El escultos Ignacio López, en el III Centenario de su muerte (XX)

Santo Tomás de Aquino en la iglesia de San Francisco

  • La talla se encuentra en un lamentable estado de conservación

  • El escultor Ignacio López pudo trabajar para los franciscanos portuenses en el siglo XVIII

Detalle de la talla de Santo Tomás de Aquino.

Detalle de la talla de Santo Tomás de Aquino. / F.G.L

Nos ocupamos hoy de una pequeña pero interesante talla conservada en la iglesia de san Francisco de El Puerto que representa al gran filósofo y teólogo medieval atribuida a Ignacio López por sus características de estilo.

Análisis morfológico e iconográficoTomás de Aquino fue un santo dominico del siglo XIII que residió en Italia y Francia y que ha pasado a la historia por escribir obras como Suma contra los gentiles y Suma teológica y conciliar el pensamiento aristotélico con las ideas cristianas de san Agustín. Fue nombrado Doctor de la Iglesia tanto por su distinción como escritor eclesiástico y erudito de gran influencia en el desarrollo del cristianismo como por su santidad de vida. Es el patrón de teólogos, profesores y libreros, entre otros.

Santo Tomás de Aquino Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino / F.G.L.

La imagen que analizamos es de bulto redondo, talla completa de madera policromada y pequeño formato (mide 72 x 40 x 32 cm.). Representa al santo joven (murió a los 48 años), imberbe, erguido y girando ligeramente cuello y cabeza hacia su derecha. Mantiene los brazos alzados y doblados por el codo componiedo una diagonal al mostrar los atributos que porta en sus manos. Mientras la pierna derecha avanza indicando un ligero contraposto, la izquierda queda retrasada y con el pie semioculto tras el cuerpo y bajo la túnica. En la cabeza destacan una gruesa tonsura monacal y un rostro caracterizado por ancha y despejada frente, grandes ojos de mirada ensimismada pintados sobre la madera, pómulos marcados y amplias orejas despejadas.

En cuanto a los atributos habituales que ayudan a identificar a este santo, además de vestir la indumentaria dominica (hábito con túnica larga hasta los pies y escapulario monacal blancos, esclavina con gran capucha, capa coral ancha y larga y calzado negros), ha sido representado sosteniendo una maqueta de iglesia con su mano izquierda en su consideración de doctor de la Iglesia. Ignoramos qué objeto o distintivo pudiera portar en la derecha, hoy perdido junto con las falanges de cuatro dedos, hacia el que dirigía cabeza y mirada. En su iconografía suele acompañarle un lirio alusivo a su castidad, una pluma de ave por su dedicación a la enseñanza y a la escritura o un libro abierto aludiendo a su numerosa producción escrita. Descartamos que esta imagen de El Puerto pudiera portar alguno de estos tres atributos por la postura de la mano y dedos seccionados. Nos inclinamos por pensar que sostuviera un cáliz, copón u ostensorio por su ferviente devoción eucarística. También es posible que haya perdido un sol pintado sobre el pecho o sostenido por un collar en alusión a la iluminación que aporta su doctrina.

Respecto a la policromía, se diferencian la encarnadura en manos, cuello y rostro y el color del hábito (blanco y negro) con diseños vegetales (tallos, ramas y hojas enroscadas) pintadas en dorado sobre túnica, capa y esclavina simulando labores de estofado.

Finalmente, debemos aludir a su deficiente estado de conservación. El santo presenta grietas a lo alto y ancho de la talla tanto en anatomía como en indumentaria, fisuras y pérdidas de soporte en algunos volúmenes y juntas de unión de las piezas ensambladas. Ha perdido las tres primeras falanges de los dedos de la mano derecha, salvo en el pulgar, y un gran fragmento de la tonsura. También se aprecian efectos de ataque de insectos xilófagos, especialmente en la maqueta de la iglesia, oscurecimiento y pérdidas de policromía y ciertos repintes en algunas zonas.

Estilo y autoríaTras un análisis morfológico y estilístico de esta pequeña pero interesante talla se aprecian las influencias de la imaginería de escuela sevillana de la segunda mitad del siglo XVII en general y de Pedro Roldán en concreto. Pero también se evidencian otras notas singulares que observamos en obras similares del escultor al que le estamos dedicando esta serie de artículos, el sevillano afincado en El Puerto entre 1680 y 1718, Ignacio López. La fusión entre el naturalismo de los rasgos anatómicos y dinamismo postural típicamente barrocos con la belleza y serenidad propias de cierta idealización de sus modelos, esos perfiles angulosos y facciones típicamente lopecianas o las acusadas masas musculares del cuello, la elegancia en la actitud y gestos, la expresividad del rostro, severo y reflejando inteligencia, determinación y dignidad… Toda una serie de características, en fin, que ponen de manifiesto, una vez más, la calidad de la producción de este imaginero y que comprobamos que guardan estrecha relación con otros santos documentados. Basta con recordar las tallas de san Gregorio Magno del retablo de Animas de la Prioral o la de san Buenaventura, por ejemplo. Ciertas similitudes las encontramos también en otros santos atribuidos a este imaginero, como el san Ignacio en esta misma iglesia de san Francisco y muchos de los efigiados en el retablo mayor del convento de santo Domingo de Jerez. Es posible que López trabajara también para los franciscanos de El Puerto a comienzos del siglo XVIII y que este santo Tomás de Aquino proceda de su antigua iglesia conventual.

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