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“Echo de menos las reuniones con la familia en casa de mi abuela”

Entrevistamos a un inmigrante colombiano que pasa su tercera Navidad en El Puerto

Patrones rígidos y altas expectativas, el campo minado de la Navidad

Fabián Felipe, en una de las casas en las que atiende a personas dependientes. / D.C.

Tiene 37 años y lleva ya dos años y medio viviendo en El Puerto, desde que en el mes de mayo de 2023 decidiera cruzar el charco para probar suerte en España. Reconoce que las expectativas que se había creado, de hacer dinero rápido en trabajos bien pagados, no se han cumplido, pero tampoco se queja de su experiencia en nuestro país, donde asegura haber encontrado buena gente y donde se gana la vida realizando diferentes trabajos que muchos españoles no quieren hacer.

Esta va a ser la tercera Navidad que pase en El Puerto. La primera la pasó con la primera señora a la que cuidó en su casa, hasta que esta falleció, y el año pasado pasó también las fiestas acompañando a otra familia en la que atendía a dos personas dependientes, hasta que el marido murió y ahora sigue cuidando a la mujer los fines de semana y los días festivos.

“Pasar la Navidad fuera de tu casa y tan lejos de tu país es una experiencia atípica, no es como estar con tu núcleo más cercano, que en mi caso es la familia de mi madre”, explica. Echa de menos sobre todo las grandes reuniones familiares en casa de su abuela materna, y también las fiestas que se celebran en Colombia en torno a las manzanas de viviendas, donde los vecinos comparten comida, música, risas y bailes, no solo en las noches más señaladas como las del 24 o el 31 de diciembre, sino durante toda la Navidad.

“En Colombia somos más parranderos, las fiestas se pasan en la calle entre vecinos”

Fabián es natural de Cartago Valle, en el Valle del Cauca, y cree que en Colombia las cosas se viven de una forma más pasional que en España, también las Navidades. “Desde septiembre ya están preparando la llegada de diciembre, se van haciendo planes e incluso se van preparando los adornos, las luces, los árboles... Cada casa prepara su fiesta y su aguinaldo y se celebra mucho en la calle, en el mes de diciembre casi todos los días, allí somos más parranderos”, dice.

En España quizás la celebración más diferente es la del día de Reyes, porque aunque en Colombia la tradición es que traigan los regalos o Papá Noel, en la noche del 24 de diciembre, o el Niño Dios el 25.

Aunque aquí también cada vez más pronto las calles se llenan de luces y de exornos, Fabián sigue echando de menos el ambiente más festivo de las calles en las fiestas señaladas, y no tanto las reuniones en el interior de cada casa.

Fabián trabajaba en Colombia como auxiliar de farmacia en un hospital y su objetivo es ahorrar todo el dinero posible para poder ganar una cantidad de dinero que le permita abrir en su país su propio negocio. “Yo vine también porque quería cambiar de aires, pero es verdad que cuando llegas si no tienes papeles encuentras muchas dificultades para trabajar. Aún así, gano aquí más dinero al mes trabajando en distintas casas que lo que ganaba con mi trabajo en Colombia, donde el sueldo mínimo es de 1,3 millones de pesos al mes, lo que equivale a unos 300 euros aproximadamente.

Cuando llegó a España pudo comprobar que encontrar trabajo no era tan fácil y que sólo podía aspirar a obtener empleo en el campo, en labores de limpieza o cuidando a personas mayores, trabajos que en muchos casos los españoles no quieren hacer porque son muy sacrificados. “Te tienes que adaptar a lo que hay y a lo que se presenta, y adaptar tu tiempo de descanso a los momentos en los que no tienes trabajo, porque yo he tenido que compatibilizar varios empleos en distintas casas para poder ganar un sueldo suficiente al mes y cubrir mis necesidades básicas y ahorrar un poco”, dice.

A los pocos meses de estar en España pensó en regresar a su país, porque la vida aquí no era tan fácil como le habían contado, pero su padre sufrió un accidente y necesita dinero para poder seguir el tratamiento, así que parte de lo que gana al mes lo envía a su país para contribuir a los gastos sanitarios de su progenitor, ya que él es hijo único y sus padres están separados y no podría afrontar el tratamiento sin su ayuda.

En Colombia tiene también una novia, y aunque no sabe lo que le deparará el futuro, cree que en unos años podrá regresar con los ahorros suficientes para poder llevar allí una vida mejor.

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