Julio Pardo | Autor de coros

“Cuando vi al Liceo en pie aplaudiendo a mi coro no pude contener las lágrimas”

  • “Al principio me chocó empezar a preparar un coro sin Antonio Rivas, pero pienso que con El Canijo formamos un buen tándem nuevamente”

Julio Pardo posa en el Gran Teatro Falla tras ver la actuación de uno de los coros actuantes. Julio siempre acude a ver a todos los coros.

Julio Pardo posa en el Gran Teatro Falla tras ver la actuación de uno de los coros actuantes. Julio siempre acude a ver a todos los coros. / Lourdes de Vicente

Durante el Carnaval de 2018 libró la batalla más dura, esa en la que no había en juego un premio sino la propia supervivencia. Como el ganador que es salió adelante con el apoyo de sus dos familias, la sanguínea y la labrada a base de tangos. Quizá entonces, mirando cara a cara a la parca, ya pensó que no podía hacer nada mejor que contar y cantar sus batallitas en el Falla. Hoy debuta con su nueva creación.

–Antes que nada. ¿Cómo se encuentra?

–Pues la verdad es que me encuentro bastante bien. He estado a pique de un repique, pero debe ser que tengo un angelito en lo alto, aparte de los cuidados intensivos de mi familia, que me tienen vigilado como si fuera un percherón. Además he dado con dos médicos fantásticos en el Puerta del Mar que me tienen cuidadísimo.

–O sea que va pasando el susto.

–Bueno el susto no se quita, pero en esos momentos difíciles te das cuenta que llegas a coger cabreos por imbecilidades de la vida y aprendes a darle importancia a lo que de verdad es importante.

–Vamos que ha sido una cosa seria.

–Y tanto. De hecho durante mucho tiempo no han sido capaces de decirme lo grave que ha sido, hasta que un día llegué a la cocina y me encontré a mi mujer llorando. Le pregunté qué le pasaba y me dijo: pues que creí que te perdía, que has estado a cinco minutos de irte. Porque es que llegué a tener un 10% de respiración. Será que he ofendido a los dioses de lo divino y lo humano, pero bueno, aquí estoy, volviendo a hacer lo que he hecho siempre con la inestimable ayuda del coro y la súper inestimable ayuda de mi hijo, que ha cogido la dirección musical.

–Su hijo ya cogió el toro por los cuernos el pasado año cuando estuvo usted ingresado.

–Sí, me pilló en medio del Concurso y montó un popurrí en cuatro días.

–De casta le viene al galgo.

–Él se mosquea cuando yo lo digo pero la verdad es que yo soy sordo a su lado. Tiene un oído que es un privilegio. Yo me siento en el ensayo, que me he perdido muy pocos porque si me tengo que quedar viendo el Sálvame me vuelvo loco, y allí detrás voy haciendo los arreglos musicales, pero él los coge, se los aprende, los trabaja y cuando ve algo lo transforma. Y yo agarrándome a la silla como un león enjaulado.

–Pero se le caerá la baba a la vez.

–Todas las noches. Lleno de orgullo cuando lo veo dirigiendo esa masa coral, con gente con 30 años de Carnaval, y sonando como suena el coro que es un lujo. No digo que vaya a sorprender este año el sonido del coro, porque siempre ha sonado bien, pero tiene ciertos detalles suyos de fantástico músico. Y para colmo ha hecho una falseta de poner los vellos de punta.

–Es creativo además.

–Bueno, es creativo casi por decreto, porque se lo exijo yo, porque tampoco le sale mucho. A él lo que le gusta de verdad es la música y la Semana Santa, eso es así, pero bueno, le pregunté si se atrevía a dirigir al coro y me dijo que sí y por eso el coro ha salido, de lo contrario no lo hubiera hecho. Porque eso es lo que sí me han prohibido los médicos, que coja berrinches, y tú me conoces a mí ensayando, que me subo por las paredes. Así que gracias a él está el coro en la calle. Bueno a él, a Juan Lucena, al Canijo y a todos los componentes, que han demostrado una fidelidad absoluta.

–Por acabar con el tema sanitario. ¿Le ha dolido más esta cornada que el cajonazo de ‘Los manitas’ el año de su pregón?

-Ummm... bueno... no lo sé. Hombre en este momento chungo he encontrado muchos amigos y fidelidad, y eso es un orgullo, y no lo digo por chulería ni por fastidiar a nadie. Yo sé que han tocado a un montón de gente de mi coro, porque bueno, es un buen caladero para echar la potera y enganchar coristas. Pero todos han dicho que no porque esperaban a ver qué decidía yo. En principio no iba a salir, pero después me dije ¿qué hago yo viendo la tele todas las noches hombre? Se lo debo todo a ellos. No ha salido un mal repertorio porque me ha cogido en un momento de subida.

"Me llena de orgullo ver a mi hijo dirigiendo una masa coral con gente con más de 30 años de Carnaval”

–¿Cómo está llevando hacer un coro sin Antonio Rivas después de tantos años juntos?

–Al principio me chocó. Antonio ya venía avisando desde hace dos o tres años que quería descansar y yo le he ido forzando un poquito la máquina, pero ya este año estaba empeñado, él quiere hacer la Ruta 66, pintar, es un culo inquieto, y vimos que no era una buena cosa forzarlo más. Entonces empezamos a buscar opciones y la primera que surgió fue la del Canijo. Tardé un par de días en madurarlo hasta que estando en la plaza del Falla me dije lo voy a llamar: Antonio, que me gustaría que escribieras el coro este año que Rivas no puede, y tardó diez segundos en decirme que sí. Me has llamado el día perfecto porque hoy le voy a decir a la chirigota que no le escribo. Y desde entonces para adelante, y muy contentos. Yo encantado porque si Antonio Rivas era obsesivo este es un enfermo, de los que te manda en un correo 11 cuplés y al lado tres versiones diferentes y sus correcciones. Vamos, tengo repertorio para tres coros. Es un enamorado del Carnaval y hemos congeniado muy bien. Creo que vuelve a haber un tándem productivo.

–Total, que ahora el coro del gordo va a ser el del Canijo.

–Jajaja... pues sí. Volvemos a ser el coro del gordo.

–¿Y lo de 'El batallitas'? ¿Cómo surge la idea?

–Nosotros tenemos la buena costumbre de empezar todos los coros con un arroz en La Marea. Empezamos a hablar, a comer, a reírnos, salieron 20 tipos de chirigotas, de tonterías, hasta que empezamos a contar batallitas. Todo el mundo tiene un batallitas en su familia, un padre, un tío, un abuelo... Es un personaje un poco majara de Cádiz que ha estado en todos los acontecimientos importantes, da igual que hayan sido ayer o hace tres siglos.

–Vamos que van a hacer un viaje en el tiempo a la gaditana.

–Totalmente.

–En los últimos años se percibe en usted una radicalización hacia los coros más gaditanos. Que sus tiempos de ‘Guateque’ o ‘Torcida’ han quedado aparcados definitivamente.

–Bueno, es la misma versión del mismo tío pero que en vez de llevársela fuera de Cádiz pues vuelve aquí. Tenemos tipos para dos o tres años más y todos son del mismo estilo. A mí lo que sí me gusta es que no se parezca en nada al año anterior. Que no digan, más de lo mismo. El sello no lo puede perder, lo escuchas y dices ese es de Julio, ese es de Nandi, ese de Fali... pero todos buscamos, lejos de la comparación con el Selu, el estereotipo de lo que tú puedes encontrar en Cádiz. Si el año pasado era el Taratachín que se creía la inspiración, pues en esta ocasión es un defensor a ultranza de Cádiz.

–¿En estos tiempos en que todos los chavales quieren ser comparsistas es difícil encontrar buenos coristas?

–Se encuentran, se encuentran. Quizá llamando desde este coro a lo mejor es más fácil encontrar a gente buena, tampoco quiero que esto suene a pegote pero es así. Sí es cierto que nosotros tiramos mucho en la medida de lo posible de hijos de nuestros componentes. Sale el hijo de Juan Lucena, sale Riki, el hijo de Ricardo, está Juancho con su hijo, el mío. Vamos somos siete padres con hijos en el coro. Con esto ya somos 14, más gente que lleva muchos años con nosotros o antiguos del Carnaval como Fernando Pérez de la chirigota, que ahora se ha hecho corista convencido.

–¿Y cómo ve a sus competidores en los últimos años?

–Hombre, a mí me gusta ser sincero pero tampoco me gusta meter el dedo en la llaga. Creo que el Concurso este año será más de lo mismo, salvo algunas sorpresas, unas que serán buenas y otras malas. Creo que estarán arriba los mismos coros, entre los cuales pues me gustaría que estuviera el nuestro, pero sí es cierto que la modalidad va perdiendo algunas notas claves como Fali o Luis Rivero y van apareciendo otros que se van haciendo constantes como Bayón o el nuevo coro de Procopio. No obstante sigo viendo que falta gente nueva que se apunte a esto, a lo mejor es que el coro es muy caro.

–¿Y su hija Lucía qué tal? ¿Cómo lo lleva?

–Pues mi hija Lucía me ha dado una de las mayores alegrías de mi vida porque me ha hecho abuelo. Yo voy dejando un reguero de baba por la calle y me descubro en mi casa diciéndole gilipolleces a mi nieto. Y mi mujer igual. Estamos los dos muy ilusionados.

–Lo que está es un poco desencantada del Carnaval ¿no?

–Bueno, lo tiene complicado, porque entre la maternidad, el trabajo, el de su pareja, que sale conmigo en el coro además, están 24 horas al día cogidos. Creo que tienen intención de sacar el coro en el futuro, lo que no sé es cuándo. Han hecho cosas muy bonitas, fue el primer coro femenino en meterse en semifinales, además con buenos seguidores, porque a mí me pregunta mucha gente que cuándo va a salir mi hija, y eso me da mucha alegría.

"El año pasado estuve muy mal. Llegué a tener un 10% de respiración. Pero gracias a mi familia sigo en lo que me gusta”

–También faltan en el Carnaval más autoras, porque tiene que haber mujeres que den su particular visión de las cosas en este mundo que, queramos o no, ha sido siempre bastante machista.

–Es que es machista entre comillas por tradición, porque nunca se ha pensado otra cosa hasta ahora. Antes, con contadas excepciones, eran agrupaciones de hombres. De unos años para acá surgen las mujeres, como es lógico, reclamando su sitio y primero sorprenden y después te das cuenta que hacen cosas muy buenas. Al principio había gente que me decía: tú has escrito para el coro de tu hija. Pues te puede asegurar por lo más sagrado que yo voy a ver el coro cuando ensaya para la familia, no hago nada, si se tiene que estrellar que se estrelle y aprenda, y si gana pues que gane ella. Pero entre ella y el Zampi hacen un tándem fantástico, lo que pasa es que cuando sacan el coro se convierten en unos enfermos que dos semanas antes de cantar no comen, no duermen… En fin, ya sabes.

–Es una enfermedad esto del Carnaval.

–Una bendita enfermedad sí.

–Lo que pasa es que hasta que no te sales no puedes verlo todo con la perspectiva adecuada.

–Claro. Ella se reía cuando era chica y me ponía yo nervioso con mis coros. Y ahora han cambiado las tornas.

–¿A usted le sigue pasando eso?

–Bueno, yo comer como, pero me pongo muy nervioso, y el día que no me ponga nervioso me retiro. –

¿De los peores momentos de su vida carnavalesca, en el escenario me refiero, está cuando con ‘El pregón’ se quedó atascado el torno por el que iban apareciendo personajes en el popurrí?

-Uy, aquello fue un momento tremendo.

–Por poco se come a Manolito El Sub’20 jajaja.

–Jajaja… seguro. Cuando yo vi que aquello no daba vueltas, que las ninfas salían por debajo del telón, que en una cosa tan seria el patio de butacas no paraba de reírse... casi me da algo. En fin, qué mal rato. Lo cierto es que el montaje si te sale bien te sale, y si no pues te tienes que aguantar. Es un aditamento, eso no se puntúa, pero influye.

–Sobre todo ahora que se cuida tanto la escenografía.

–Claro. El otro día me preguntaban que si yo estaba en contra de los coros espectáculos. Pero cómo voy a estarlo si uno de los que han inventado esta película he sido yo, que me he pegado chocazos contra la pared hasta que se ha caído, y al final pues probablemente tendría razón, porque ahora prácticamente todo el mundo lleva un montaje.

–Le quería preguntar algo. Usted que fue de los primeros en salir de Cádiz, cantando incluso con Carlos Cano en teatros de media España, ¿el tema del Liceo cómo lo vivió?

–Uff… Para mí aquello fue de los momentos más grandes de mi vida musical, no carnavalesca solo. Allí coincidió que estaba montado en el escenario Rigoletto, y al pensar que estaba montada una ópera de Verdi y delante cantando ‘Don Taratachín’, porque abrimos nosotros, pues se me saltaron las lágrimas. Me puse allí a llorar porque en 40 años la vida da muchas vueltas y yo me he peleado con mi padre, con medio Cádiz, me he llevado muchos disgustos y muchos premios, y de pronto ver que el primer coro que canta en el Liceo de Barcelona es el mío pues es un pelotazo, qué quieres que te diga. Estamos hablando de uno de los siete u ocho teatros más importantes del mundo. Fue muy bonito.

