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Ultramarinos

El camino

Travesía por el eje cafetero. Colombia.

Travesía por el eje cafetero. Colombia. / L.A.

La franja de terreno pisado por donde nos movemos de un lugar a otro es el camino. Unos surgen por la acción constante de quienes se desplazan una y otra vez, conformando sus huellas caminos trillados. Otros son caminos Reales, construidos por el Estado, que conectan puntos importantes de un territorio para así definir por donde debemos transitar. El camino también es la ruta o la dirección que debemos seguir para llegar a algún lugar. Anteriormente teníamos que conocerlo para evitar perdernos, hoy se actualiza constantemente a través de aparatos geo-referenciados. Todos los caminos conducen a Roma, hay unos de tierra, que son carriles cuando solo cabe un carro o cañadas cuando lo usa el ganado; hay otros de hierro que sigue el tren y otros que dicen son de rosas. El camino marca un rumbo y eso es más importante que cualquier meta final.

En donde yo estoy el camino se amarra a un territorio exigente y a los pies que lo recorren. El destino siempre importa, pero aún más las etapas que debemos superar hasta llegar. Los trayectos se demoran más de lo previsto y es que ese estar en tránsito, en muchas ocasiones, es más importantes que llegar o partir. Tanto es así, que siempre existe el riesgo de quedarse a mitad de camino. Sigue habiendo aquí valientes a quienes les apasiona abrir camino, facilitando, a otros que vamos detrás, cualquier desplazamiento. A pesar de que la línea recta es el camino más corto entre dos puntos, no siempre es el más atractivo. Y eso aquí, lo tienen claro. Por eso resuenan consejos que pueden bailarse… no dejes camino por coger la vereda.

De dónde yo vengo el camino prefiere ser efectivo y así llegar desde A hasta B en el menor tiempo posible. Lo importante es el origen y el destino. Las infinitas posibilidades que tejen la conexión de estos puntos se reducen. Arriesgar tomando una ruta no trazada antes no está en los planes. Eso de: se hace camino al andar…, quedó lejos. Los caminos ya están hechos. Y son confortables, seguros y caros. Esa comodidad hace que nos cueste más sentir todo lo que el camino nos ofrece, adormecidos, solo atendemos a aquello que nos coge de paso, de camino. Tenemos presentes a quienes obedientes siguieron el camino de baldosas amarillas para llegar a buen puerto. Y es que como escribió Robert Walser: “No hace falta ver nada extraordinario. Ya es mucho lo que se ve”.

No es fácil demarcar un camino y completar el trayecto sin abandonarlo. De hecho, algunos desvíos inesperados o erráticos esconden sorpresas, a veces, enriquecedoras y agradables. Perderse, siempre será una opción.

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