Opinión

El más listo de la clase. Andrés G. Latorre

  • No soy el más listo de la clase. Les diré que en Primero de EGB iba a repetir curso porque escribía tan mal que mi profesora dudaba de que realmente, conociera las letras. Pasado el tiempo, no mejoré y, degenerando, degenerando, acabé ejerciendo el oficio de periodista. Mi madre hubiera querido que fuera médico pero, pese a mi mala letra, no era el más listo de la clase. Ni siquiera he sido nunca el más listo de mi casa, ni siquiera cuando vivía solo.

  • Esta idiocia genética que me tocó en fortuna, como los rizos, se ve compensada con las

  •  enseñanzas que el tiempo me va concediendo en usufructo. Y entre ellas está la de saber quién me está dando coba. He desarrollado un sexto sentido para eso. Cuando el camarero me dice que no tiene de mi ron, pero que si quiero probar El Cubanito Guasón, que es igual o mejor, ya adivino el parpadeo de la coba que, a lo lejos, va marcando su retorno. Si en el taller me dicen que el ruido no es importante pero que le quieren echar una miradita al motor, ya me parece escuchar al tamboril y la flauta anunciando la costosa romería de santa coba.

  • Esta semana hemos tenido la presentación de un ambicioso proyecto para Cádiz, con y sin artículo determinado. Y, aun no siendo yo el más listo de la clase, no he podido menos que torcer el gesto ante toda la tramoya que ha llevado aparejada. El currículum tonante de quienes han hecho la propuesta, en cuyas líneas se cuelan trenes hipersónicos que no se movieron, motos eléctricas sin pilas y un comisario fisgón, me chirría como quien junta, en una parcela que iba a acoger paneles solares o palas de aerogeneradores, la Biblia y el calefón.

  • En esta semana que hoy se despide nos hemos topado con la enésima refundación de un partido político. El cónclave de Sevilla ha servido para reivindicar a la exalcaldesa de Cádiz, por lo que se ha cambiado a un Teo por una Teo, con una indeterminación ha ido más allá del propio artículo. Les confesaré que el lema elegido me pareció, al principio, una broma, «Lo haremos bien», comparable a la cara de Pedro Sánchez con su «Haz que pase» en el que uno no sabía bien si querían venderle un seguro o invitarle a una cena romántica. Pero más que el lema del congreso, me ha asombrado que los mismos que defenestraron a Pablo Casado hayan repetido en varias ocasiones la palabra «lealtad» para referirse al nuevo proyecto. Ahora sí lo harán bien, aunque yo, de Feijóo, desconfiaría. Pero que tampoco me haga mucho caso. Al fin y al cabo, no soy el más listo de la clase.