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Batalla electoral

El fruto recogido de las abuelas en Vejer

Dos personas toman un café en un balcón de la plaza de España de Vejer.

Dos personas toman un café en un balcón de la plaza de España de Vejer. / Julio González

Un cartel enfrente de la parada de autobuses de Vejer dice que estamos llegando a uno de los pueblos más bonitos de España. Se puede dar fe de que no es un simple eslogan para vender un pueblo sino que es la realidad pura y dura.

En la misma cuesta de la Corredera se puede ver que la rutina diaria de la población, donde se mezclan los turistas que a diario llegan a esta preciosa localidad y los propios vejeriegos, se rompe con los carteles electorales que dejan a las claras que es una contienda a dos pese a que hay tres invitados a la fiesta. Los carteles  se van sucediendo entre los del PP, que representa la vuelta a la arena política local de Pepe Ortiz, quien fuera alcalde entre 2011 y 2019, y el PSOE, con Antonio González Mellado, que aspira a recuperar un gobierno del que salieron en el año 2011 cuando era Antonio Jesús Verdú el alcalde. El tercero en discordia es Vox, con Noelia Hermosilla Díaz, sanluqueña de nacimiento y que en el pueblo le dan nulas opciones ante los otros dos.

Si alguien sabe lo que es gestionar el pueblo es Antonio Morillo Crespo, que fue su alcalde durante la transición y hasta 1991. Morillo presume de su localidad y dice que “hoy estamos recogiendo los frutos de  nuestras abuelas”. Esta afirmación la basa en que en Vejer se ha encalado siempre: “Blanco de cal y almagre para las puertas ventanas y cocinas: “Ahora vienen los forasteros y pintan de azul pensando que esto es Chaouen”. Con esa retranca que le caracteriza en ocasiones, dice que los enemigos de esta arquitectura tradicional son “los marbellensis, la titulitis del arquitecto y el ilustrado”

El también ex diputado en el Congreso saca pecho cuando dice que en un artículo de El País se dice que los tres pueblos mejor conservados de España son Albarracín, Pedraza y Vejer. 

Morillo se remonta a su época de alcalde cuando comenzó la lucha para quitar los zócalos de muchas fachadas de las casas “pero lo hacíamos por las buenas”. Así llegaron a quitar hasta 200 de un elemento decorativo que no era propio del pueblo

Vejer es hoy en día uno de los grandes motores turísticos de la provincia de Cádiz y uno de los lugares con un mayor nivel gastronómico. Pero no es un turismo de masas, lo que ha permitido que Vejer no sólo haya preservado su personalidad sino que incluso la ha acentuado, convirtiéndose en un escenario casi único en la provincia.

El empresario Paco Pacheco es vejeriego y tras iniciar su carrera profesional fuera de su localidad, desde 2009 empezó a emprender en este pueblo. Desde entonces tiene los hoteles Bekkeh y La Hospedería La Posada, a lo que se le une un puesto en el mercado gastronómico de San Francisco, la Casa del Vino en la plaza de España, La Tarantela en la Corredera y Tragaboca en la calle Juan Bueno.

Paco Pacheco dice sin ningún género de dudas que “Vejer está ahora en su mejor momento”  tanto para el turismo como para los propios vejeriegos y destaca “cómo está explotado”.

En este sentido, asegura que se sienten acompañados en lo público ya que desde el Ayuntamiento no se ha parado de inventar cosas e iniciativas para atraer a la gente, como la famosa noche de las velas que se produce al inicio del verano.

Pero eso no es algo que se haya hecho de un día para otro. Cuando él regresó a Vejer fue justo el punto e inflexión donde el pueblo empezó a tomar carrerilla para subir una de las muchas cuestas que hay en este pueblo: “En La Corredera no existían casi los bares. Estaba el Corredera 55 y abrimos casi a la vez Las Delicias y nosotros”. 

