Cabaret Festival

Pablo López, o cómo hacer magia con la punta de los dedos

  • El cantante malagueño se dejó la piel y la garganta en  el concierto ofrecido en la noche del lunes en El Puerto

Pablo López, el lunes en el escenario de la Plaza de Toros.

Pablo López, el lunes en el escenario de la Plaza de Toros. / Miguel Ángel González

Pablo López fue el protagonista de la noche del lunes en la Plaza de Toros de El Puerto de Santa María. El malagueño no necesitó salir a hombros ni por la puerta grande para marcharse con la satisfacción del deber cumplido, un deber que no era otro que hacer disfrutar al público que prácticamente completó el aforo previsto, de 800 localidades con medidas de distanciamiento y seguridad.

Entre el público, caras conocidas como las del chef Ángel León -en cuyo restaurante Aponiente estuvo almorzando horas antes el cantante-, la presidenta de la Diputación Provincial, Irene García, o el director de Cadena Cien y jurado de Operación Triunfo, Javier Llano.

Ataviado con una camiseta gris, y con la única presencia de un piano en el escenario a oscuras, aparecía Pablo López a las diez y cuarto de la noche para interpretar, del tirón, La niña de la linterna, un trabajo que se recogerá en el nuevo disco del artista, que saldrá a finales de este año.

Con un público ya entregado de antemano comenzaron a  sonar los acordes de El Patio, y para qué más: público en pie y aplausos a rabiar, con la gente cantando a voz en cuello.

"Gracias por estar aquí", dijo Pablo,  alabando además la decoración que la organización del Cabaret Festival ha puesto en marcha en la Plaza de Toros, evocando un cabaret parisino del siglo XIX. "Cómo mola tocar en El Puerto de Santa María", siguió diciendo, para sentarse de nuevo al piano para interpretar Tempo, otra de sus nuevas canciones.

El artista malagueño, durante su concierto en El Puerto. El artista malagueño, durante su concierto en El Puerto.

El artista malagueño, durante su concierto en El Puerto. / Miguel Ángel González

El temperamento de Pablo y su fuerza se dejaron notar a lo largo de la noche, con golpes a un piano que se convirtió en auténtico protagonista de la noche, junto a su intérprete. El Camino y Suplicando fueron los siguientes temas de la noche, una noche en la que el cantante fue contando confidencias a su público. Entre los asistentes se encontraba su madre, con la que interactuó en varias ocasiones. "Me da coraje que venga mi madre a mis conciertos", confesó, porque además de cantar, Pablo contó en voz alta parte de su vida en Fuengirola, unas experiencias de las que salieron muchas de sus canciones. "Allí había una mujer que me quería y salí corriendo, me fui a Madrid", contó, mientras la vida y las canciones se mezclaban con un panel de fondo que iba cambiando de color.

La mejor noche de mi vida, que también surgió de una noche vivida en Fuengirola, cuyos protagonistas estaban en la Plaza, dejó paso a un giro en el repertorio, ya que el malagueño dejó de seguir la lista que tenía preparada y comenzó a atender las peticiones del público, que no se cortó un pelo a la hora de pedir: Debería, pidió una niña, Te espero aquí... "Pablo, hoy es mi cumpleaños", decía otra voz desde los tendidos, de modo que la felicitación fue coral. "A la mierda el orden", terminó diciendo Pablo, partiendo el papel con la lista de canciones planteadas.

La interacción con el público fue constante. La interacción con el público fue constante.

La interacción con el público fue constante. / Miguel Ángel González

Su nuevo éxito Mariposa también sonó, con un juego de sonidos en bucle que acababa de estrenar. En este tema contó con la presencia en el escenario de Marta, una niña del público que le acompañó durante toda la canción. lo saben mis zapatos fue otra de las peticiones, rememorando entonces el artista a Sara, un antiguo amor presente también en la Plaza.

Pablo confesó que quería volver al Puerto "cuanto todo esto haya terminado", dando las gracias a Rafael Casillas y su equipo por el enorme esfuerzo realizado para organizar este festival. Los sones de Tu enemigo pusieron el punto final al repertorio, aunque a petición del público, que quería más, el artista volvió a sentarse al piano y cantó de nuevo el estribillo de El Patio, esta vez a capella y con las luces y los micrófonos apagados, con las linternas del público encendidas y una sensación de ganas de más, después de una gran noche.

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