Motociclismo | Marcos Ramírez

Un gaditano que aspira a todo

  • A sus 21 años, el piloto conileño recoge con su histórico triunfo en Montmeló el fruto de un trabajo serio que le puede catapultar a lo máximo en el Mundial de Moto3

Marcos Ramírez, visiblemente emocionado en el podio de Montmeló.

Marcos Ramírez, visiblemente emocionado en el podio de Montmeló.

La victoria de Marcos Ramírez este domingo en el Circuito de Montmeló no es producto de la casualidad, ni mucho menos. De hecho, a sus 21 años, el piloto conileño recoge el fruto de un trabajo serio, bien hecho, una trayectoria siempre ascendente y alejada de acelerones temerarios. La velocidad de crucero marca por ahora la carrera deportiva del gaditano pese a que desde adolescente ya apuntaba muy alto. La prudencia siempre ha sido una buena aliada. La prudencia, pero también la madurez que caracteriza a los deportistas que, más allá de su talento innato, apuestan por la profesionalidad como el mejor camino hacia el éxito a tan temprana edad.

Campeón de Andalucía y de España en todas las categorías a las que daba el salto desde niño, el paso al Mundial junior le acabó abriendo las puertas del Campeonato del Mundo de velocidad, dentro de la categoría de Moto3. Así, en 2016, el equipo Bester Capital Dubai, con KTM, le brinda la gran oportunidad al ofrecerle la montura de Karel Hanika para la segunda mitad de la temporada. Sin duda, liderar el Mundial junio influyó lo suyo, como haberse coronado campeón de Europa en 600 Superstock en 2015.

Tras un lógico periodo de adaptación, Ramírez afrontó en 2017 el primero de los dos años que había firmado en la élite y lo hizo con ambición desde el primer día. Sólo así se explica que cerrara el curso subiendo dos veces al podio, ambas como tercer clasificado, en Alemania y en Valencia. En su segundo año, 2018, las expectativas quizás no se cumplieron pero de nuevo concluyó en dos ocasiones tercero, en Jerez y en Le Mans.

Dejada atrás esta primera experiencia en el Mundial, el también campeón de España de 1.000 sub’21 firmó esta campaña con el Leopard, el equipo con el que alcanzó el subcampeonato del Mundial junior en 2014 y 2016. Buenos recuerdos que invitaban a probar fortuna.

Y pese a que las cosas no marchaban como era de desear, quizás cuando menos se esperaba ha llegado la anhelada victoria en el Gran Premio de Cataluña, un triunfo que sin duda debe marcar un antes y un después pero más a nivel mediático que para su entorno más cercano, conocedor de las virtudes y verdaderas posibilidades de Ramírez.

En este sentido, el padre del piloto conileño, José Ramírez hace hincapié en que este éxito “compensa los esfuerzos y sacrificios;hay un momento en el que tiene que llegar por todo lo que hemos luchado, y ha llegado”.

Convencido de que Marcos no es flor de un día, recuerda que “no ha tenido suerte este año, un día por una cosa y otro por otra. Su compañero ha sufrido en Montmeló la misma avería que él la pasada carrera, la bomba de gasolina, y en la anterior fue la caja de cambios, en Jerez chocó... No salían las cosas”.

Su currículum, su pasado pero tambén su presente, le hacen confiar en el futuro. “Tiene margen. En 2017 acabó octavo el Mundial, y el año pasado era quinto hasta la última carrera, aunque terminó décimo”. Ahora vuelve a ser octavo y subiendo.

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