El Puerto / Crítica de Teatro

Sufrimos, luego vivimos

  • Gran interpretación de las actrices Gema Matarranz y Marta Megías en 'La Isla', la obra llevada a escena este viernes en el Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca 

Las dos actrices, durante la representación de la obra.

Las dos actrices, durante la representación de la obra.

La Isla (****)

Hemos asistido en el Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca a una nueva función de abono del Ciclo Teatral de Otoño y lo hemos hecho encantados de ver una nueva obra de un autor habitual entre nosotros, autor y director en este caso, Juan Carlos Rubio.

La Compañía 'Histrión Teatro' es otra de esas compañías como la que nos visitó la semana pasada, creada en Granada en este caso, en el año 1994, hace ya casi 25 años a lo largo de los cuales años ha producido más de 20 espectáculos de teatro. Todos sus montajes se asientan en dos elementos fundamentales: el texto como elemento estructural y el trabajo interpretativo que sostiene las emociones expresadas por los intérpretes, las actrices en este caso, que se esfuerzan en hacerlas llegar al público. Gema Matarranz y Marta Megías.

El autor y director de la obra, Juan Carlos Rubio, de Montilla (Córdoba), desde el año 1992 compagina su trabajo de actor y presentador con la escritura de guiones para la T.V. y de obras de teatro, muchas de las cuales hemos visto en este mismo teatro.

La obra que nos ofrecen es una tragedia situada en nuestros días, en la que el texto y el trabajo de las Actrices, sobrecoge y mantiene en vilo al espectador.

Ada y Laura esperan una información que puede cambiar sus vidas: ¿Sobrevivirá su hijo de once años a la operación a la que le han sometido para que pueda recuperar todas sus funciones vitales? La discapacidad mental que sufre desde el accidente ha convertido la existencia de estas dos mujeres en un infierno. Si esta noche, en el quirófano durante la operación, muere, quizá, puedan rehacer lo que les queda de su relación, de sus proyectos de futuro, de sus ilusiones, durante el resto de sus vidas, pero, ¿hay vida después de desear en silencio la muerte de un hijo? No estamos preparados para el dolor, pero el dolor y el sufrimiento están ahí, en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Es humano protegerse, aunque sea a costa de los demás, incluso de los seres más queridos, para sobrevivir.

En La Isla, se explora esa línea que separa lo que sentimos de lo que admitimos que sentimos frente a los demás y frente a nosotros mismos. La función nos ofrece un retrato del dolor de vivir y del dolor de estar muerto en vida y haciéndonos pensar que todo es mentira, menos el dolor, una historia compartida a través de esos dos personajes llenos de fuerza pero estremecedoramente frágiles. Ada y Laura se enfrentan esta noche al dolor, a un dolor profundo, a veces, inconfesable, que se ha apoderado de sus vidas y las ha convencido de que no hay posibilidad alguna de escape. ¿Qué sucede cuando sentimos lo que no se debe sentir, lo que no se puede sentir? ¿Qué sucede cuando el dolor nos sobrepasa y queremos huir de él? Nos convertimos en depredadores y deseamos sobrevivir a cualquier precio.

La obra no es larga y no lo es porque el autor y director, Juan Carlos Rubio, evita extenderse en lo accesorio y se centra en el meollo de la cuestión, va directamente al problema y desecha todo lo innecesario, lo anecdótico.

El decorado es simple pero determinante enriquecido por una iluminación que juega un papel esencial en la función, creando la atmósfera necesaria de esa sala de espera donde las dos mujeres deben controlar sus nervios y su ansiedad y en ese sentido es admirable ver como Marta Megias se refugia en el humor para contrarrestar y paliar en lo posible el sufrimiento expresado por Gema Matarranz.

Gran noche de teatro la vivida este viernes en el Pedro Muñoz Seca gracias a Juan Carlos Rubio y a 'Histrión Teatro', cuya labor premiaron los espectadores con una interminable ovación a las dos grandes actrices que la pusieron sobre las tablas.

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