Antiguos alumnos del colegio de San Luis Gonzaga

Miguel Buiza, capitán de corbeta

  • Fue jefe de la flota republicana durante la Guerra Civil

  • En julio de 1934, por su actuación en el desembarco de Ifni, se le concedió la cruz de segunda clase del Mérito Naval con distintivo blanco

Miguel Buiza Fernández-Palacios.

Miguel Buiza Fernández-Palacios.

Miguel Buiza Fernández-Palacios nació en Sevilla el 25 de enero de 1898. Era uno de los doce hijos que tuvieron Juan Buiza Lavín († 1923) y María Teresa Fernández-Palacios Labraña († 1933). El matrimonio se afincó en Llerena (Badajoz), donde el señor Buiza Lavín desempeñó la gerencia de la fábrica de harinas perteneciente a la acreditada firma sevillana “Hijos de Miguel F. Palacios” —propiedad de su familia política— y ejerció varios años el cargo de concejal.

Miguel Buiza. Miguel Buiza.

Miguel Buiza.

Miguel Buiza vino a El Puerto de Santa María (Cádiz) en el curso 1912-1913 para cursar el último año de bachillerato en el internado de San Luis Gonzaga, dirigido por la Compañía de Jesús. Los cinco primeros años (1907-1912) los había estudiado en el colegio jesuita de San José, de Villafranca de los Barros, validándolos en el Instituto General y Técnico de Badajoz con muy buenas calificaciones. En el colegio de El Puerto, el rector Rodolfo Velasco estuvo en el año académico 1912-1913 al frente de una comunidad de 30 jesuitas, que atendían a 202 alumnos (internos el 83 % de ellos). El 8 de diciembre de 1912, cuando tuvo lugar la primera proclamación de dignidades del curso, el congregante Miguel Buiza recibió del prefecto Manuel Abreu la de jefe de filas de la 1ª división. En los exámenes oficiales de 6º año de bachillerato, el tribunal del Instituto de Jerez de la Frontera otorgó a Buiza un sobresaliente (Ética), dos notables (Química y Agricultura) y un aprobado (Historia Natural). Superó los dos ejercicios para la obtención del grado con sendos aprobados. Además de Miguel, ese curso se convirtieron en bachilleres otros quince alumnos del colegio, entre ellos los portuenses Serafín Álvarez Martínez, José Arvilla Hernández y Alfonso Sancho Peñasco.

En la convocatoria de julio de 1914, Miguel Buiza y su hermano Francisco consiguieron aprobar los dos primeros ejercicios del examen de ingreso en la Academia de Infantería (Toledo). No debió de superar Miguel el último ejercicio al año siguiente, o quizás desistió de presentarse, pues lo cierto es que tras prepararse en una academia de San Fernando (Cádiz), en octubre de 1915 —con 17 años— obtuvo por oposición una de las 40 plazas de aspirante de Marina en la Escuela Naval Militar de dicha población.

Después de los estudios y embarcos preceptivos, fue promovido a guardiamarina (1918) y a alférez de fragata-alumno (1920). El 1 de enero de 1921 recibió el despacho de alférez de navío, ocupando el puesto 12º del escalafón (de los 37 oficiales de su promoción), y siendo destinado al cañonero Laya.

Buiza participó en septiembre de 1925 en el desembarco de Alhucemas

Postergado un año su ascenso a teniente de navío, Buiza participó en septiembre de 1925 —ya con dicho empleo— en el desembarco de Alhucemas. A finales de ese año se le nombró profesor de los alféreces de fragata embarcados en el acorazado Alfonso XIII, pasando a desempeñar en 1928-1929 la misma función en los cruceros Reina Victoria Eugenia y Blas de Lezo. Tuvo también el mando de los torpederos Número 9 y Número 10. Una disposición de José Giral, ministro de Marina en el gobierno de Azaña, asignó a Miguel Buiza la antigüedad de 5 de febrero de 1932 en el empleo de capitán de corbeta. El 30 de noviembre posterior, tras un curso en Lieja (Bélgica), pasó a la Escuela de Guerra Naval (Madrid) como jefe del Servicio de Hidrografía. En julio de 1934, por su actuación en el desembarco de tropas en Ifni a las órdenes del coronel Capaz, se le concedió la cruz de segunda clase del Mérito Naval con distintivo blanco. En abril de 1935, se le dio el mando del remolcador de altura Cíclope. Al estallar la Guerra Civil, la dotación del buque —surto en la base naval de Cartagena— impidió que Buiza, fiel al Gobierno, fuera detenido por la patrulla del auxiliar naval José Andreu Lillo (peor suerte corrió el segundo del Cíclope, alférez de navío Pedro García de Quesada, apresado y más tarde asesinado a bordo del España nº 3 con otros 80 marinos del Cuerpo General).

