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Abandonadas y Deterioradas Tras Siglos de Extracción de Piedra

Las cuevas cantera de la Sierra de San Cristóbal, un patrimonio en peligro en El Puerto

  • La asociación Hispania Nostra incluye a las antiguas canteras de piedra en la Lista Roja de bienes industriales

  • Las que están en buen estado podrían formar parte del futuro Parque Arqueológico y Cultural

  • Los militares custodian las mejor conservadas, de las que son titulares

La historia de las cuevas cantera de la Sierra de San Cristóbal de El Puerto de Santa María se pierde en la memoria del tiempo. Es posible que los sillares más antiguos del yacimiento fenicio del Castillo de Doña Blanca procedan de alguna de estas cuevas artificiales creadas por el hombre. Desde siempre, las cuevas han despertado curiosidad, admiración e incluso cierto temor.

En archivos y hemerotecas se conservan algunas fotografías en las que se puede ver a los canteros trabajando en ellas para obtener compactos bloque de piedra, en épocas no tan lejanas, en las que era habitual incluso la actividad de menores como aprendices.

Muchos canteros dejaron sus marcas talladas en las paredes de estas cuevas artificiales, de las que se extrajo el material para la construcción de edificios monumentales como la catedral de Sevilla y cientos de casas, palacios, iglesias, conventos y obras públicas en Cádiz, Jerez o El Puerto. Se trata de una piedra arenisca característica de esta zona, que puede tener mayor o menor consistencia dependiendo del lugar de las entrañas de la montaña del que fue extraída.

El proceso industrial era sencillo: se excavaba una galería central que iba creciendo hacia los lados y en altura, en la que los mineros dejaban columnas talladas en la roca, que sostenían la montaña, con grandes luces con aberturas cenitales y claraboyas para la entrada de luz natural.

Muchas de las cuevas cantera de la Sierra de San Cristóbal son auténticas catedrales subterráneas, cavidades que alcanzan más de 20 metros de altura y 400 metros de longitud. En el siglo XX fueron visitadas por el rey Alfonso XIII, que quedó admirado por su grandiosidad y de quien se dice que organizó un copioso banquete para agasajar a sus invitados.

Las cuevas cantera son muy desconocidas, incluso para los propios portuenses, a pesar de que algunos descendientes de los antiguos canteros viven aún cerca de ellas, en un asentamiento que se fue edificando en las alturas de la Sierra de San Cristóbal.

Pese a todo, son pocos quienes las conocen en profundidad, ya que muchas cavidades quedaron ocultas a lo largo de los siglos, cegadas por la tierra, desprendimientos y olvidadas tras agotarse sus vetas y dejar de ser rentables. La Sierra de San Cristóbal es un laberinto formado por más de 40 cavidades de este tipo, algunas de las cuales fueron transformadas en polvorines por los militares tras la fatídica explosión de Cádiz.  

El arqueólogo y catedrático Diego Ruiz Mata, en una de las grandes cavidades de las que se extraía la piedra. El arqueólogo y catedrático Diego Ruiz Mata, en una de las grandes cavidades de las que se extraía la piedra.

El arqueólogo y catedrático Diego Ruiz Mata, en una de las grandes cavidades de las que se extraía la piedra. / D. C.

En los años 80 el famoso arquitecto y artista canario César Manrique conoció una de las mayores y más antiguas, la Cueva de la Luz Divina. Al contemplar la magnitud de aquella gigantesca cavidad, el arquitecto propuso construir un auditorio en su interior, aunque no se llegó a ejecutar el proyecto y se desconoce si llegó a dibujar los planos.

La misma cueva que deslumbró a Manrique, años más tarde se había transformado en un vertedero ilegal de basuras, entrando en una degradación progresiva a causa del abandono. Actualmente, está incluida en la Lista Roja que elabora la asociación Hispania Nostra para advertir del patrimonio en peligro, donde la entidad incorpora aquellos bienes culturales que están amenazados o en grave riesgo de destrucción, desaparición o pérdida irreversible de sus valores patrimoniales.

La degradación de estos enclaves, según explica Hispania Nostra, se produjo especialmente cuando los militares los abandonaron: “Los huecos y cuevas se utilizaron como escombrera y basurero, además de ser lugar elegido por delincuentes para hacer pintadas y expolios, así como refugio de toxicómanos”.

No obstante, parte de estas canteras subterráneas, algo más de una quincena, “se encuentran en mejor estado que el resto por haberse mantenido bajo cuidados y en uso del Ejército”, observa la asociación.   

Una de las personas que mejor conocen el enclave es el catedrático de Prehistoria y arqueólogo Diego Ruiz Mata, quien sin llegar a desmentir a Hispania Nostra, relativiza esta inclusión en la Lista Roja.

Fue él quien mostró la cueva de la Luz Divina a César Manrique y todavía organiza visitas académicas con algunos grupos para dar a conocer la riqueza arqueológica y cultural de la Sierra de San Cristóbal, que el arqueólogo considera la cuna de la Civilización Occidental.

Un detalle interior de una de las cavidades. Un detalle interior de una de las cavidades.

Un detalle interior de una de las cavidades. / Fito Carreto

Suele dirigir sus visitas a las cuevas que se encuentran bajo custodia militar, que están incluidas en el proyecto de Parque Arqueológico y Cultural de la Sierra de San Cristóbal que este enamorado de la ciencia y la cultura promueve a través de la Fundación de Estudios Fenicios y Mediterráneos. 

Diego Ruiz Mata conoce la Sierra como la palma de su mano, ha excavado el yacimiento fenicio de Doña Blanca y otros existentes en sus promontorios, como una antiquísima bodega, y está volcado en el proyecto para la puesta en valor del patrimonio de esta zona.

El catedrático y arqueólogo describe la finca donde están las cuevas cantera de los militares como “impresionante”. Se compone de 71 hectáreas y aunque en algunos de estos polvorines subterráneos no se puede entrar, conforman un recorrido que se puede ver desde arriba, desde los pinares, a través de los lucernarios, e incluso se puede acceder a algunas cuevas. “Aquello es un gran centro de cultura para saber venderlo”, afirma convencido.

El estado de conservación de las cuevas cantera depende también de las vetas de piedra, que eran dispares y no todas tenían la misma calidad en cuanto a resistencia y solidez. “La consistencia no es la misma en todas las cuevas, incluso hay algunas que se han caído”, señala Diego Ruiz Mata.

Por este motivo, no considera que la inclusión de estas grandes cavidades en la Lista Roja de Hispania Nostra pueda afectar al proyecto de Parque Arqueológico y Cultural, que utilizaría las mejor conservadas, es decir las que están en la zona militar.

Ya en el año 2014 se hicieron algunas gestiones ante el Ministerio de Defensa para la reversión de esos terrenos militares a El Puerto de Santa María, aunque sin resultados. Actualmente, esa posible reversión ha caído en el olvido.

De la Lista Roja de la asociación Hispania Nostra se puede salir en dos direcciones: mediante una intervención que reduzca el riesgo de pérdida de las cuevas, lo que daría lugar a la entrada en la Lista Verde; o con su destrucción total, lo que implicaría su inscripción en la Lista Negra de patrimonio.

El tiempo dirá cuál de estas opciones se impone finalmente en las antiguas y enigmáticas cuevas cantera de El Puerto.  

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