El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Danza

Lucía Ruibal, la danza flamenca de un corazón salvaje

Lucía Ruibal.

Lucía Ruibal.

Lucía Ruibal, la bailaora-bailarina, trajo recientemente a El Puerto -su ciudad natal- la frescura de esas olas que intentaba sortear cuando, de pequeña, acompañaba a sus padres a la playa de La Puntilla. Sinceridad y mucha frescura en su espectáculo en el Muñoz Seca.

Sus comienzos en la danza clásica la llevan, de manera natural, al flamenco. Así construye la danza flamenca, acompasada con las palabras y los gestos. Así fluye el arte de sus manos y su cuerpo, de sus pies. Flotando sobre la tarima, pateando la tarima, fundiéndose con la tarima. Un discurrir por la bailaora que siente y que trasmite verdad en cada movimiento.

El Puerto fue su cuna, en Cádiz aprende danza clásica y contemporánea y a los 17 años de la mano de Natalia Acosta empieza con los estudios de flamenco. La Lupi y Mercedes Rui forman parte de esas maestras que dejan huella en su carrera. Y poco a poco, a fuego lento, se va afianzando en el baile flamenco. Su padre, Javier Ruibal, siempre estuvo muy presente.

Los que nos acercamos al Muñoz Seca supimos contagiarnos de los afinados textos de Lucía. Su voz llevada desde su infancia declamaba textos, sus pies acompasaban los pasos. El cuerpo y el lápiz. La tarima y el papel…Las metáforas de la vida. De su vida. De su encuentro con el espejo, de la bailaora que es.

Sus pies y sus manos volaron por el escenario y transmitieron verdad. Mucha verdad y mucho arte contenido. Toda la fuerza de una joven portuense, que soñaba con bailar o danzar (que más da) libre, sin ataduras, si alharacas, sin encorsetamiento alguno. Salvaje, sin ninguna duda…

En el nuevo espectáculo 'La bailarina salvaje' Lucía Ruibal se abre en canal. Su corazón se asoma a un espejo imaginario y comienza ese dúo palabra-baile. Llora, grita, gime. Lanza a los cuatro vientos sus pensamientos. Como balbuceara Benedetti, “hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio”. La necesidad de trasmitir.

Y así transcurre la vida, su vida. Se despereza entre recuerdos y se apoya -desde el pretil de la niñez-, en sus propios versos. Acompañados de miradas, de movimientos, de pasos. De libertad, de verdad, de amor, de vida con mayúsculas. De miradas, de gestos.

Sin olvidar la complicidad manifiesta del guitarrista e intérprete José Almarcha y el cantaor y también interprete Roberto Lorente. Seriedad y honestidad. Todo un lujo.

Mucho futuro por delante, escenarios por pisar y compartir le esperan. Con el desparpajo de saber lo que quiere. Los que disfrutamos de su puesta en escena, en las tablas del Muñoz Seca, supimos apreciar los detalles, la sencillez y la credibilidad de Lucía Ruibal. Esa niña, que sigue siendo...

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios