La frialdad marcó el partido de vuelta de la eliminatoria de campeón de campeones con un estadio Carranza con unos 6.000 espectadores, muy por debajo de lo que es habitual. Y eso que los abonados no tenían que pasar por taquilla, una prueba más de que este ascenso ha sido menos celebrado que otros.

La batuka se apoderó de la grada con la animación de un grupo que vivió cada periodo en un Fondo del estadio. En el descanso se paseó por el terreno de juego, si bien el resto del ambiente fue raro, como el día, que amaneció con lluvia, pasó por calor y terminó con viento y frío a medida que expiraba la tarde.

El Cartagena le devolvió el pasillo al Cádiz a la salida al terreno de juego y Fleurquin recibió el Trofeo Línea 6 Comunicación al jugador más regular de la temporada en los partidos de Carranza. Todo eso en una antesala que también demostró que a la afición del Cartagena apenas le interesaba el choque; siete valientes en Preferencia y otros cinco en Tribuna. Contados, como los cadistas que estuvieron hace una semana en el estadio Cartagonova.

Con la alcaldesa, Teófila Martínez, en el palco de autoridades y con la sensación de que esta eliminatoria sobra, el público cargó contra el árbitro, con razón, porque el trencilla no estuvo a la altura. Ya por entonces, en el ecuador de la primera parte, el descanso era anhelado porque el personal empezaba a tener la impresión de estar tirando la tarde a la basura. Tampoco estaban contentos los integrantes de Norte Trompetero, que recordaban en su pancarta al consejo de administración y a la Federación de Peñas Cadistas con un 'ni olvidamos ni perdonamos'. Su ubicación, escorados en Fondo Norte a pesar de ser una de las peñas más señera y fiel, provoca que la herida siga sangrando.

Con el deseo de marcharse a casa tras un partido más musical que deportivo, el título se quedó en Cádiz aunque la copa de campeones no apareció por ninguna parte. Cosas de la Real Federación Española de Fútbol, el mismo organismo que hace nueve meses le dio el empujó definitivo a los amarillos para que limpiaran sus pecados en las aguas de la Segunda B.

Buena parte de la afición despidió el encuentro y la temporada invadiendo el terreno de juego y provocando que el adiós de los jugadores fuera apresurado ante el temor de éstos a ser 'víctimas' de la alegría desbordada de los seguidores. La invasión no fue acorde a la despedida final al equipo en los despoblados aledaños del Carranza. Cosas de Cai.