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Fútbol | División de Honor Andaluza

Alberto Muralla ya es una leyenda viva del Chiclana

  • Tras retirarse a los 36 años lo tiene claro: "Si naciera veinte veces, veinte veces volvería a elegir la vida que he tenido".

Alberto Muralla posa dentro de una portería, su hábitat futbolístico.

Alberto Muralla posa dentro de una portería, su hábitat futbolístico. / Sonia Ramos

No ha sido nada fácil tomar esta decisión, aunque la idea llevaba tiempo rondándole; de hecho, hasta llegó a entrenar en las primeras sesiones de esta pretemporada. Pero finalmente se confirmó la semana pasada el peor de los temores para el aficionado blanco: tras nueve temporadas en el Chiclana CF, Alberto Muralla se retiraba del fútbol a sus 36 años.

"Han sido dos semanas que para mí se quedan", sonríe el portero, que reconoce la dificultad que conlleva dejar el estilo de vida que ha llevado hasta ahora, en la que "todo giraba en torno al fútbol, porque así lo decidí voluntariamente y no me arrepiento" para empezar a ver el fútbol como aficionado. "Han sido veinte años preparando pretemporadas y ahora me siento como un jubilado, estoy como aburrido. En el choque frente al Cádiz lo pasé muy mal, tengo que aprender a desintoxicarme, en el buen sentido".

Desde el punto de vista personal, su vida también ha cambiado en ese último año. Alberto ha sido padre recientemente y consideraba que había llegado la hora para dedicarle más tiempo a su familia. En cualquier caso, seguirá vinculado al Chiclana entrenando a los infantiles y asegura que "con lo competitivo que soy y el mono que tengo estoy loco por empezar con los chavales".

El portero siempre se ha cuidado como un profesional dentro de lo posible y pretende inculcar su idea y su pasión por el fútbol a sus nuevos pupilos. "Quiero que disfruten jugando pero también quiero que les duela perder. Que sean deportivos pero competitivos y tratar de ser siempre un poquito mejores, tanto a nivel personal como futbolístico", destaca. Además, es una edad difícil "porque como preadolescentes ya te exigen y tú tienes que ser serio con ellos, tal y como soy cuando piso el césped jugando, aunque los quiera y los defienda como el que más", explica el arquero.

No se arrepiente de haber creado su vida al servicio del fútbol, aunque eso le haya supuesto perder algunas amistades o relaciones. "He perdido cosas pero también he ganado muchísimo. Poder conocer y jugar con Argudo, Romero, Javi Muñoz, Carlos Martínez... Eso no está pagado y son los recuerdos más bonitos que se quedan en la memoria", afirma con admiración. "Por eso no me arrepiento de nada. Si naciera veinte veces, veinte veces volvería a elegir la vida que he tenido".

Alberto valora mucho más toda su trayectoria ahora que la ve desde fuera, aunque han sido muchos los buenos y malos momentos que ha vivido en su extensa carrera. "Recuerdo como uno de los más bonitos, además del conseguido recientemente, el ascenso del Chiclana Industrial a Primera Andaluza con Queco Rosano, porque es un club mucho más humilde y es algo que se vivió con una satisfacción inmensa. También recuerdo cuando nos salvamos con Núñez en el minuto 97, que ya andaba por allí Crespo de juvenil. Hubo ocho penaltis, empezamos perdiendo 0-2 y acabamos ganando 3-2". Son muchos los recuerdos felices que se amontonan en su memoria, tantos que apenas queda hueco para los malos.

Precisamente en el ascenso a División de Honor que logró el Chiclana este año, el guardameta jugó un papel decisivo. "Jamás se me pasó por la cabeza que pudiera ser protagonista de ese momento. Creo que gané al elegir campo, pues quise hacerlo igual que en mi debut con el Chiclana a los 16 años, contra el Montilla Villaverde. Aquel día hice un partidazo, me sacaron en todos los periódicos, hasta en el Marca. Fali Benítez tuvo que ponerme titular en la siguiente jornada, a pesar de estar ya recuperado el portero titular. ¡Se lió una grande!".

Andrés Alberto Brea Coronilla, Alberto Muralla para el fútbol, ha dejado escrita una de las páginas más importantes de la historia del Chiclana CF y del fútbol de la Bahía. A sus 36 años es una leyenda viva del fútbol provincial que en su día fue tentado para probar en Atlético de Madrid y Sevilla, por mucho que él no sea capaz de verse aún como tal. Ya quedan pocos veteranos de la vieja escuela que entiendan el respeto y el valor que tiene ser un estandarte del club blanco y haber sido el guardián de su portería durante tanto tiempo, por eso le cuesta trabajo verse como uno de esos jugadores a los que tanto admira. Y eso es lo que le hace más grande todavía. Gracias por tanto, Alberto.

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