EDUARDO MALCHAIR 'El belga de la barra'

"Conmigo hubo mucho cachondeo, pero siempre de manera sana"

  • Eduardo Malchair, conocido cariñosamente en Cádiz como 'el belga de la barra', se convirtió en uno de los personajes que van íntimamente unidos al coliseo gaditano

Aunque su periplo al frente del ambigú del Gran Teatro Falla tan sólo fue de tres años (del 94 al 96), en tan corto espacio de tiempo Eduardo Malchair, conocido cariñosamente en Cádiz como 'el belga de la barra', se convirtió en uno de los personajes que van íntimamente unidos al coliseo gaditano, siendo en numerosas ocasiones el protagonista de las letras que se cantaban sobre el escenario. A día de hoy sigue vinculado al mundo de la hostelería, aunque cambió la barra del Falla por las barras de pan. Actualmente regenta la Panadería Isabel-El Niño de Oro, en el barrio de La Laguna, donde prepara a sus clientes espectaculares empanadas de dátiles entre otras delicatessen.

-Sus recuerdos del Falla serán imborrables, ni usted mismo se imaginaba la trascendencia que iba a tener su persona...

-Fue una experiencia muy buena, conocí a mucha gente. El primer año que estuve al frente de la barra me marcó mucho, fue una bomba. No me podía imaginar que mi persona tomara tanta importancia como para que todo el que me cruzaba por la calle me conociera.

-De eso tienen mucha culpa las agrupaciones, que le han dedicado muchas de sus coplas...

-Más de una..., aunque ahora mismo no me acuerdo de ninguna como para cantártela. Recuerdo algunas letras de Julio Pardo o el Libi, hay varias... pero siempre con buen humor. Hubo que aguantar mucho cachondeo, pero siempre de manera muy sana... a mí también me gusta el cachondeo. Muchos de esos carnavaleros que conocí en el teatro siguen siendo clientes míos ahora, como Quiñones o Subiela.

-¿No se ha planteado nunca volver a tomar las riendas del ambigú del Falla?

-Disfruté mucho los tres años que estuve en el Falla, habría seguido, pero el alquiler era excesivo y la verdad es que el negocio no era rentable. Estoy convencido al 90% de que hoy en día, con los precios que hay, sigue sin ser rentable. En apenas diez minutos que dura el descanso no hay tiempo para sacar beneficios, porque hace falta mucho personal para dar un servicio profesional. Además, eso de que dejen salir a la gente a la calle tampoco ayuda.

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