Batalla electoral

Trebujena, con la izquierda en la salud y en la enfermedad

La tricolor está presente en muchas azoteas de Trebujena y hasta en sus paredes, atentos al detalle de la esvástica personificada como alguien que huye de otro personaje con un palo. La tricolor está presente en muchas azoteas de Trebujena y hasta en sus paredes, atentos al detalle de la esvástica personificada como alguien que huye de otro personaje con un palo.

La tricolor está presente en muchas azoteas de Trebujena y hasta en sus paredes, atentos al detalle de la esvástica personificada como alguien que huye de otro personaje con un palo. / Miguel Gómez

Hay matrimonios que duran menos que el compromiso que Trebujena mantiene con la izquierda. Más de 40 años de historia democrática vienen a avalar este casamiento que se erige firme soplen vientos de cambio desde donde arríen. En la tierra albariza de Trebujena, vecina de Jerez, de Sanlúcar y de Lebrija, en sus imponentes marismas, ningún otro color ha conseguido teñir el rojo de un atardecer que conquistó al mismísimo Steven Spielberg. El compromiso con el Partido Comunista, primero, con PSOE (brevemente) e Izquierda Unida, después, se ha preservado en el tiempo, en la salud y en la enfermedad pero, sobre todo, en la salud, que es de la que vive más de la mitad de la población. Trebujena es el pueblo de los mil sanitarios. Pueblo rojo por aquella asamblea local de la Cruz Roja que puso los cimientos de la fructífera relación entre Trebujena y la sanidad, y pueblo rojo que se sigue conduciendo por la izquierda, aunque se le haya muerto el inglés, legado vivo (único, quizás) del rodaje de El imperio del sol. Por la izquierda, ojo, que en Trebujena tienen muy claro su sentido. “Aquí siempre, siempre, ha ganado la izquierda, bueno, menos un año, que ganó el PSOE”. Ahí lo deja Francisco.

Francisco (sin apellidos, sin mote y con una profesión que tampoco quiere desvelar para no dar pistas “que aquí nos conocemos todos”) se sienta en el Bar Litri con Juanma. Es de izquierda, es “comunista, como casi todo el pueblo” donde el apelativo no siembra miedo, quizás, orgullo. Es de izquierda pero va a votar en blanco. “A las próximas, ya volveré a votarlos, como llevo haciendo desde los 18 años y 1 mes. Pero esta vez, no, una historia personal... Vamos yo se lo he dicho a Ramón, él lo sabe...”.

Ramón (Ramón Galán) es el alcalde desde marzo de 2022, cuando Jorge Rodríguez, el vencedor de las elecciones de 2019, renunció al cargo para asumir la presidencia del Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana. Con Ramón, con su gestión, “no hay pegas”. Tampoco con la de Jorge, aunque declinara el bastón de mando; ni con la de Manolo (Cárdenas), cinco legislaturas consecutivas ganadas; ni con la de Juan Antonio (Olivero), primer alcalde en democracia. Y es que en Trebujena, en el paseo de un mediodía donde cae candela sobre los telares de la plaza del Ayuntamiento que recuerdan que se acaba de celebrar el Trebufestival, recitan los nombres de sus alcaldes, del primero al último.

A Antonio (Cabral), y a su isla socialista del 87 al 91, también lo mientan. De pasada. Los grandes elogios van para “la izquierda de verdad”. Oiga, pero en las últimas los socialistas estaban ya achuchando... “No creas... Va a salir otra vez Izquierda Unida. Aquí eso no cambia...”

La escultura de Federico García Lorca, en la plaza que lleva su nombre, realizada por el artista trebujenero Augusto Arana. La escultura de Federico García Lorca, en la plaza que lleva su nombre, realizada por el artista trebujenero Augusto Arana.

La escultura de Federico García Lorca, en la plaza que lleva su nombre, realizada por el artista trebujenero Augusto Arana. / Miguel Gómez

Más, o menos, de acuerdo con la diligencia de Galán, que se expone por primera vez como cabeza de cartel a unos comicios, la observación –“sale otra vez Izquierda Unida”– se repite en las bocas de los que se prestan a dibujar la realidad de su pueblo hoy. “Yo soy del PP, se lo digo, no es broma. Yo le hice la campaña a Fraga en el 82 y le metí ahí enfrente, eso era un cine, a 900 personas. Aquí, en Trebujena, tiene su mérito. Y aquí estoy con mis amigos, que son de izquierdas todos, y se lo digo, el alcalde va a volver a repetir, eso dice la gente”. En El Sitio, Paco Peña –“aquí donde le ve es cabo honorífico de la Guardia Civil”– se sienta con Manuel Chamorro, con Miguel Caro, con Emilia Cordero y Antonia Pruaño, todos amigos, todos trebujeneros de siempre, de los que mantienen sus tierras de cultivo, sus viñas, con las que participan en la Cooperativa de las Angustias.

“¿El campo? Ahí está. Cada vez más difícil pero es nuestra vida (“y tanto, tanto campo, tanto campo...”, se quejan las señoras) Cuesta ya encontrar gente para darle un jornal, ahí estamos nosotros trabajándolas todavía... Pero la tierra es la tierra... Te tira...”, explican los veteranos productores que celebran “la buena noticia” que se dio a conocer a finales del pasado octubre de que el fino de la localidad puede ser comercializado como vino de jerez. “Y es que ha sido así siempre, ¿no ve que los vinos de jerez son rociados con los finos nuestros?, con los mostos de Trebujena, la solera...”, se enorgullecen.