Pacheco no cree que la localidad pueda morir de éxito por el tipo de turismo que llega a esta localidad: “Es un turismo que va buscando la calidad”. En este sentido asegura que no hay grandes hoteles ni discotecas que puedan hacer que haya una masificación.

Una hostelera vejeriega que prefiere guardar su anonimato recuerda que hace décadas “Vejer era un pueblo muerto”. Esta mujer reconoce que fue Antonio Morillo Crespo “el que puso este pueblo más bonito”. El potencial estaba ahí y solo había que pulir el diamante para que luciera con todo su esplendor.

También cree que el Grupo Califa, que tiene su establecimiento en la plaza de España, fue uno de los que sirvieron  de guía para todos lo que vinieron detrás “porque no había mucha gente que apostara por esto”.

Dar una vuelta por las principales calles del casco histórico es encontrarse muchas placas en las puertas de muchas casas que pone la leyenda ‘Alojamiento rural’. Vejer vive del turismo pero eso tiene también su lado perverso, como afirma esta hostelera: “Ahora es impensable poder comprar porque los precios so ndesorbitados para un bolsillo normal. El joven o pareja que quiera independizarse en un piso de alquiler lo tiene muy difícil”. En este sentido, considera que “se deben poner límites y que se piense también en el que vive aquí”.

Una de las características que tiene Vejer es que los propios habitantes son los primeros en tratar de cuidar su patrimonio, las calles, en una implicación colectiva que pone las cosas muchos más fáciles. Eso sí, una ciudadana se queja de que debajo de su ventana en el barrio más nuevo de San Miguel “me limpian los bombos de basura”, así como hay críticas al punto limpio, “pero como eso no se ve...”.

Pero dentro de Vejer hay muchas capas. No sólo es el centro histórico, sino que también tiene una parte más moderna y varias pedanías que hacen que tenga un término municipal muy extenso. Y Antonio Morillo, pese a que cree que deben tener todos los servicios, “sólo hace falta que cada una tenga casi su propia universidad”.

Morillo también es muy crítico con algunas nuevas construcciones que se han hecho, algunas de la Junta de Andalucía y la Zona Franca, que no casan con el entorno y lamenta el color amarillo albero que se le ha puesto al nuevo hospital de Vejer. Tras muchos años de reclamaciones y de retrasos, al fin la comarca cuenta con un centro sanitario en condiciones.

En la calle Teniente Castellón se puede ver a obreros que trabajan en la calle. Allí se encuentra Pepe Ortiz, el que vuelve a la arena local tras cuatro años, charlando con la propietaria de uno de los comercios.

Este sector también es especial en Vejer, ya que se pueden ver unos negocios con una decoración muy cuidada y con artículos que se diferencian de las clonadas grandes franquicias que hay en las ciudades más grandes.

Dentro de ese reverso de la moneda que es el Vejer exultante de hoy en día se encuentran otros problemas que sufren a diario los vejeriegos y todos los que se quieren acercar a esta localidad: la falta de aparcamientos. Paco Pacheco asegura que es una asignatura pendiente y propone que en alguno de los terrenos rústicos se pueda habilitar un aparcamiento que tenga unos autobuses lanzaderas para acercar a la gente al casco histórico de la localidad.

Otro de los talones de aquiles, a su juicio, es la formación y, en concreto, con el auge que está el sector de la hostelería y los alojamientos, debería haber instrumentos formativos para estas cuestiones.

El turismo que llega a Vejer es más cultural, más de monumentos, gastronomía y disfrute de la historia. La parte de la playas de este municipio se sitúa en la preciosa playa de El Palmar, un lugar que lucha y se debate entre mantener su casi salvajismo con la invasión que sufre cada verano.

En la parte más moderna de San Miguel se siguen construyendo casas en un solar enorme que hay allí. Un poco más arriba hay una pequeña barriada que está ocupada por extranjeros, “forasteros” como les llama Antonio Morillo, que curiosamente dice que tiene nombres de calle de gente que nos ganó una batalla, la de Trafalgar, a nosotros. Yes que Vejer es diferente para todo.

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