De Caperucita a loba | Crítica

El saqueo (inter)nacional

David Guapo y Marta González de la Vega en una imagen del filme.

David Guapo y Marta González de la Vega en una imagen del filme.

La productora y la guionista de los últimos éxitos de Santiago Segura andan detrás y delante de esta De Caperucita a loba que sigue saqueando el legado de la comedia española. La excusa ahora es enarbolar con patetismo autoconsciente el pseudofeminismo empoderado en el retrato de una mujer en la frontera de los cuarenta de perfil neurótico a la que la propia Marta González de la Vega, autora del monólogo teatral en el que se basa, presta la verborrea y ese histrión necesarios para satirizar sus penas de amor urbano de pareja en pareja, de cama en cama y de whatsapp en whatsapp, pretexto para un encadenado de situaciones narradas en primera persona, sin cuarta pared y unicornios plagado de lugares comunes de telecomedia y numerosas estrellas invitadas salidas del entorno, de los veteranos Mota y Resines a Martita de Graná, David Guapo y Berto Romero, pasando por un puñado de actores peruanos que justifican la co-producción en lo que se adivina atraco a mano armada en las pobres arcas de la cinematografía latinoamericana.

Completando plantel técnico-artístico femenino que garantice la subvención, dirige la cosa una veterana Chus Gutiérrez (El calentito, Sin ti no puedo) entregada ya hace lustros al mejor postor para demostrar que ni siquiera hacía falta demasiado oficio para convertir este subproducto en el probable éxito de taquilla nacional de esta Semana Santa.