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Fútbol | Primera Federación

El San Fernando traslada la fiesta al Iberoamericano de Bahía Sur

  • El equipo azulino da buena cuenta del colista, la UD Melilla, y alcanza la victoria más holgada de lo que llevamos de temporada (4-1)

Nahuel, en velocidad, encara a Álvaro Yuste, defensa del Melilla.

Nahuel, en velocidad, encara a Álvaro Yuste, defensa del Melilla. / A. Quintero/SFCD

Tocaba disfrutar. Los aficionados del San Fernando CD tienen que volver la vista muy atrás para recordar un partido que hiciese tan feliz a tanta gente. El San Fernando cumplió el trámite, dio buena cuenta del colista y consiguió la mayor goleada de lo que llevamos de temporada (4-1), sobre la UD Melilla. Y lo hizo en un partido que liquidó en dos momentos puntuales del mismo, al final del primer periodo y a principios del segundo. Lo demás, no tuvo más historia que el disfrute de los azulinos.

El partido tenía el peligro de que pudiese complicarse ante las necesidades del Melilla, que los minutos, lógicamente, fueran haciendo aparecer los nervios en el cuadro local y con la intención de hacer el partido lo más largo posible plantearon el choque los de Juan Sabas.

Alfredo Santaelena, otrora compañero de su colega en el banquillo cuando ambos exhibían sus cualidades en los terrenos de juego, planteó el choque con la clara intención de hacer daño por banda, con un cuatro-cuatro-dos bien establecido, con Biabiany y Nahuel en los interiores y Aquino, algo más retrasado, y Marcelo, en punta de remate.

Con ello, es bien cierto que los melillenses inquietaron a los isleños algo más en la primera media hora de juego. Los de Sabas sabían que desestabilizar el marcador acomplejaría al rival y a punto estuvo de hacerlo en las dos primeras ocasiones del partido que llegaron en el 12 y 13 en remates de cabeza, la primera de José Enrique, que tuvo que entrar en el terreno de juego cuando solamente se habían disputado 9 minutos por la lesión de David García y la segunda de Suárez, que obligó a Fuoli a intervenir.

El partido tenía guerra psicológica, tenía intensidad, tenía dudas y ofrecía, a las claras que el equipo que fuese capaz de romper el muro, de tirar la barrera, habría ganado tres cuartas partes del mismo.

Y todo ocurrió, como se esperaba, en el tramo final de la primera parte. Fue el momento de los dos hombres que más desestabilizan en el equipo azulino, los dos hombres que están haciendo que el cuadro de La Isla siga sumando, los dos hombres que tienen metidos en el bolsillo a la afición de San Fernando, Biabiany y Aquino.

Ellos se la guisaron y ellos se la comieron en el 41’. Un centro del francés, llegó al murciano que imprimió un testarazo, sin saltar, lejos de las posibilidades de que Javi Montoya pudiese hacer algo. El propio francés remató la faena antes de que ambos equipos se fuesen al vestuario. Una internada, un cambio de ritmo, un desborde y un penalti que él mismo iba a transformar. En un silencio absoluto, el delantero paró el tiempo para anotar el dos a cero que, prácticamente, sentenciaba el choque.

La duda era saber si en la segunda mitad la reacción de un Melilla, que hoy por hoy, está muy por debajo del cuadro azulino, iba a darle un giro al partido. Pero Alfredo Santaelena, curtido en mil batallas, también dedujo que la clave de estos tres puntos estarían en el inicio del segundo tiempo y no dejó bajar la guardia a sus huestes a pesar de la diferencia en el marcador.

Por eso los isleños salieron a por todas, por eso a los dos minutos de la vuelta al trabajo de nuevo Aquino hizo de las suyas, lo siguió Nahuel y lo sentenció Marcelo en boca de gol. Por eso, el tres a cero terminaba de hundir, si cabía más, al equipo de Melilla y por eso, en un visto o no visto el partido era dictado para sentencia.

A partir del tercero, todo fue disfrutar, bajar un poco el listón, ver pasar los minutos y pasarlo bien con los suyos. Llegó el cuarto, pero antes pudo llegar en un remate de José Carlos que se estrelló en el poste. Llegó el momento de los aplausos y el reconocimiento a los protagonistas en las sustituciones de Biabiany y Aquino con el estadio isleño puesto en pie.

Bien es cierto que el tramo final del partido se hizo algo largo, que el riguroso penalti daba a los de Melilla, que mucho tendrán que mejorar para salvar la categoría, el gol del honor y que finalmente el choque ante el colista se convierte en la segunda victoria consecutiva de un equipo que, en estos momentos, está más contundente y más ordenado que nunca, lejos de los puestos complicados de la clasificación y haciéndose grande por partido que disputa. Ante el Melilla el Iberoamericano estuvo de fiesta.

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