Comercio

La Joyería Marín cumple medio siglo

  • El conocido establecimiento celebra hoy domingo sus primeros 50 años de vida

  • La segunda generación de la familia es la que lleva ahora las riendas del negocio

Los fundadores de la joyería, Fernando y Consuelo, junto a sus hijos Fernando y Mercedes y la empleada del negocio, Mamen Peinado.

Los fundadores de la joyería, Fernando y Consuelo, junto a sus hijos Fernando y Mercedes y la empleada del negocio, Mamen Peinado. / Andrés Mora

La Joyería Marín está de enhorabuena. Este domingo, 3 de noviembre, el conocido negocio ubicado en la plaza de Isaac Peral cumple 50 años, medio siglo desde que en la misma fecha de 1969 el joven matrimonio formado por Fernando Marín y Consuelo García-Máiquez abriera por primera vez las puertas del establecimiento.

En los tiempos que corren no es nada fácil que un negocio familiar resista contra viento y marea, y más en el centro de El Puerto, pero en el caso de la Joyería Marín así ha sido y ahora es la segunda generación de la familia la que lleva las riendas de la gestión.

Fernando y Consuelo se casaron en septiembre de 1969 -acaban de celebrar también sus bodas de oro- y poco tiempo después abrieron la joyería justo un 3 de noviembre, coincidiendo con la festividad de San Martín de Porres, del que la familia de Consuelo es muy devota.

Fernando Marín y Consuelo García-Máiquez, en los inicios de la joyería. Fernando Marín y Consuelo García-Máiquez, en los inicios de la joyería.

Fernando Marín y Consuelo García-Máiquez, en los inicios de la joyería.

Fernando, cordobés de nacimiento, es un experto joyero que ya se había curtido profesionalmente en su tierra natal antes de trasladarse hasta El Puerto, y Consuelo tenía sobrada experiencia en la atención al público, no en vano su familia regentaba la panadería Rosado, ubicada justo al lado de la actual joyería.

Al principio la tienda contaba apenas con el espacio que hoy ocupa el mostrador y un pequeño taller, pero con el tiempo se fueron realizando ampliaciones, sobre todo tras el cierre definitivo de la panadería, que permitió a la familia Marín realizar una importante ampliación del establecimiento. No obstante, como recuerda orgulloso Fernando, “nunca se cerró para las remodelaciones, siempre seguimos trabajando mientras se hacían las obras por dentro”, indica.

Aunque hace cincuenta años había otras joyerías y relojerías en el centro de El Puerto, lo cierto es que la apertura de Marín trajo un soplo de aire fresco, ya que se trataba de un negocio muy moderno, con una decoración al gusto de la época, en colores blanco y azul, con la moqueta de color oro viejo y muebles modulares. En las inmediaciones florecían los negocios, en un centro de El Puerto que entonces bullía de actividad.

Como recuerda Consuelo, la matriarca, los comienzos fueron duros. “Fernando se quedaba muchas veces a trabajar con la tienda cerrada, incluso los domingos, mientras yo hacía punto”.

El matrimonio tiene cuatro hijos, tres chicas y un chico, y dos de ellos, Mercedes y Fernando, son los que llevan ahora la gestión del negocio familiar. Sus padres, ya jubilados, siguen sin embargo muy presentes en el negocio, ya que residen además en el mismo edificio.

Padres, hijos y nietos de una una misma familia han sido clientes de la casa

Por la joyería han pasado para comprar sus alianzas de boda y todo tipo de regalos hasta tres generaciones de portuenses. “Primero atendíamos a los padres, luego a los hijos y ahora incluso a los nietos”, explican los Marín, para quieres la clave de su éxito ha sido la atención personalizada y una relación muy personal con sus clientes.

Sin duda otra de las piezas importantes en este equipo ha sido Mamen Peinado, la empleada que lleva trabajando en la joyería desde 1975. “A la gente le gusta que la escuchen, nuestros clientes vienen y se sienten como en casa, nos cuentan sus cosas”, explica.

También Fernando padre aporta otra de las claves de su amplia trayectoria: “en el mundo de la joyería tiene que haber siempre una relación de confianza mutua, y la gente confía en nosotros, nos confían pertenencias con un gran valor sentimental que no llevarían a cualquier sitio”, señala.

Ya de cara al futuro Fernando hijo y Mercedes están muy implicados con el potencial que tiene el centro de El Puerto y confían en que la zona vuelva a florecer, atrayendo habitantes al casco antiguo y facilitando la concesión de licencias. Mientras, la Joyería Marín sigue viendo pasar la vida desde su privilegiado balcón de la plaza de Peral.

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