–¿Cree que la globalización que estamos viviendo en el Carnaval, con redes sociales, con internet, es bueno para la fiesta?

–No tengo yo claro que sea tan bueno. No creo que las redes sociales sean beneficiosas para la fiesta, es cierto que nos ha abierto al mundo, que cantamos aquí y nos escuchan en Alaska, y eso es bueno, pero el teatro por ejemplo ha perdido personalidad, se ha abierto al mundo, pero no sé cómo decir en un repertorio quién es la Uchi o donde está la calle Sagasta.

–Le condiciona el repertorio.

–Totalmente, es que tú no puedes hacerte local a ultranza, porque el 70% del teatro no lo entiende.

–El otro día dijo el Selu que cuando Mágico vino a Cádiz entró en Las Pérgolas y se le cayeron dos lágrimas y nadie se rió en todo el teatro. Increíble.

–Claro, como si hablara del oeste. Antes te planteabas que debías de escribir para que no sólo los de Cádiz se enteraran, sino para que también algunos de fuera lo pillaran, y ahora tiene que ser al revés, que lo entiendan los de fuera y mira si los de Cádiz también lo cogen pues genial. Hombre eso es un gran inconveniente. Igual que la masificación en la calle, porque hubo un momento que el sábado de Carnaval era hasta peligroso. Es que no podemos olvidar que Cádiz se abre al mundo pero que es muy chico y cabe la gente que cabe, igual que en el Falla. Todo el mundo tiene derecho a ver este espectáculo, pero al que está cantando le cuesta la vida hacer algo que llegue a todos. Y además, el mayor asesino de cuplés es Facebook y Twitter. Empiezan a soltar cosas y de buenas a primeras te han pisado tres cuplés.

"No tengo yo claro que las redes sociales sean beneficiosas para la fiesta. Nos escuchan en Alaska pero el teatro ha perdido personalidad"

–¿Y el coro es exportable fuera?

–Creo que sí. Es más complicado porque es más caro por el número de personas. De hecho este año al Liceo no va coro, lo dejamos arruinado el año pasado, jaja. Es difícil llevar un coro porque por el precio que te cuesta un coro, si cobra lo que tiene que cobrar, van dos o tres agrupaciones. Aparte todo el mundo no participa del compás de un tango. Aunque lo bueno gusta, en Andalucía y en el resto de España.

–Usted que fue funcionario de Hacienda en su día…

–Por Dios.

–Jaja… sí, sí. ¿Todo este interés que muestra Hacienda en las ganancias de las agrupaciones qué le parece?

–Pues me parece una estupidez y que están equivocados, porque lo que pueden recaudar es sota, caballo y rey. Ahora, aquí llega un nuevo delegado o un nuevo inspector y dice 180 agrupaciones, multiplico por 180, mentira, porque aquí son tres los que ganan dinero, que no está mal que coticen pero eso no va a solucionar los problemas de Cádiz ni de España. Eso es algún obseso que quiere complicarle la vida a la gente.

–Un deseo para este Carnaval.

–Pues que sea pacífico, que todo el mundo lo pase bien, que el jurado sea justo, que no haya que juzgar al jurado, y que la vida siga un poco para adelante, que en el Carnaval todo no es política, ni disgustos, que los envenenados se curen y que, aunque suena mal, todo el mundo se lo pase de puta madre.

–Ahora que me habla de política, ¿con elecciones a la vuelta de la esquina los autores tienen eso en cuenta?

–Puede ser. Sirve para poco, porque el que tiene claro sus criterios no va a cambiar por un cuplé, pero bueno, la crítica es sana y es importante, pero no creo que influya mucho, ya digo.

–Hay gente que siempre le critica que el suyo es un coro muy de derechas.

–Sí. Pero vamos, que he tenido muy buenos amigos del PP y del PSOE y cuando les tengo que decir a uno perro judío se lo digo. Creo que las mayores barbaridades que se le han dicho al PP, cuando la guerra de Irak y Aznar y todo eso, se las hemos dicho nosotros, pero de eso no se acuerda nadie porque no es rentable. ¿Qué nos quieren llamar fachas?, bah, eso me trae sin cuidado. Yo sé lo que pienso, lo que voto y cada uno es libre de pensar lo que quiera. Nadie de mi coro puede decir que se le ha impuesto una idea.

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