A finales de julio de 1936, Buiza recibió en Málaga el mando del crucero Libertad, con el que apoyó el 2 de septiembre el desembarco del capitán Bayo en su intento fallido de ocupar la estratégica isla de Mallorca. El mismo día, la Gaceta de Madrid publicó el decreto por el que —a propuesta de Francisco Matz, efímero ministro de Marina— se nombraba a Miguel Buiza jefe de la flota republicana (aproximadamente 34 unidades), en sustitución del capitán de fragata Fernando Navarro. A pesar de que, según el agregado naval soviético Kuznetsov, Buiza “carecía de la experiencia y conocimientos suficientes para un puesto de tanta responsabilidad”, nuestro biografiado fue confirmado en el cargo y designado comandante interino del Libertad el 10 de noviembre de 1936, siendo Indalecio Prieto el nuevo ministro. Los reveses de la Marina republicana, no obstante algunos éxitos tácticos, dieron lugar a una reorganización de mandos a finales de octubre de 1937: se nombró jefe de la flota al capitán de corbeta Luis González de Ubieta, mientras que Buiza fue relegado a la jefatura de la Defensa Móvil Marítima, si bien dos meses después obtuvo la del Estado Mayor de Marina. El 19 de abril de 1938, ya con el presidente Juan Negrín como ministro de Defensa Nacional, Miguel Buiza —habilitado como capitán de navío— ocupó en la Subsecretaría de Marina (Barcelona) el puesto de presidente de la Junta de Recompensas y, el 4 de mayo del mismo año, el de jefe de la Sección de Personal.

El 21 de enero de 1939 —inminente la toma de Barcelona por las tropas de Franco— la jefatura de la flota republicana pasó otra vez a Miguel Buiza, que la asumió en circunstancias trágicas debido al reciente suicidio de su esposa. En la tensa reunión de mandos militares celebrada el 16 de febrero en el aeródromo de Los Llanos (Albacete), el general Miaja fue el único que secundó la determinación de Negrín de resistir a ultranza, mientras que Buiza advirtió que la flota —continuamente hostigada por la aviación enemiga— abandonaría Cartagena “si para el 4 de marzo el Gobierno no había iniciado gestiones para la paz”.

A mediodía del 5 de marzo cumplió su ultimátum el jefe de la flota, ordenando desde el buque insignia Miguel de Cervantes la salida de otros dos cruceros, ocho destructores y un submarino de la base de Cartagena, donde se producían, separadamente, sublevaciones pronacionales y antinegrinistas. Ya en alta mar, Buiza recibió instrucciones de Negrín de regresar a la base. Pero un radiograma del coronel Casado —presidente provisional del Consejo Nacional de Defensa— le conmina a mantenerse en la mar, a la vez que otro que decía “En Cartagena, a las órdenes de Franco” le indujo a dirigir la flota hacia Argel, viéndose finalmente obligado a internarla —7 de marzo de 1939— en Bizerta (Túnez), por exigencia de las autoridades francesas. De los 4000 hombres de la flota, unos 1500 —Buiza entre ellos— no regresaron a España, prefiriendo ser internados en un campo de concentración tunecino. Los buques fueron incorporados a la Marina franquista.

En mayo de 1939 Miguel Buiza se enroló en la Legión Extranjera francesa

En mayo de 1939, Miguel Buiza se enroló en la Legión Extranjera francesa, donde se le confirió —excepcionalmente— el grado de capitán, con el que combatió contra Alemania al iniciarse la Segunda Guerra Mundial. Tras la derrota de Francia se retiró a Orán (Argelia). En noviembre de 1942 se alistó en los Cuerpos Francos de África y tuvo una participación destacada en la campaña de Túnez. Posteriormente cayó enfermo, causando baja en el ejército. En julio de 1947, después de la victoria aliada, transportó a Palestina en un mercante a judíos supervivientes del holocausto. Los británicos lo tuvieron retenido en Haifa hasta febrero de 1948, cuando regresó a Orán para reunirse con su segunda mujer. En el verano de 1962 abandonó Argelia y se instaló en París. Habiéndosele diagnosticado un tumor grave, gestionó su ingreso en la residencia Beauséjour de Hyères (Costa Azul), en la que falleció el 23 de junio de 1963.

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