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El traje de flamenca, coser y cantar

  • Un recorrido por la historia de una pieza básica en los talleres de diseño de toda Andalucía

En todo taller andaluz de diseño y confección que se precie, el traje de flamenca tiene un lugar destacado; por historia, identidad cultural y folklore, pero sobre todo por ser pieza de creatividad inagotable, por renacer del patrón y la tijera, del estampado y la hilatura año tras año, época tras época y tendencia tras tendencia.

Este valuado traje de fiesta popular de perpetua innovación, emergió de las batas de faena que vestían las mujeres de los tratantes en las muestras de ganado del diecinueve. Con el paso del tiempo las clases pudientes comenzaron a usarlo para ir a la feria, quedando trasformada su sencillez inicial en un femenil envoltorio barroco, de fruncidos volantes, ceñidos talles y fabricación laboriosa con permiso del popelín, el organdí, la organza y el crespón, entre otros reputados tejidos.

Y aunque el traje de flamenca hace muchos años que se subió a los salones internacionales de moda, me gusta insistir que la verdadera pasarela que nos proporciona el pulso de las nuevas tendencias se encuentra en el propio albero del ferial. Años atrás hemos comprobado como se han incorporado al estampado clásico del lunar, las rayas, las flores, los bosquejos étnicos o los colores ácidos. Asimismo los tejidos también se han posicionado con preferencias decorativas.

A lo largo y ancho de casi medio siglo, reconocemos que en los años cincuenta el traje de flamenca se caracterizaba por una manga farol, repleta de encajes y volantes, donde tenía un protagonismo latente frente al propio vestido, que estaba meritoriamente patroneado con talles altos y ceñidos a la cintura, cuasi encorsetados.

Lo que vino durante casi dos décadas después entre los años sesenta y los setenta es conocido por líneas sencillas y geométricas, faldas de capas y volantes al final de las mangas. Toman especial protagonismo los tejidos, con explosión de colores y estampados psicodélicos.

Para los ochenta (que en realidad llega hasta mediados de los 90) se hacen innumerables guiños a épocas pasadas. El barroquismos no viene del tejido, ahora toma protagonismo el complemento, las mujeres iban ataviadas con una completa mercería andante; mantoncillos, grandes moños, pasacintas repujadas, pendientes de aros de la misma escala cromática que el vestido…etc. El patroneo estaba dirigido a la realización de grandes volantes (se colocaban en forma de uve en la cintura). Y en materia de tejidos se utilizaban rasos y cretonas, así como estampados de tapicería.

Y llega una época gloriosa, tanto para la creatividad como para la industria de la moda. El traje de flamenca se torna protagonista indiscutible, elemento femenino de gran altura que saca lo mejor de cada mujer (un traje de flamenca para cada mujer, una mujer para cada traje de flamenca) donde se introducen elementos específicos del Prêt-à-porter (pronto moda) o de la Alta Costura. Los diseñadores internacionales se fijan con habilidad en este característico traje para convertirlo en muchos casos en fuente de inspiración de sus colecciones, por caso el valenciano Francis Montesinos, los sevillanos Victorio & Lucchino y el cordobés Elio Berhanyer.

En materia de tejidos se utilizan además de todos los mencionados anteriormente, la seda, el chiffon, perforados, chantilly, encajes y tejidos elásticos como la lycra, acompañados por complementos donde se pueden apreciar algunas tendencias urbanas. En algunos casos el vestido se hace más pesado pero en otros es ligero, trazando un patrón complejo de bellos volantes en cascadas, con mangas al codo, afrancesadas o largas ceñidas hasta la muñeca. En las niñas se aplica el diseño de traje corto tipo 'Marisol' o en pequeñas réplicas al de su madre, mientras que en las chicas jóvenes se tienen en cuenta los hombros al aire ribeteados por volantes y de talle alto tipo canastera con preferencia a los colores cítricos.

Las señoras optan por el traje confeccionado completamente por el encaje de bolillos, de colores magenta (rojo, morado…) o tonos empolvados (los maquillaje, agua, camel…) Por ejemplo se mezcla con maestría el turquesa suave con la gama de beige. En este apartado, merece destacar la aportación del traje taurino al vestido de flamenca como las chaquetillas o boleros.

En conclusión el traje de flamenca es un elemento redivivo del diseño y la moda en constante movimiento, que abandera a la perfección nuestros más profundos elementos folklóricos y culturales, convirtiendo a la mujer andaluza en símbolo universal de la moda.

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