La reunión, aunque no coincida en ideología, ni se pongan de acuerdo en una previsión del resultado electoral –“pues no estoy yo tan seguro que consigan mayoría...”, “cómo que no, hombre”, “que sí, pero va a estar más ajustado con el PSOE”...–, convergen sin ambages en dos asuntos: que viven en el pueblo “más bueno del mundo” y que hoy en día, en Trebujena, “casi todo el mundo, ¿el 70%, el 80%?, trabajan en la sanidad”.

En realidad un 53% o, al menos, así era en 2020 cuando la pandemia nos hacía reparar en realidades que pasaban desapercibidas en la antigua normalidad. Entonces Trebujena se puso en el mapa (con permiso del pujante negocio de moda Mariquita Trasquilá de Milagros Cabral, 300 prendas al día factura con sus tiendas físicas y pedidos online) como una de las localidades de España con mayor número de sanitarios en relación a su proporción. De una población activa de 3.200 personas, 1.700 se dedicaban al ámbito sanitario. Unos 1.000 residiendo en la propia Trebujena, el resto, en diferentes localidades de nuestro país. Todavía se recuerda la caminata-protesta hasta el Hospital de Jerez para reivindicar la sanidad pública nada más terminar el confinamiento.

Miguel, Emilia, Paco y Manuel, en el bar El Sitio. Miguel, Emilia, Paco y Manuel, en el bar El Sitio.

Miguel, Emilia, Paco y Manuel, en el bar El Sitio. / Miguel Gómez

Allí trabaja Raúl, uno de esos sanitarios que viven “muy contento” en su pueblo. Lo encontramos en la puerta del colegio de Educación Infantil y Primaria Blas Infante, uno de los dos centros que atiende a los escolares en estas dos etapas de formación que se dividen en tres líneas. “Problemas de niños no hay, bueno, aquí no hay problemas de casi ningún tipo. Se vive bien y, ya lo ves, hay muchos chiquillos en Trebujena”, dice el padre de dos de ellos –“yo nunca he visto a tanta embarazada ni tanto carrito junto”, certificará más tarde Paloma, una zaragozana que “por amor” lleva “un año y tres meses” en la localidad donde trabaja como cajera en el supermercado de la plaza del Altozano–.

Pero estábamos en la puerta del Blas Infante, con Raúl. “Este pueblo es muy tranquilo, es agradable, la gente somos cercana, luchadora y yo diría que solidaria. La gente se implica y colabora en todo, y eso no ocurre en todos lados. También la juventud participa pronto en política...” “No tanto como antes”, contesta Elena, otra de las madres del corrillo, aunque, al final, resuelven entre todos los presentes que, más o menos politizados, “los jóvenes sí se implican con el pueblo”. También sacan la estadística de sanitario. “Sí, sí, muchísimos, un 90% de la gente, vamos”...

Del origen de la vocación sanitaria de Trebujena se acuerda Victoria, trabajadora social que cruza con su silla de ruedas la plaza del Ayuntamiento, y que refiere aquella primera promoción de mujeres auxiliares de enfermería que salieron de la escuela del puesto de socorro que la Cruz Roja abrió mediante un convenio con el Ayuntamiento en 1983. Iniciativa que cristalizó en la Escuela Docente José Cabrera, que pertenece a la Asociación Andaluza de Centros de Enseñanza de Economía Social, y que con su oferta de enseñanzas en auxiliar de enfermería, celador, técnico en radiología y cocina se ha convertido en una de las principales agencia de colocación de una de las localidades con la tasa de paro más baja de la provincia (alrededor de un 22% en 2022).

Una de las calles de Trebujena con los colores del arco iris. Una de las calles de Trebujena con los colores del arco iris.

Una de las calles de Trebujena con los colores del arco iris. / Miguel Gómez

“Sí, sí, en todas las familias hay un sanitario, eso es así en Trebujena”, acuerdan Encarni hija del Panzo, La Nini del Panzo, Mercedes e Inma Cabral, Virginia Chamorro... Ellas no lo son. Una está en paro, otra se dedica a la hostelería, otras pocas al Servicio de Ayuda a Domicilio que oferta el Ayuntamiento de Trebujena... El voto aquí es innegociable. “¿A quién vamos a votar? A los nuestros, a los que defienden a los trabajadores. A la izquierda. No hay más”. Una de las mujeres no oculta que es madre de una concejal (“pero vamos, que tú sabes que no es porque tú estés delante...) y otras andan muy disgustadas por la convivencia “imposible” con un vecino. “Y el problema es que no hay policía. Son muy pocos y no se cubren todos los turnos”. Mira, la seguridad. A pesar de que es un pueblo tranquilo, estas mujeres reclaman “más seguridad”, “más refuerzo policial” porque “llamar al 062 es esperar 30 minutos a que lleguen de Sanlúcar o Jerez y entonces ya lo que haya pasado no tiene remedio”, reflexionan.

Cae fuego. No es ninguna incidencia. Es el sol rojo que enciende el mediodía y dificulta la vista hacia las azoteas donde la tricolor se planta como una promesa o como una advertencia o como un compromiso. Con la ideología no se negocia en Trebujena, con la sanidad, tampoco.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios