El Ayuntamiento portuense acogió en la mañana de ayer una reunión entre el comité de empresa de Oetiker y representantes de todos los grupos políticos con representación en el Ayuntamiento. A la cita asistieron también representantes de las ejecutivas provinciales de la federación de Industria de Comisiones Obreras y UGT en Cádiz.

Como se recordará, la multinacional suiza afincada en El Puerto anunció a principios del pasado mes de octubre su intención de cerrar la fábrica del polígono las Salinas para centralizar la producción europea en su planta de Alemania, una decisión que supondría el despido de los 76 trabajadores con los que cuenta la fábrica. La plantilla inició una serie de movilizaciones y había convocada una huelga pero la pasada semana, en la reunión celebrada entre empresa y comité ante el SERCLA (Servicio Extrajudicial de Resolución de Conflictos Laborales) la empresa anunció la retirada del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que iba a ejecutarse.

Así las cosas, los sindicatos mayoritarios y el propio comité están recabando ahora apoyos en las instituciones, tanto en el ámbito de la autoridad laboral como del Ayuntamiento portuense, para exigir a la empresa que presente un plan industrial y que la retirada del ERE no sea simplemente una estrategia para restar peso a las medidas de movilización emprendidas por los trabajadores y conseguir retrasar el cierre de las instalaciones.

Todos los grupos municipales expresaron su apoyo a los trabajadores y se comprometieron a aprobar en pleno una resolución mediante la que se apoyase la petición de la plantilla, de cara a garantizar el futuro de la empresa y su continuidad en la ciudad.

Los representantes de los trabajadores quieren saber ahora qué datos maneja la empresa para haber retirado el ERE, es decir, qué garantías de futuro tiene la planta portuense en cuanto a volúmenes de producción, decisiones estratégicas para inversiones y nuevos productos de manera que no se pueda plantear de nuevo dentro de unos meses el cierre de las instalaciones. Los trabajadores, aunque más tranquilos, aún sienten cierto recelo y quieren que empresa y sindicatos se sienten para dar forma a ese plan de viabilidad.