Cine

¿Ganan demasiado los actores franceses?

  • El polémico 'exilio' de Gerard Depardieu ha sacado a la palestra los elevados sueldos de los intérpretes galos, muy criticados por la industria.

A menudo, Francia se considera modelo en lo referente a la industria del cine. Allí fluye el dinero para producciones y coproducciones, pero también para los abultados honorarios de sus estrellas. "Los actores franceses ganan demasiado", sentenciaba recientemente Vincent Maraval, uno de los productores y distribuidores más importantes de Francia. El motivo de su enfado es que, en el caso Depardieu, nadie ha cuestionado los altísimos sueldos de los grandes actores franceses. En el diario Le Monde, Maraval aireaba a finales de diciembre su enojo y plantea su propuesta: un sistema que limite los sueldos máximos a 400.000 euros más reparto de beneficios según el éxito de la película. Y desde entonces, la polémica está servida en el mundo del cine francés.

Para el director ejecutivo de Wild Bunch, una de las principales productoras del mundo, los elevados honorarios de las estrellas francesas se han convertido en un problema. Las películas francesas resultan muy caras, porque sus actores exigen demasiado. Como ejemplo, el productor de Ciudad de Dios o Che, el argentino nombra al actor Dany Boon: "3,5 millones de euros por Un plan perfecto. La taquilla no basta para pagar su sueldo". Y un millón de euros por un par de minutos en la última película de Astérix, añade en su carta abierta en Le Monde. La respuesta del actor y humorista no tardó en llegar. "Me entristece lo que dice Vincent Maraval. A veces, las cifras no cuadran", explica Boon. Según afirma, recibió 600.000 euros por su trabajo en la cinta de Astérix, y no un millón. Desde su éxito en la comedia Bienvenidos al Norte (2009), el actor reside en Los Ángeles.

Según Maraval, Francia se sitúa a la cabeza en la lista de las producciones más caras, por detrás de los estudios estadounidenses. "Diez veces menos ingresos, pero salarios cinco veces más altos. Esa es la realidad económica del cine francés", escribe acalorado. Según sostiene, las películas francesas cuestan de media 5,4 millones de euros, mientras que una cinta indie estadounidense sale por unos tres millones. Su enfado tiene una base económica: él participó en Astérix y Obélix. Al servicio de Su Majestad, y perdió dinero. Las más recientes aventuras del famoso galo no fueron acordes con sus elevados costes de producción, que ascendieron a unos 60 millones de euros: poca taquilla y salarios demasiado altos. Una gran parte se la llevó el Obélix Gérard Depardieu, y otra la participación de estrellas como Catherine Deneuve o Dany Boon.

Ya en 2008, la cineasta y guionista Pascale Ferran intentó en vano apuntar esta cuestión. "Maraval dice lo que nadie se ha atrevido a decir antes. El cine comercial ya no sigue las leyes del mercado y, a menudo, deja de ser rentable". La autora de Lady Chatterley celebra el debate en el diario Libération. La relación coste-rendimiento en los últimos años prácticamente sólo ha funcionado en pequeñas películas de autor como Declaration of War o L'Esquive, añade. Para algunos compañeros del sector, el fundador de Wild Bunch ha dicho alto y claro lo que muchos piensan desde hace tiempo: que en los últimos 15 años los sueldos aumentan desproporcionadamente y, por eso, hay que ahorrar en los rodajes y otros salarios. En eso están también de acuerdo las dos productoras de Haut et Court, Carole Scotta y Caroline Benjo. Sólo que reconocen abiertamente que todos han contribuido a esta situación, también Wild Bunch.

Muy distinta es la opinión de Jérôme Clément. El ex presidente del canal cultural de televisión Arte es uno de los que ha criticado con más rotundidad a Maraval. Y para ello, usó sus mismas armas: en una carta abierta publicada en Le Monde, acusa al productor de convertir a los artistas en cabezas de turco de un sistema que, en realidad, es mucho más complejo. "Francia sigue siendo un país ideal para la producción de cine, tanto para cineastas franceses como extranjeros". La ministra francesa de Cultura, Aurélie Filippetti, se sumó más o menos a la polémica. En una entrevista concedida a Le Monde, defendió el sistema de promoción del cine local, pero añade que es necesario encontrar "nuevas reglas". Por eso, considera que el debate sobre los sueldos de las estrellas es más bien positivo. Maraval no podría haber esperado más.

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