta frase casi escondida entre la grandilocuencia de tanta palabrería: la colaboración con socios regionales del mundo para proteger y mejorar el orden internacional basado en normas con las Naciones Unidas como eje central.  

Como he dicho, ni una sola palabra dedicada a la inmigración. No hay que esconder que se trata de un tema muy espinoso para algunos socios, pero esto no justifica la dimensión del problema, entre otras cosas porque la inmigración regular y legal será la única vía de resolver el reto demográfico, que sí ha mencionado. El Centro Wittgestein considera que el déficit europeo de trabajadores es de 72,7 millones de personas y con la actual política migratoria sólo se cubre el 30% (la ONU da otros datos igualmente exigentes, 60,8 millones). ¿Qué hacemos perdiendo el tiempo? Por nuestro propio interés hay que regular la inmigración. Si no queremos hacerlo por responsabilidad, de dignidad o por respeto por los derechos humanos, que son valores europeos, hagámoslo por egoísmo.  

Es verdad que las estrategias, las orientaciones o las prioridades políticas de la UE deben ser adoptadas por unanimidad, aunque las acciones, una vez adoptadas, las lleva a cabo el Consejo, por mayoría cualificada. Esto es lo que permite ver el espectáculo de Hungría, Polonia (y algún otro que aplaude a escondidas) la falta de sensibilidad en cuanto al reparto equitativo de inmigrantes, para descargar a los Estados más próximos de las costas o de los canales de llegada. Nadie dudó en abrir sus fronteras a los ucranianos, sin exigir responsabilidades inmediatas a los Estados vecinos, fundamentalmente Polonia. Hubo acuerdos de distribución de refugiados.  

En Granada, tanto Viktor Orbán como Mateusz Morawiecki se han opuesto radicalmente a que la Declaración Final del Consejo Europeo contenga conclusiones sobre inmigración. Esto no es nuevo, se viene produciendo desde, al menos, 2015. Sin embargo, lo que es más nuevo es la visceral oposición a que aparezca en un Declaración Final de un Consejo Europeo unas líneas dedicadas a este problema estructural, que requiere, sí o sí, una gran dosis de realismo.  

Mi preocupación al respecto no es que el Consejo Europeo no se haya hecho eco de esta cuestión, sino que se rebajen las expectativas a nivel del Consejo formal que se celebrará en Bruselas dentro de dos semanas. Es vedad que el Coreper (Consejo preparatorio de Representantes Permanentes en Bruselas) ha llegado a un acuerdo político sobre el mecanismo de gestión de crisis migratorias. En este acuerdo, tras años de negociaciones, se han devaluado los mecanismos en cuanto a solicitudes de asilo, los tiempos en los que los inmigrantes puedan estar en el limbo inadecuado de las fronteras, el endurecimiento de los requisitos de entrada, ya duros de por sí, etc. ¿El Consejo va a avalar este acuerdo político del Coreper o va a negociar con Hungría y Polonia, tras su negativa absoluta en Granada? Y, otros Estados, ¿no querrán ganar pesca en río revuelto?  

Si quisiera, como anuncié al principio, resaltar un aspecto que tiene bastante que ver con mi quehacer actual: “la intensificación de la colaboración con socios regionales del mundo para proteger y mejorar el orden internacional basado en normas con las Naciones Unidas como eje central”.  

No puedo pensar en ningún otro socio regional del mundo más próximo a Europa que América Latina. Es la gran olvidada, junto a África, de las estrategias globales, no sólo de la UE sino de la mayoría de los grandes actores internacionales. Ello hace que sea presa de estrategias individuales de Rusia o China, sin ninguna conexión axiológica, más allá de las conexiones económicas.  

Ninguna otra región del mundo se parece más a Europa que América Latina. Compartimos valores, compartimos historia común, compartimos lenguas y, sobre todo, compartimos intereses comunes. Por ello, no sólo aplaudo esta necesidad marcada por el Consejo Europeo que puede dar un impulso a la intensificación de las relaciones políticas, sociales, económicas y de cualquier otra índole, a las relaciones de Europa con América Latina.  

Esta región del mundo está haciendo una llamada desesperada para la resiliencia (la palabra más repetida en la Declaración Final de Granada) y Europa debe ser consciente de lo estratégico que resultará un diálogo político, con acciones económicas, sociales y culturales, incluyendo la seguridad y defensa por el bien no sólo de Europa y de América Latina sino del propio mundo. Nadie más aporta valores, principios, derechos comunes. Por tanto, es responsabilidad de Europa esta alianza estratégica con América Latina.  

El Consejo Europeo de Granada ha sabido percibirlo. La Presidencia rotatoria española ha actuado consecuentemente. Ahora hacen falta acciones y estrategias a largo plazo.  

 

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios