Comenzó a trabajar en la década de los 40 como lazarillo, acompañando a un invidente que vendía lotería por las calles de la ciudad. Más tarde, cuando cumplió los 15 años, entró a trabajar en el mítico bar Santa María, ubicado en el parque Calderón. Hasta el día de hoy.

José Robles Romero, portuense de 65 años, lleva toda una vida dedicada a la hostelería. 48 años trabajando en el mismo negocio hasta que le ha llegado un merecido descanso en forma de jubilación. "Todo llega a su final y la verdad es que tengo muchas ganas de jubilarme y descansar", comenta José, que ha visto con sus propios ojos cómo la ciudad se ha ido transformando: "He visto levantar este parque al menos tres veces. Viví la mejor época del turismo allá por lá década de los ochenta, cuando turistas nacionales y extranjeros vinieron en masa a El Puerto. Y ahora me ha tocado vivir la crisis económica". Según José, el momento actual es una de las situaciones más difíciles por la que ha pasado el sector en sus más de cuatro décadas trabajando para el mismo: "Vivimos tiempos complicados para todos, para el comerciante, para el cliente y el empleado", asegura.

Crisis aparte, José guarda un bonito recuerdo de todo lo vivido: "Me quedo con la felicidad de los compañeros, el buen trato entre nosotros y el respeto mutuo con los jefes, que son como de la familia. Cuando pase un tiempo estoy seguro de que echaré de menos todo esto", asegura este humilde camarero, entre cuyos clientes se encontraban figuras tan importantes como Rafael Alberti, Juan Lara o Manolo Caracol. "Eran, además de clientes, grandes amigos nuestros. Pasaban mucho tiempo en el bar hablando de sus cosas", recuerda José.

Entre los compañeros, José es una persona muy querida y respetada. Sólo hace falta fijarse en los gestos de complicidad entre ellos. El dueño del Santa María, Ángel Lozano, conserva buenos recuerdos de los primeros años de José en el bar: "José, que trabajaba para mi padre, me llevaba al colegio de las monjas en una bici cuando yo tenía siete u ocho años. Luego, cuando yo heredé el bar, empezamos a trabajar juntos. Hasta el día de hoy. José es una excelente persona con la que he pasado muchísimo tiempo, diez horas diarias. La hostelería es un trabajo muy sacrificado", explica Ángel. Del mismo modo se pronuncia José Luis González, uno de los compañeros de José: "Llevo 30 años trabajando con él y siempre ha estado en su línea; trabajador, honrado y buen compañero. Lo echaremos de menos".

El próximo día 9 de septiembre José Robles Romero se levantará de la cama y no irá al lugar donde ha trabajado casi medio siglo. Entre sus planes figura viajar con su esposa a tierras cántabras: "Me iré al norte, para ver a la familia y descansar el cuerpo. Ya toca."