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Dieta y ambición, la receta de un Nadal que quiere más gloria

Rafael Nadal es como Lionel Messi: no hay nada más duro para él que no jugar. Al español ya no le alcanza con ser el número uno del tenis. Quiere algo más.

El sueño del zurdo es prolongar su carrera la mayor cantidad de años posible, y para eso está trabajando con más minuciosidad y seriedad que nunca. A la terapia con células madre que hizo a finales de 2013 le sumó una decisión que, para aquellos que lo conocen, es casi heroica: prescindir del pan, el chocolate y las aceitunas.

"Me he quitado todos los desastres que hacía habitualmente con chocolates, panecillos, aceitunas...", afirmó Nadal riendo durante una rueda de prensa en Melbourne. "Un mes y medio sin cosas que sabes que no son buenas para tu cuerpo, pero te hacen feliz", añadió. Hace ya una década que el balear trajina el circuito, pero la pasión con la que se devora una panera repleta asombró temporada tras temporada a sus rivales. Ni hablar de sus atracones con aceitunas, que alguna vez lo dejaron en situación intestinal crítica.

Eso se acabó. Durante la gira de exhibiciones sudamericanas en noviembre se dio sus últimos gustos con asados y, sobre todo, alfajores, la típica golosina argentina que combina chocolate y dulce de leche y es más que generosa en cuanto a calorías y grasas. "Los alfajores hicieron daño", admitió Nadal, que cumplirá 28 años en junio y no quiso cuantificar los kilos perdidos entre el final de la temporada 2013 y la actual, que abrió ganando el torneo de Doha.

Las privaciones de la dieta no impidieron que a Nadal se lo viera relajado y feliz. Otra decisión, la de tratarse con una terapia de células madre sus maltrechas rodillas, tiene bastante que ver con eso. "La sensación en pista no ha mejorado, pero sí mi calidad de vida fuera de la pista", explicó. "Rendir mejor que el año pasado es difícil. Y esto no garantiza que vayas a jugar mejor", apuntó.

Lo que no cambia es su gusto por la reivindicación y la crítica cuando un torneo no hace lo que le gusta. Ayer fue insistente en criticar la, a su juicio, excesiva velocidad en las canchas de Melbourne Park. "Son las más rápidas que recuerde. No entiendo bien por qué las cambiaron. El año pasado y en los anteriores se han visto partidos fantásticos, ¿por qué cambiar algo que funciona?", insistió. Media hora después Roger Federer salió al cruce de las críticas de Nadal: "No entiendo dónde está el gran problema. Se puede jugar desde el fondo, no hay problema. Puedes hacer todo lo que quieras, no es imposible".

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