Solidaridad con Ucrania

“Podrían haber sido nuestros hijos”

  • Dos hermanas acogen en su casa de El Puerto a cuatro deportistas ucranianos y a sus entrenadores, a los que la invasión de su país sorprendió al comienzo de la Semana Olímpica Andaluza

Los dos entrenadores y los cuatro jóvenes regatistas, ayer en el Centro de Tecnificación de Vela, donde tiene su sede la Federación Andaluza.

Los dos entrenadores y los cuatro jóvenes regatistas, ayer en el Centro de Tecnificación de Vela, donde tiene su sede la Federación Andaluza. / Julio González

Vladimir, Julia, Andrii, Iván, Ilia y Andrii estaban hace apenas en mes en su país, Ucrania, haciendo una vida absolutamente normal. Son cuatro jóvenes de entre 13 y 17 años, deportistas de élite, que junto a sus entrenadores participaban hace unos días en la Semana Olímpica Andaluza que se ha disputado en aguas de la Bahía de Cádiz, en concreto en la clase ILCA. Poco podía imaginar que el mismo día en que comenzaba la competición Rusia iba a iniciar la invasión de su país, una pesadilla que están viviendo a miles de kilómetros.

Casi todos ellos son vecinos de la capital ucraniana, Kiev, menos Andrii que vive en Odessa, aunque entrena en el centro de vela de Kiev. Los seis venían de participar en otras regatas en la comunidad valenciana y en Portugal y habían alquilado un apartamento en El Puerto hasta ayer mismo, cuando tenían previsto regresar a casa.

Los dos entregadores -que son matrimonio- y los jóvenes deportistas se vieron por un momento desamparados, sin alojamiento previsto y sin apenas dinero, al no poder utilizar sus tarjetas de crédito, aunque este desamparo duró poco gracias a la rápida reacción de la Federación Andaluza de Vela, cuya sede se encuentra en el Centro de Tecnificación de Vela ubicado en el complejo náutico Puerto Sherry.

La Federación de Vela les ha devuelto la inscripción en la regata para que tengan efectivo

Desde un principio desde la Federación les facilitaron la devolución de sus cuotas de inscripción en la regata en metálico y otros gastos que conlleva la competición, para que pudieran disponer de un dinero que les iba a resultar muy necesario.

En cuanto al alojamiento, los cuatro deportistas y sus entrenadores han tenido la suerte de encontrarse en su camino con las hermanas María y Elena Guitart, residentes en El Puerto de Santa María.

Una imagen de los jóvenes ucranianos en el Centro de Tecnificación. Una imagen de los jóvenes ucranianos en el Centro de Tecnificación.

Una imagen de los jóvenes ucranianos en el Centro de Tecnificación. / Julio González

Ninguna de las dos tiene relación con el mundo de la vela pero estaban en su casa el fin de semana, viendo en las noticias los bombardeos y la situación a la que se estaban enfrentando los ucranianos, y pensaron “tenemos que hacer algo, no nos podemos quedar de brazos cruzados".

María y Elena viven en la urbanización de Fuentebravía, en la Costa Oeste portuense, y la primera de ellas vive sola en una casa grande en la que dispone de espacio de sobra, ya que sus hijos ya se han independizado. “Enseguida empezamos a preguntar por Twitter a amigos y conocidos, que si se les ocurría alguna manera de ayudar ante este conflicto, y una amiga que vive en Sevilla pero que tiene lazos con la Federación de Vela me habló de la regata y me dijo que había algunos deportistas ucranianos que se habían quedado sin alojamiento.

Ni cortas ni perezosas las dos hermanas se pusieron en contacto con la Federación y ayer mismo visitaban con los deportistas y sus entrenadores la que será su nueva casa, al menos durante los días que lo necesiten.

“Hoy hemos comido todos ya en mi casa y son unas personas encantadoras, están muy agradecidos”, explica María, que se queda asombrada sobre todo ante la madurez de Andrii, de 17 años, que es quien mejor habla inglés del grupo y quien le hace de traductor con los demás”.

Tanto los dos entrenadores como los deportistas han podido contactar estos días con sus familias, algunos de cuyos miembros permanecen en la capital, en refugios, mientras otros han partido hacia otros lugares dentro de Ucrania. Los dos entrenadores han dejado en Kiev a su hija y su nieta.

Las dos hermanas tienen el corazón encogido cuando ven a esos niños tan lejos de sus familias, sin saber cuando podrán reunirse con ellas. “Las dos somos madres y pensamos que estos niños podrían ser nuestros hijos. Es algo que le puede pasar a cualquiera”, dicen, y piden a los políticos que no se pongan de perfil ante esta gran crisis. Es un conflicto que tenemos a las puertas de nuestras casas y es el momento de la verdad”, sentencian.

Tanto el entrenador como el joven Andrii, de 17 años, quieren ir a luchar con sus tropas

Tanto el joven Andrii como su entrenador, Vladimir -aunque su anfitriona María ya le ha comunicado que lo le llamará por ese nombre que le recuerda a Putin y lo ha rebautizado como Pedro- aseguran que su intención es regresar a su país para poder luchar junto al ejército ucraniano, aunque saben que ahora mismo es casi imposible que puedan llegar hasta allí.

En estos momentos los planes de estos deportistas y sus entrenadores pasan por tratar de llegar en unos días, a bordo de su furgoneta, hasta Barcelona, en cuya Villa Olímpica se encuentran otros miembros de la Federación de Vela ucraniana. Desde allí ya seguirían juntos con el resto de los deportistas de su país, aunque tampoco tienen muy claro cuál será su próximo destino.

Vladimir -Pedro para María- se muestra muy agradecido con España y su gente y también con la Federación Andaluza de Vela, que el mismo día en que estalló el conflicto decidió arriar todas las banderas de sus mástiles dejando izada solo la de Ucrania, como gesto de apoyo a este país.

En esa última competición sí participaron deportistas rusos, pero ya no podrán hacerlo en la próxima que se disputa la semana que viene. Otros deportistas ucranianos que tenían previsto participan en ambas citas tienen alquilados apartamentos durante más tiempo y otros que también tenían previsto regresar a su país están alojados en Algeciras, en casa de un compatriota que también les ha ofrecido cobijo.

María y Elena confían en que dentro de un tiempo puedan ver a estos niños participando en unas olimpiadas. Sería señal de que el mundo no se ha vuelto loco del todo alargando una guerra que nadie entiende en pleno siglo XXI.

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