Pepe Mendoza
Feliz Año Bueno
teatro cine
ENTREMESES DE MIGUEL DE CERVANTES
Ficha técnico artística: Teatro de La Abadía. Obra: ENTREMESES - La cueva de Salamanca, El viejo celoso y El retablo de las maravillas. Autor: Miguel de Cervantes. Director: José Luis Gómez. Intérpretes: Eduardo Aguirre de Cárcer, Diana Bernedo, Julio Cortázar, Miguel Cubero, Palmira Ferrer, Elisabet Gelabert, Javier Lara, Luis Moreno, Inma Nieto y José Luis Torrijo. Canciones: todos. Música: Luis Delgado. Escenografía: a partir del diseño original de José Hernández. Vestuario: María Luisa Engel. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Ayudante de dirección: Carlota Ferrer. Arreglos de coplas y refranes: Jesús Domínguez. Músico: Eduardo Aguirre de Cárcer. Día: sábado 21 de noviembre. Duración: 1 hora 50 minutos sin descanso. Lugar: Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca en El Puerto. Aforo: Tres cuartos de entrada.
Dicen los de La Abadía que el recuerdo de estos primeros veinte años de vida artística como casa de teatro y estudios, con aspiraciones a incidir en la vida social y cultural a través de la poesía y de la escena, es ineludiblemente para ellos el reencuentro con la vida misma y con el teatro en su versión más fidedigna. Y para dar fe de esa doble pleitesía como sustento vital vuelven a sus orígenes subiendo nuevamente a los escenarios a barberos, estudiantes, criadas, sacristanes, alguaciles, labradores, escribanos y alcaldes entre otros, que dan vida a los Entremeses de Miguel de Cervantes, que como bien nos recuerda su director el onubense José Luis Gómez en boca de Manuel Azaña, quienes hablamos español somos y seremos, lo sepamos o no, "criaturas cervantinas".
Y estas criaturas comienzan su función con el corazón limpio y un amanecer claro entre los cánticos asilvestrados de la España rural y picaresca del siglo XVII, y su increíble parecido con la España urbana y truhanesca de nuestros tiempos. Ya dijo en su momento el propio Cervantes que lo que él escribía era muy desatado, lo que no pudo llegar a saber nunca es hasta qué punto acertó con sus ocurrencias en el tiempo.
Los seis actores y las cuatro actrices que dieron vida a los personajes de estos Entremeses actuaron con un exquisito y estricto rigor escénico, con delicadeza gestual, con una dicción inteligible cada vez más rara de encontrar en multitud de compañías profesionales, con una sintonía entre ellos mismos y el público que daban ganas de subirse a escena y compartir la añagaza al marido cornudo, el engaño al viejo celoso o el desparpajo de los pícaros con las "fuerzas vivas" de una aldea en el Retablo de las maravillas. Su actuación coral fue preciosa y precisa, y por su singularidad quiero destacar la realización de los efectos especiales con instrumentos a la antigua usanza en el propio escenario, así como la música en directo que siempre se agradece.
El teatro bien hecho no engaña a nadie, todo lo contrario, engrandece al que lo hace, satisface al que lo ve y reconforta a quien lo programa. Cuando estos tres parámetros no escritos se conjuran en una misma noche otoñal, la fiesta de la carátula y la farándula que nos citara Cervantes en boca de Don Quijote en uno de los capítulos de la segunda parte de su celebradísima novela épica, hace del hecho teatral toda una fiesta donde el espectador se identifica con los personajes y los recitantes, y los actores y actrices disfrutan de lo lindo cultivando uno de los oficios más bonitos del mundo. Y eso fue lo que ocurrió el pasado sábado en el Muñoz Seca portuense.
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