Comparsa

¡Cazafantasmas!

Lo

calidad: Cádiz

Letra y música: Antonio Jesús Pérez Fuentes y Ángel Luis Silva Benzo

Dirección: Rocío de las Marismas Cano Barberí

el tipo. Personajes de la famosa película, con Moquete en el forillo.

las coplas. No son unas fantasmas por su pase a los cuartos de final. A pesar de tener que cerrar la función, llegan para evitar que Cádiz se convierta en un pueblo fantasma: sin alma y que solo se consuela por Carnaval. En un trance complicado para los novatos por estrenarse en su segundo pase, se agradece que no vengan con letras de relleno para cumplir con el trámite. Al revés, con sus defectos, se hacen notar con dos pasodoble críticos. En el primero, se sientan con sus abuelos para pedirles explicaciones por  haber seguido votando a los mismos partidos  que les han llevado "a ver mis diplomas en la papelera para acabar siendo una camarera", les han obligado a aceptar contratos basura que les hacen llorar o ver que su futuro puede estar fuera. Un miedo hacia lo nuevo reflejado en las personas mayores, por lo que les piden que reflexionen por "lo que han hecho conmigo". En el segundo, también se mojan sobre el terrorismo yihadista, el papel de occidente y la guerra entre culturas. Al final, ambos mundos no son tan diferentes. Las incongruencias que sufrimos.  Dan miedo en los cuplés con la inspiración de Martínez Ares en un terrario para sacar su comparsa y el cañón que utilizan para matar al fantasma que tiene su padre "en el sieso". Grupo de futuro.

EN PRELIMINARES

las coplas. No hay nada que temer gracias a estas cazadoras de fantasmas. Vienen a librarnos de todos los espectros que nos rodean. Los peores de ellos, son los que "arrancan el alma". Ellas, en su presentación -en la que ya constatan las credenciales mostradas en años anteriores-, quieren acabar con el miedo para evitar que "Cádiz jamás se convierta en un pueblo fantasma". Una declaración de intenciones que vuelven a desarrollar en el popurrí, alegre, con mensaje y algún pequeño toquecillo humorístico, como el misterio de Antonio Martín, que siempre canta un viernes. En lo serio, destacan los espectros votantes y los fantasmas burlones que se invocan cada cuatro años.  En los pasodobles, no se quedan atrás. En el primero, el fantasma del maltrador que asusta a un niño, pero su madre le pide que se calme porque "mañana se termina esta pesadilla". En el segundo, juegan con el engaño de hacer creer que defienden el papel de las ninfas para convertirlo en un ruego para la vuelta de los buenos tiempos de la chirigota, la alegría en un "festival de penas". Los cuplés cojean con sendos remates sobre su conejo. En el estribillo, el miedo que les daría la vuelta de Teófila. Ahuyentan todos los fantasmas. 

  

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