James Brandon Lewis, identidad propia y soplos del Jazz contemporáneo

The Messthetics and James Brandon Lewis mostraron calidad y pusieron el listón bien alto, en una nueva edición de 'Bahía Jazz Festival' ante un publico que abarrotaba los jardines de la Bodega de Mora

Messthetics and James Brandon Lewis en las bodegas de Mora. / Antonio Barce

La noche en calma dio para mucho. Para casi todo. División de opiniones tras el primero de los bolos de este Bahía Jazz Festival, en el su 16º edición, se consolida y se agranda. Cuando alguien llega rompiendo moldes y convirtiendo todo en otra cosa nada es igual. La diferencia marcó una velada -ruidosa para algunos- cargada de razones para reflexionar acerca de las nuevas tendencias de una música viva, como debe ser. De muchos quilates sobre el sinigual escenario. Así lo viví y así lo cuento.

Vayamos por partes. El cuarteto de la otra noche nació de un trío de jazz experimental: The Messthetics. Brendan Canty (batería); Joe Lally (bajo) y Anthony Pirog (guitarra) y el carismático saxofonista y compositor James Brandon Lewis. Hoy por hoy, uno de los músicos más reconocidos en la escena internacional del jazz contemporáneo.

Así las cosas, lo que pudimos ver y oír en la Bodega de Mora de Osborne fue un magnifico torbellino de ideas. De música experimental, a través de la superposición de jazz, punk, funk. Que entendiendo de donde viene y adonde va James Brandon Lewis, podemos vislumbrar. El propio The New York Times lo describió sin matices: “un saxofonista que encarna y trasciende la tradición”. A mi manera de entender uno de los talentos más imaginativos y valientes, en esta vorágine en la que estamos envueltos. Con una determinada calidad y mucho mundo por delante.

Aunque parezca una paradoja, el cuarteto encuentra en cada pieza coherencia dentro del eclecticismo. Adoptan posturas intermedias entre distintas corrientes sin dejar un lado ni la conciliación ni la equidistancia. La creatividad por encima de cuestiones que eran intocables.

Como todo esta ya inventado, acudo a una de las criticas musicales. Para el periodista Gabriel Ramírez: “El saxofonista Brandon Lewis ha equilibrado una profunda espiritualidad de inspiración góspel con el desenfreno del free jazz y una contundente base de funk y hip-hop, siendo una magnífica prolongación de los soplos de Ornette Coleman o John Coltrane”. Palabras mayores. La expresividad con el saxo es difícil describir en unas líneas. Como si estuviera hablando. Casi nada. Ello daría para otra crónica.

Lo de anoche fue, en cualquier caso, un ejercicio de sentimiento. Con mucha fuerza, pasión y emoción. Para nada falto de alma.

Soy de los que piensa -tal como lo siento-, que la música que oímos se construye desde un sistema de improvisación y composición. Tal como una paleta de colores ante un amanecer. Y que las notas deben estimularnos. Que nos conduzcan a esos paisajes de ensueño, de los que no queremos olvidar.

Así transcurrió la primera de las entregas de este festival de jazz portuense. “Componer no es difícil, lo complicado es dejar caer bajo la mesa las notas superfluas. Sin artesanía, la inspiración es una simple caña sacudida por el viento”. Tal como balbuceara para sus adentros el compositor y pianista alemán Johannes Brahms.

El sueño volando por encima de nuestras cabezas. La luna que se asomaba -llena y radiante-, arriba entre las araucarias. Con valentía y sin prejuicios. Ni perjuicios. Mucha energía. Desafíos sonoros. Canela en rama.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último