Guayaberas. Por Fernando Santiago
A los que estamos en la edad provecta nos gustan los balones rasos y al pie. Así que me aplicaré el cuento: no me gustan las guayaberas. Cosa distinta es ponerte una para ir a una fiesta con unos amigos pero si he de ser sincero yo no tenía, me la tuve que comprar en Cádiz para poder acudir a la fiesta. A mí me parece una prenda de almaceneros , si he de ser sincero. No le veo distinción ni considero que sea elegante. Más me parece una camisa para tapar los años y las carnes de quienes están (estamos) pasados de rosca. No me gustan ni las de manga corta ni las de manga larga, ni las blancas inmaculadas de máximo protocolo caribeño ni las de color marfil. No me gustan de color pistacho(como el Guaperas de la Calle Ancha) , ni de color celeste(como Carlos Alarcón), ni grises (como José Antonio Iglesias) , ni negras (como Pepe León del Moral), ni rojas de manga corta como la que suele lucir el alcalde. No me gusta el barón tagalo , como el que tiene Fabián Santana, homologado por los dirigentes de la Real Orden Gaditana de la Guayabera pero tan fino que es casi transparente. No me gustan de estilo yucateca o si se han comprado en la calle Obispo , como ahora presumen tantos, que parece que la gente de Cádiz en lugar de comprar en Tinoco, Isi o Eutimio compran en el Paseo del Prado de La Habana o en la calle Ocho de Miami. Por mí como si se han comprado en Cartagena de Indias, Barranquilla, Santa Marta, Portobelo, León, Granada, Campeche, Veracruz, Antigua, Santo Domingo o Puerto Rico . Ni las bordadas sin bolsillos como la que tiene Ángel Núñez ni las camisas blancas que simulan una guayabera, por mucho que hayan sido fabricadas en la India, como la que tiene Ignacio Casas. Comprendo que disimulan la barriga, lo que a determinada edad no es poca cosa. O como nos ilustró Pepote de la Borbolla, mantienen aireadas las sobaqueras en verano y evitan los desagradables camachos. Diré más: yo siempre oí en Cádiz que a esa prenda se le llamaba seriana, que era una derivación de sahariana. En Sevilla por lo visto le dicen cubanas. No tengo nada que refutar a la documentada historia que hicieron en su día los promotores de la entidad . Digo más: me someto a la disciplina del Decano de la Real Orden y aceptaré cualquier medida disciplinaria sobre mi persona . Lo que no entiendo es que en una fiesta de exaltación de una prenda masculina hubiese más mujeres que hombres. Hemos llegado a tal punto que es imposible que nos reunamos un grupo de hombres solos sin ser calificados de la peor manera posible. Fernando Santiago
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